|
|||
"Que se vengan todos" | |||
|
|||
Un pueblo despolitizado, es decir, desafectado de la "cosa pública", puede manifestarse de dos modos: se repliega en su cÃrculo Ãntimo y se despreocupa de lo polÃtico, hasta en su expresión más básica, que es la votación, o concibe la representación polÃtica como una simple delegación de su poder y de su responsabilidad. La primera acción (que también es polÃtica, aunque no sea reconocida como tal) es hegemónica en la población general; la segunda acción, es dominante entre quienes se autodenominan militantes (de cualquier partido). Entre estos últimos, hace pocos dÃas ocurrió un acontecimiento de importancia: hubo elecciones para renovar autoridades en el Partido Justicialista. En La Plata hubo una concurrencia de alrededor del 15% de su padrón de afiliados, número más, número menos. Inmediatamente comenzaron las quejas y los reclamos: "estos no representan a nadie", "habÃa muchos que no figuraban en el padrón", "¿cómo que hubo elecciones? ¡No me avisaron, hijos de remilp…!", "hubo fraude". Y cosas por el estilo. La verdad es que si sos afiliado a un partido polÃtico y no te enterás que hay elecciones, o no figurás en el padrón, o el ganador no te representa, o no te representa ninguno de los candidatos, o suponés que hubo fraude, el problema es tuyo y no del partido, sea cual fuere ese partido. Y lo mismo vale para nuestra relación ciudadana con cualquier gobierno. Pero nuestro "sentido común" rechaza esta asunción de responsabilidad, no la comprende ni intenta comprenderla, porque eso es lo que han forjado los centros de poder desde siempre. Lo que debe reclamar un afiliado a su partido, sea o no sea "militante", es una participación activa, que no consiste sólo en afiliarse e ir a votar de vez en cuanto para elegir autoridades partidarias, y tampoco consiste en acatar órdenes y hacer lo que los "dirigentes" indiquen. Esto es muy pobre, en tanto trabajo polÃtico, y es el caldo de cultivo de la insatisfacción, de la queja, de la sospecha. Un afiliado debe ser "parte del asunto", debe tener la posibilidad de formar parte de todos los debates que conduzcan a la toma de una decisión polÃtica. Es la conducción estratégica colectiva la que ordena y conduce. El liderazgo individual sólo puede mandar. En otros escritos he profundizado en estas cuestiones. Por ejemplo: "Nadie está pensando en la inclusión polÃtica", "La cuestión grupuscular" y "La insatisfacción polÃtica". Este artÃculo puede complementarse perfectamente con ellos. Este no es un problema de un partido polÃtico, es el problema de todos, y se extiende al paÃs en su conjunto, porque, con sólo detenernos a recordar nuestros distintos gobiernos, nos vamos a dar cuenta que todas las organizaciones polÃticas que llegan a tomar las riendas del Estado (nacional, provincial, municipal), trasladan casi mecánicamente a esa nueva esfera de acción su propia conducta partidaria, sus propias necesidades, sus propias expectativas, sus propios defectos, sus propias virtudes. Reorganizar desde sus bases a la propia organización polÃtica es también reorganizar desde sus bases al paÃs en su conjunto. Es necesario que la matriz ideológica que hace brotar el grito "que se vayan todos" sea reemplazada por otra matriz ideológica, una que logre arrancarnos el grito "que se vengan todos". (*) Carlos Sortino exclusivo para Cadena BA. 27/12/2017
Periodista, ex docente de la UNLP. Referente de la Agrupación Municipal Compromiso y Participación (COMPA): https://www.facebook.com/COMPALaPlata/ |