El relato comienza en primera persona y cuenta la historia de su autor: “Hace una semana que parezco a Charly, voy ´de la cama al living´”, cuenta el periodista, a la vez que se pregunta “¿Cuántos músicos de nuestro país empezaron con la guitarra FAIM?”: el interrogante es el eje de la narrativa.

La palabra del dueño de la fábrica, Juan Carlos Iakimczuk refleja el esfuerzo por continuar con la producción cada día: “Perdí a mi madre a los 12 años y esto -el taller- es ella”. Los planos recorren el espacio con imágenes que transmiten la esencia artesanal, con herramientas sencillas que se trabajan en forma individual.

Entre moldes de madera y pinturas, uno de los trabajadores cuenta que la empresa “sigue en un 97% por amor y 3% por lo económico” y agrega sobre la historia del lugar: “Al principio, para imitar los modelos, trabajábamos con fotos porque no existía internet como la conocemos y no teníamos los planos”.

En un contexto donde era inaccesible conseguir una guitarra internacional, FAIM tuvo un crecimiento exponencial: los músicos, que hoy son reconocidos en el ámbito del rock nacional, adquirieron su primer o más añorado instrumento gracias a la marca de Iakimczuk.

Por su parte, Juan Antonio Ferreyra, más conocido como JAF, recuerda mientras toma su instrumento: “El primer concierto, lo toqué con esta guitarra en el ‘73. Hay elementos físicos que te hacen recordar y esta guitarra es uno. Cuando la agarro, tengo 15 años de nuevo: es un recuerdo táctil”.

Juan Carlos Iakimczuk, dueño y creador de la fábrica falleció en 2023.

Detrás de cámara 

Pablo Masello es periodista de profesión y músico de vocación. Creó el documental “como un homenaje, no solo a la familia si no a la marca que acompañó a gran parte del rock nacional”. 

La producción inició en 2019, con una idea que surgió mientras buscaba su primera guitarra FAIM: “Me dí cuenta que, al igual que yo cuando arranqué, hay una lista enorme de músicos que iniciaron su carrera con este instrumento”, explicó el director en diálogo con Noticias Argentinas.

En la misma conversación con esta agencia, Masello contó que, en el momento de auge de la fábrica, “era la única guitarra que uno podía llegar a alcanzar con esa calidad”, en cuanto a lo económico. 

Sobre la conexión emocional con los elementos musicales, que se ve reflejada en el film, el autor recomendó “no vender el primer instrumento porque, como dijo JAF, ‘es un recuerdo táctil'. Te conectás con aquello que te acompañó desde el inicio, a partir del momento en que empezaste a soñar con ser una estrella de rock”. (NA)