UNA: ¿A qué nos
referimos cuando hablamos de "cine villero"?
CB: El "cine villero" es el fenómeno que se dio a partir del año
2007 donde la producción cinematográfica de las villas pasa del cine amateur -
compuesto de cortometrajes y con una circulación muy limitada a las villas- al
cine profesional -donde se producen largometrajes con estreno comercial y que
circulan por festivales, internet y medios de comunicación-. Como este mismo
fenómeno se extendió también a otros lenguajes artísticos, se terminó generando
un proceso de inclusión cultural caracterizado por la profesionalización,
institucionalización y comercialización del arte de las villas.
UNA: ¿Cómo se estudia este proceso y cuales son los principales marcos
teóricos?
CB: Yo tenía tres ámbitos para estudiar. Un saber -la mirada que
ellos proponían sobre la villa y la sociedad-, una normativa -los criterios de
funcionamiento de la industria cinematográfica- y una relación de poder -que se
traduce en esa disputa con el discurso dominante por la representación de las
villas-. Saber, norma y poder; ese es el trinomio que caracteriza a Michel
Foucault. Foucault es el autor principal del marco teórico de la tesis y es el
que me permitió estudiar las tensiones y los problemas que tuvo este movimiento
artístico en el proceso de inclusión cultural. Hasta dónde pudo expandirse ese
discurso y hasta donde no. De ahí proviene el nombre de la tesis: "La expansión
del discurso subalterno". Aunque también fueron muy importantes los aportes de
Ernesto Laclau en lo que respecta a la construcción de la identidad política.
UNA: ¿Cómo se da ese proceso de inclusión cultural?
CB: En primer lugar, surge la voz del villero en el cine. Con esto
me refiero al hecho de que, en 90 años de cine nacional, nunca había estrenado
una película realizada por un villero en una sala comercial. Es decir, los
directores de otros sectores sociales producían películas que hablaban sobre la
villa pero nunca desde la villa. La mirada del villero no aparecía. Con el
estreno de "El nexo" -primera película del cine villero estrenada en el año 2007-
ese sector social que nunca había hablado comienza a hablar, y no sólo habla
sino que también mira y expresa su visión del mundo y de las otras clases
sociales. Puntualmente en el cine, comienza con tres autores -Julio Arrieta,
Nidia Zarza y César González- que llegaron a ganar festivales de cine
nacionales e internacionales, tuvieron éxitos de taquilla y de audiencia en
internet, además de que lograron circular por medios de comunicación masivos y
especializados en cine.
UNA: ¿Esto se da en conjunto con otros lenguajes artísticos?
CB: Si, también podemos hablar del suceso de Flor de Piedra y Damas
Gratis en la Cumbia Villera, de la carrera internacional de Nahuel Alfonso en
la Fotografía Villera o del peso que tuvo el Rap Villero a partir de Esteban "El
as" o Filli Wey. El punto es que el arte villero logra elevarse al nivel de la
enunciación. Esta primera columna consiste en la aparición de la enunciación
villera.
UNA: ¿Cómo sale el cine villero de la villa y llega a otros espacios?
CB: Esto tiene que ver con la inclusión en el circuito de la
industria cinematográfica. En la actualidad, nuestro consumo cultural influye
muchísimo en la forma en que nos representamos la realidad. Por ejemplo, el
imaginario que podamos tener sobre las villas depende bastante de los medios de
comunicación que seguimos habitualmente, los libros que leemos, las películas
de cine que vemos, las páginas web que visitamos, etc. Por lo tanto es central
que hayan podido ingresar en la industria cultural porque de esa forma podían
hacer circular esa voz que nunca se escuchaba.
UNA: En cuanto al contenido, todas las películas comparten cierta
reivindicación de la villa y el villero. ¿Por qué se da esto?
CB: Porque en el fondo todo este movimiento tiene un objetivo
político que consiste en discutir el discurso dominante que los encasilla, los
estigmatiza y por lo tanto, termina reproduciendo la exclusión. Lo que hacen es
reivindicar al villero como un sujeto cultural, demostrar que también puede
comunicarse desde el arte y no sólo desde la falta, la delincuencia o la
explotación que es donde los suelen poner. Es un discurso subalterno que
intenta discutir con un discurso dominante que hasta ahora no lo escuchaba. Es
decir, el arte villero, y el cine en particular, lo que intentó es restaurar
desde lo simbólico el lazo social que está roto desde lo real.
UNA: ¿A qué conclusiones arribó en el trabajo?
CB: En primer lugar, fue un logro maravilloso el hecho de que este
sector social haya podido articular sus demandas y su visión del mundo gracias
al arte y a sus artistas. Pero, la segunda conclusión importante es que
lamentablemente, por ahora, no han podido influir en la opinión pública. La
expansión del discurso no pudo llegar hasta ahí. Por ejemplo, el feminismo en
los últimos 5 años ha logrado instalar socialmente varios debates sobre
cuestiones de género. Pero los villeros todavía no han logrado que se instalen
los debates que querían instalar. En ese punto, pude comprobar que la industria
cinematográfica y las industrias del entretenimiento no están funcionando como
un campo ni como un sistema sino como un dispositivo de control que lo que
controla es la circulación social del discurso. Hay discursos a los que les
resulta casi imposible circular. Por eso, el discurso no es el campo donde se
da esta batalla cultural, sino que es la herramienta gracias a la cual podemos
aspirar a dar esa batalla. La buena noticia es que, gracias al arte, ellos ya
tienen esa herramienta y están dando la pelea.
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