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23-10-2019 | Reportaje | |||
UNQ: Entrevista a MarÃa Rosa del Coto | |||
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Hay pocas personas que se
identifican tanto con un tema que su propio nombre tiene la capacidad de
confundirse hasta reemplazar el tÃtulo de la asignatura. Desde hace varios
años, Semiótica de la imagen ha dejado de llamarse de ese modo para pasar a ser
"la
materia de Del Coto". Para los estudiantes de Comunicación Social de la
Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) que han barrenado sus cursos, el espacio
representa todo un ritual. Hoy perfilaremos a MarÃa Rosa, una profesora que
desde su primera clase estuvo dispuesta a aprovechar cada segundo disponible
con el propósito de que sus estudiantes pudieran aprender un arte. SÃ, el arte
de leer y desencriptar imágenes. Sin embargo, con el
tiempo, desde la literatura se deslizó hacia la semiótica, un campo que también
tenÃa como eje a los objetos textuales; aquellas imágenes que, como el
proverbio proclama con orgullo, "valen más que mil palabras". "El
desarrollo de la semiótica se dio siempre al amparo de la lingüÃstica y de la
teorÃa literaria. Con el retorno a la democracia se renovaron todos los planes
y, a partir de aquel momento, se especificaron mucho más las áreas de estudio.
Emergió la socio y la psicolingüÃstica, por caso", cuenta Del Coto, que
de joven jamás proyectó hacer la carrera académica que más tarde harÃa.
Trayectoria que hoy la encuentra como una de las máximas referentes argentinas
del espacio. Empezó a dar clases en la
Licenciatura en Comunicación en 1987; carrera inaugurada un año antes en la
UBA. Fue convocada para dar Semiótica de los medios y, en paralelo, se abrió la
materia Semiótica II, dictada por Eliseo Verón. MarÃa Rosa lo acompañaba hasta
que, pronto, también quedó a cargo. Era vivaz, aplicada y talentosa: "Las
primeras experiencias fueron muy reconfortantes, siempre me gustó mucho la
docencia. Es cierto, puede que tenga poca interacción con mis alumnos pero toda
la vida pretendà cumplir con mis obligaciones en el aula y que todos pudieran
aprender. El proceso de docencia e investigación lo afronté de manera
complementaria; las clases servÃan para retroalimentar lo que exploraba a nivel
teórico y viceversa", admite. Y completa, como siempre, haciendo gala
de una sinceridad absoluta: "La distancia etaria es fatal. Las
conversaciones se tornan más complicadas. Y ello es totalmente entendible en la
medida en que los temas que me interesan a mà y los que les interesan a ellos
ya no concuerdan", manifiesta. Y un dÃa llegó a la UNQ.
Se tomó el 98, con buena literatura a bordo, desembarcó en Quilmes y se enamoró
pronto. Casi que ni bien entró, un amor a primera vista. "Me gustó mucho cuando la conocÃ,
es una Universidad hermosa. Además, el espacio y los intercambios cotidianos
funcionan más a la escala humana, respecto de otras instituciones que tienen
comunidades mucho más grandes pero menos sólidas. Es más acogedor. Recuerdo que
llegué cuando recién se abrÃa la carrera y toda la gente que discutÃa sobre los
planes de estudio lo hacÃa con un gran interés y fervor. Una sensación de
vitalidad muy linda". Vitalidad que aún persiste y que muchos de sus
colegas también se concentran en subrayar. Del Coto reivindica a la
educación pública, ya que es "la usina que permite las transformaciones
de los sujetos en relación con su estilo de vida y sus condiciones sociales".
Cuando la UNQ cumplió 25 años se sorprendió con el porcentaje de alumnos que
pertenecÃan a la primera generación al interior de sus familias: "Eso
es algo positivo. Algunas veces no se valora tanto. En las privadas, los
alumnos son algo asà como clientes que pagan un servicio. Es una lógica muy
perversa que no contribuye demasiado", advierte. Está próxima a jubilarse
pero no descansa. Quiere volver a la lectura desacartonada, a los cuentos de
Borges, a la prosa de Onetti. A suspender el análisis y relajarse un poco… pero
no tanto. Compró muchÃsimos libros que tiene ahÃ, esperando, a que finalmente
se decida a volver. Sin embargo, antes, resta una cuenta pendiente: culminar el
doctorado de Semiótica en la Universidad Nacional de Córdoba y que su tesis, de
una vez y para siempre, se convierta en libro. El futuro, entonces, la mantiene ocupada. Un provenir que combina la academia y su gusto por la cocina. SÃ, hace unas milanesas increÃbles; no lo dice de manera directa pero sus ojos y su sonrisa a media asta permiten entrever la especialidad de la casa. "Hago platos refinados para mi familia y amigos. No soy una gran creadora ni innovadora, como te podrás imaginar, pero sigo la receta y sale muy muy bien. Ese es el secreto al final: seguir las instrucciones. Para algo están, ¿no?". |