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12-07-2019 | "No aceptar a las mujeres sería retrógrado", afirman sus compañeros de trabajo | |||
El volante tiene cara de mujer: Érica Borda, la primera mujer chofer de la LÃnea 130 | |||
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Érica Borda logró ser chofer de la LÃnea 130 después de una batalla legal de ocho años. Finalmente, el Poder Judicial falló a su favor exigiéndole a la empresa que el 30 por ciento de su plantel sea femenino. También obligó al Gobierno nacional que tuvo que crear el primer Registro de Mujeres Aspirantes a Choferes de Colectivo (REMACC). Una historia de lucha -sobre ruedas- por la paridad de género.
Son las 12 del mediodÃa en la cabecera de Boulogne de la lÃnea 130. Hay siete choferes terminando de almorzar en el comedor cuando entra Érica, que lleva la misma campera y camisa azul que sus compañeros.
- Pero mi camisa es más femenina, tiene pinzas- dice Érica que también tiene los ojos delineados con negro y usa un pañuelo rosa, aunque tiene el que le dio la empresa, con rombos celestes y verdes, guardado en la cartera.
Borda saluda a sus compañeros, uno por uno, mientras guardan sus tuppers y se van levantando. Érica toma una servilleta y empieza a juntar las migas que dejaron en las tres mesas del comedor. Los demás la miran. Hay un chofer que sigue sentado, pero cuando Érica limpia su mesa, se levanta y afirma entre risas:
- Esto es lo que les toca a las mujeres.
- ¡Qué hijo de puta!- dice alguien desde el fondo.
En un terreno en el que las mujeres fueron históricamente excluidas, Érica abrió camino. Y no es esta la primera vez. Ya habÃa sido conductora de la lÃnea 140 durante doce años hasta que la echaron sin motivos, en 2011. Entonces, buscó trabajo en otras lÃneas pero la respuesta era siempre la misma: "No tomamos mujeres". Cansada de la discriminación, presentó junto a la DefensorÃa General de la Nación una acción de amparo contra el Estado Nacional y tres empresas de colectivos: Los Constituyentes SAT; Transportes Avenida Bernardo Ader S.A. y Transporte Escalada SAT.
Borda tenÃa dos pretensiones: la primera de naturaleza individual, reclamaba la protección del derecho subjetivo a obtener trabajo como chofer de colectivo; y la segunda, de dimensión colectiva, con el fin de que las empresas readecuaran sus polÃticas de selección y contratación de personal, de forma tal que cesaran con las prácticas discriminatorias hacia las mujeres. También, solicitó la anulación del Convenio Colectivo de Trabajo Nº 460/73 de la Unión Tranviarios Automotor (UTA), ya que no contempla a las mujeres como trabajadoras. En el texto se refiere a ellas como las esposas de los trabajadores o quienes alumbran a sus hijos o hijas.
- Inicié el proceso para las que venÃan, no para mÃ. No querÃa que otra mujer sufriera lo mismo que yo- explica Érica que tuvo que buscar otra profesión para mantener a sus cuatro hijos. Estudió enfermerÃa y ejerció durante dos años.
- El trabajo de enfermera es diferente porque implica un esfuerzo fÃsico y mental muy grande. Hay que atender al paciente y contener a la familia. Además, el sueldo de enfermera es casi la mitad que el de un colectivero.
La defensa de las empresas demandadas se estructuró sobre la base de que los hombres son quienes conducen porque han sido casi los únicos que se postularon para desempeñar esa tarea. Esta afirmación da cuenta de la desigualdad estructural que sufren las mujeres en un mercado laboral sesgado por estereotipos de género.
Recién en octubre de 2018, la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo dictó una sentencia definitiva que dio lugar al reclamo colectivo. Condenó a las tres empresas demandadas a que confeccionaran un Protocolo de Buenas Prácticas en la selección de personal y les exigió la contratación, en el futuro, de personal femenino hasta alcanzar el cupo del treinta por ciento. También, el Tribunal instó a los poderes Ejecutivo y Legislativo a que adopten medidas apropiadas para revertir la discriminación por género.
En lÃnea con el mandato judicial, en enero de este año, el Gobierno nacional creó el Registro de Mujeres Aspirantes a Choferes de Colectivo (Remacc) para que las empresas lo consulten al momento de convocar a nuevo personal. Borda fue le primera inscripta y hoy ya son doce. Sin embargo, Érica advierte sobre el problema que tiene el Registro: "Para anotarte tenés que tener el curso de la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT) que sale alrededor de 15 mil pesos, más los tres mil de la licencia profesional. Antes del fallo, las mujeres no hacÃan el curso porque invertir 18 mil pesos era regalar la plata para un puesto de trabajo que no tenÃas. Y ahora, la mayorÃa de las mujeres que pueden inscribirse quedaron solas o tienen cargas de familia. ¿De dónde van a sacar 18 mil pesos?, se pregunta.
Por eso, aunque Borda ya cumplió su objetivo, sigue luchando para que se les pueda otorgar un subsidio a esas mujeres. También, se creó un listado alternativo para ellas que ya cuenta con 30 inscriptas.
- Mi deseo es que sea más natural ver a una mujer manejar el colectivo- confiesa Érica.
Para sus compañeros, que manejen hombres o mujeres es indistinto.
- No aceptar a las mujeres serÃa retrógrado- afirman.
- Yo sabÃa que me iban a recibir bien. No noté rechazo- asegura Érica.
- El tema es cuando se va, ahà sà le sacamos el cuero- agrega uno de los choferes y todos se rÃen.
Para el delegado Ariel MartÃnez, las bromas y chicanas son "una forma de aceptación". Sin embargo, Érica se encarga de dejar las cosas en claro:
- Yo no vine a ser conflictiva, pero voy a defender lo mÃo.
Y defender lo suyo también implica definirse como chofer o conductora, pero no colectivera:
- Dentro de este rubro decir colectivera es referirse a la acompañante, la "novia" del chofer. A mà no me ofende en realidad, pero prefiero aclararlo.
Desde que Érica se incorporó a la empresa, en abril, el único cambio que tuvieron que hacer los choferes fue en la forma de hablar.
- Ahora hay que tener más recaudo, pero es un lindo desafÃo que empiecen las mujeres acá- explica el chofer MartÃnez.
Después de Érica, fue contratada Sabrina Gutiérrez y, actualmente, hay otras dos mujeres haciendo las prácticas. Los pasajeros ven la incorporación de las conductoras con buenos ojos. Explican que las mujeres frenan más suave y tienen más consideración. Según la Asociación Civil Luchemos por la Vida, las mujeres conducen en forma más segura que los hombres y se cuidan más (usan más el cinturón de seguridad y el casco). La tendencia de los varones a arriesgarse en las calles y rutas tiene como resultado que siete de cada diez vÃctimas de tránsito en el paÃs sean hombres. Los datos demuestran la falsedad del dicho "mujer al volante peligro constante".
- No sé si decir lo que dicen de los varones… - les comenta Érica a sus compañeros-. El otro dÃa subieron acá, en Ader, dos mujeres y lo primero que dijeron fue: "TenÃa que ser mujer para que arrimara al cordón". Se ve que algunos no están bien vistos.
- Pero también estamos los buenos… yo estoy casado con una pasajera, asà que tan mal no me porté- retrucó MartÃnez.
Ya son las 13, Érica tiene que partir. Pasa por el control, toma la planilla de los horarios y va al colectivo que comparte con el chofer de la mañana. Se abrocha el cinturón e inicia el recorrido.
- Me quiero comprar un parlantito porque si no tengo música me pongo a cantar sola. Es que con el tráfico te volvés loca- cuenta Érica riendo.
Ni bien sale de la terminal está la prueba de fuego: la curva de la Avenida Rolón.
El colectivo pasa con lo justo, pero Érica ya le agarró la mano.
- Hoy los colectivos tienen caja automática y sistema hidráulico. La única diferencia con un auto particular es la dimensión. Pensar que el cuerpo de la mujer no está preparado para manejar colectivos es quedarse en el tiempo.
Unas paradas más adelante sube una señora mayor.
- A Munro- dice y apoya la tarjeta Sube en la máquina. Cuando está por pasar al fondo se detiene y le dice a Érica con una sonrisa:
- Nunca vi a una mujer chofer, la felicito.
- Ahora nos va a ver un poquito más- retruca Érica.
Es un dÃa tranquilo, no hay tráfico. Érica va dos minutos adelantada. Si llega a la terminal de La Boca con esa anticipación serÃan dos dÃas de suspensión.
- No pasa nada, ya nos va a agarrar un semáforo o una parada con mucha gente y compensa.
En la parada neurálgica de Retiro hay una fila larguÃsima.
- ¡Cuidado la puerta por favor!- dice Borda y sigue.
Después de dos horas, llega a La Boca bien de tiempo. Tiene diez minutos para descansar. Come un sándwich, toma un vaso de gaseosa y arranca. A lo largo del dÃa, dará dos vueltas completas, algo asà como ocho horas y media.
- Ahora hay más tráfico, en un rato empiezo a cantar- comenta Érica.
En la siguiente parada sube una mujer que la mira sorprendida.
- Es la primera vez que tomo el 130 y hay una mujer, ¡bienvenida!- le dice tomándola del brazo.
Y Érica vuelve a responder:
- Ahora nos va a ver un poquito más.
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