|
|||
16-11-2011 | CAREM | |||
Lima: Comienzan a construir la primera central nuclear 100% argentina | |||
|
|||
Carem es el acrónimo de "Central Argentina de Elementos Modulares". Es una unidad chica, capaz de acoplarse modularmente en conjuntos mayores que compartan servicios, como quien le suma pilas a una lamparita. Es una solución ideal para paÃses con grandes territorios (la Argentina es el noveno del planeta) que necesitan "oasis eléctricos" en sitios alejados de las lÃneas de alta tensión, especialmente en desiertos o islas. Por su seguridad "inherente", el Carem deberÃa estar al menos 20 veces menos expuesto a accidentes del núcleo que sus equivalentes grandes de última generación, porque el núcleo se refrigera solo, sin bombas, por convección. Además, este primer prototipo tendrá un 70% de componentes nacionales y un 100% de ingenierÃa local. Entre los años 80 y 90, la Argentina se convirtió en un respetado exportador de pequeños reactores "de investigación", término genérico que incluye desde laboratorios de nuevos materiales hasta unidades escuela para formar ingenieros, quÃmicos y fÃsicos nucleares, y fábricas de radioisótopos de uso médico. Los reactores hacen de todo excepto generar electricidad. Pero si los reactores cuestan entre 200 y 300 millones de dólares, las centrales salen miles de millones por unidad. Hay 432 operando, se están construyendo 44, y Yukiya Amano, director general del Organismo Internacional de EnergÃa Atómica, dice que en 2030 habrá entre 190 y 350 más. El Carem serÃa una muy pequeña puerta de entrada a este Coliseo. Pero para un gladiador que "se las trae". Su construcción es un milagro de tercer grado, porque desde su presentación en congresos, en 1984, la idea debió soportar la indiferencia, la hostilidad y el escepticismo. A diferencia de las otras tres centrales, que pueden iluminar a casi 7 millones de argentinos, el pequeño Carem 25 abastecerá a sólo 100.000. No vino a resolver la crisis energética, sino que está pensado para ser el "showroom" de un concepto que se está poniendo de moda: las minicentrales nucleares con "seguridad inherente", que hoy están en el centro de interés. Rusia ya construyó una flotante, el barco Lermontov, de 100 megavatios, para dar potencia a costas remotas. Y planea otras once más. Debido a su simplicidad minimalista, el Carem fue despertando fanatismos. En su tránsito de la CNEA a Invap, y de regreso a la CNEA, el proyecto fue reclutando una guardia pretoriana de ingenieros, fÃsicos y decisores que, a lo largo de 27 años, contra viento y marea, apostaron y aportaron a esta idea no sólo miles de horas/hombre de diseños y rediseños, sino de construcción y testeo de modelos fÃsicos de todos sus combustibles, sistemas y subsistemas. Hasta se construyó un prototipo del prototipo, un minúsculo reactor nuclear (el RA-8) en Pilcaniyeu, RÃo Negro, únicamente para ensayar los combustibles del futuro Carem. Con la excavación de los cimientos y el presupuesto de 2012 ya aprobados, ahora los problemas son otros. Para la presidenta de la CNEA, la doctora Norma Boero, vienen de dos tipos: por una parte, hoy los elencos de la Comisión se componen de sexagenarios que saben mucho y de treintañeros brillantes, pero poco acostumbrados a trabajar en equipo. Por otro lado, hay multinacionales que ofrecen fortunas por llevarse la tecnologÃa del Carem a casa. (Entre otras, en 2001, la compañÃa Hitachi vino a ver si se llevaba el proyecto). "Si afuera apostaron a que no lo hacÃamos, no los culpo. Pero se van a dar una sorpresa", gruñe, feliz, Francisco Boado Magan, gerente de proyecto. En dos años, Boado pasó de dirigir 11 personas a 150 especialistas, a los que se suman otros 150 expertos de otras gerencias. Hoy se lo ve vigilante, en medio de la polvareda de obra, con sus enormes brazos en jarras, entre un ir y venir de camiones, topadoras y grúas. El segundo Carem, a construirse en Formosa, tal vez llegue a los 150 megavatios (el consumo de 600.000 argentinos) y arroje luz sobre cuál será la potencia ideal para la fabricación en serie. La filosofÃa de seguridad pasiva (el núcleo se refrigera solo, sin bombas de agua) impone lÃmites de tamaño que habrá que investigar. El Carem no es una joya de la abuela: es de los nietos. Como dijo un prócer de la CNEA, Carlos Aráoz, "el negocio nuclear es de tecnologÃa. No pasa por iluminar lamparitas, sino empresas y cerebros". Por Daniel Arias para LA NACION
|