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Un verdugo en el umbral | |||
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El Frente de Todos empezó por hacer un cambio -cambió el nombre- y Juntos por el Cambio no cambió nada, por ahora. De todos modos, no era lo relevante. La misma denominación con candidatos competitivos puede relucir, mientras que una nueva marca sin figuras con valor agregado propio, no incide fuera del voto duro (que es donde se define la elección). Sin nuevas ideas, figuras, metodologÃa o estilos, es lo de antes con un nuevo branding. Para una parte importante del electorado, el ex Frente eran "los peronistas" o "el kirchnerismo".
Como lo anticipamos varias veces en esta columna, el incentivo a la ruptura en las dos coaliciones era muy bajo. Si un espacio puede ganar, el que rompe pierde, salvo que tenga un capital propio muy grande. Y para el que puede perder, mejor atravesar la derrota dentro de una marca más contenedora, y no arriando jirones nostálgicos de lo que fue y ya no es. Tampoco se pudo materializar el sueño de una nueva gran coalición de centro moderado, una neo "ancha avenida del medio". No todo lo que es reconocible en términos sociológicos, puede transformarse luego en un proyecto polÃtico.
Dado que al final no hubo grandes novedades en materia de alianzas -hasta la izquierda se mantuvo unida- lo más interesante vendrá dentro de una semana cuando se conozcan las candidaturas concretas. Hay que advertir que la inscripción de un partido o frente no necesariamente significa que habrá un candidato presidencial concreto, sino que en algún caso pueda ser una coartada para amargar competir, pero al final estar como independiente en otro espacio (¿puede ser aun el caso de Schiaretti?). Diez dÃas entre una presentación y otra puede ser una eternidad.
Dado que en Juntos el agua no llegó al rÃo -y la ampliación del espacio estuvo dentro de lo previsible- el mayor atractivo lo tuvo la semi plena prueba de que el peronismo volverá a tener una primaria presidencial después de 35 años. Claro, aquella de Menem vs. Cafiero fue una gran puja de liderazgos dentro de una ola renovadora. Esta quizá sea una simple pelea deslucida entre un histórico y uno más joven, ambos con baja probabilidad de éxito en el comicio general. SerÃa una primaria porque "no queda otra": la lÃder se auto excluyó, su alternativa ¿no puede / quiere competir?, y un gobernador con potencialidad electoral en su distrito que no acepta salir al ruedo. Dado que el experimento Alberto fracasó, mejor cumplir con la consigna de que "mi único heredero es el pueblo" (siempre hay consigna de Perón a mano): tiene menos costos polÃticos, el más votado tendrá un hándicap de ganador y de paso nadie podrá decir que no hay democracia interna.
Hoy por hoy, cada "junto" y cada "unido" obtendrÃan menos votos que el "león" Milei. ¿Es eso tan importante? Relativamente. Al final, si cada espacio consolida sus votos de las PASO, ahà irá el ojo un poquito (no mucho) más sofisticado de los mercados. Si por alguna curiosidad sociológica, los candidatos de la nueva Unión suman más que las otras fuerzas, no será relevante quién salgo segundo, tercero, cuarto o quinto, pues el mundo de los negocios se inquietará (equivocados o no).
Ya analizamos aquà hace un par de semanas las potencialidades de Scioli y Wado. El "Pichichi" fue uno de los protagonistas de la semana. Siempre fue particular: no deslumbra, no propone nada nuevo, se rÃe de sus defectos y hace spots sobre eso, no tiene al apoyo de las estructuras y desafÃa al consenso de la liga de gobernadores. Cualquier en su caso ya hubiese abandonado, pero él se empecina en revivir su actitud resiliente post accidente náutico. ¿Cree que es la hora de los héroes contra los aparatos? ¿Le alcanzará a este modelo Scioli 2023? ¿Acaso esta resistencia a Cristina deberÃa haber sido su estrategia en 2015? Aunque los números no le sonrÃen, habrá que observarlo con detenimiento los próximos dos meses (si es que le dejan inscribir su candidatura).
En la realidad polÃtica - mediática, cuando se instala un interrogante es el prólogo de un pronóstico negativo. La duda metafÃsica de esta semana que concluye es respecto a la potencialidad de Milei post fracaso de su socio Bussi en Tucumán. Hay varias cosas para señalar:
1. si se produce una polarización como en aquella provincia, el tercero es "el pato de la boda" (la libertad parece que no avanza indefinidamente);
2. el mal desempeño es más notorio porque se trató de una fuerza con piso histórico, pero le fue mucho peor; y
3. el electorado del libertario es en su mayorÃa independiente y despolitizado, ergo votará lo que se le cante en cada circunstancia.
En sÃntesis, que no le haya ido bien a sus candidatos locales, no se debe extrapolar a la presidencial. Pero aquà viene otra percepción respecto a que "peluca" se pinchó y está bajando. Claro, al ritmo que venÃa creciendo entró en una meseta, lo cual no significa un descenso. De todos modos, es legÃtima la pregunta respecto a si es un fenómeno en las encuestas, pero que luego no se verificarÃa en las urnas (cuesta creer a esta altura que no hará una buena elección tratándose de un outsider).
En una semana tan prolÃfica en detalles jugosos, quedan muchÃsimas cosas en el tintero, como las curiosas primarias en Mendoza. Al final De Marchi tenÃa un capital propio y Cornejo no era tan rey como se decÃa, más allá del papelón peronista en una provincia que supo tener gobernadores justicialistas de lujo como Bordón.
La gran mayorÃa de los oficialismos provinciales sigue ganando, y si pierden es con una astilla del mismo palo. Lo que también se verifica es: 1) peronismos oficialistas que sacan menos votos comparado con 2019, 2) los juntos que son oposición crecen un poco, y 3) escenarios de mayor abstención y/o voto en blanco.
Mientras la inflación le sigue pisando los talones a los ingresos, no sabemos si la casta tiene miedo -porque no le va mal electoralmente- pero es evidente que hay fatiga de materiales. Tomando a Engels (y el maravilloso libro de Andrés Rivera): todos tienen ya "un verdugo en el umbral".
* Carlos Fara. Consultor PolÃtico.
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