24-04-2024
"3 de febrero de 1852, el d铆a que cambi贸 la historia argentina para siempre"
Por Gustavo Gabriel Zandonadi (*) @GustavoZandon11
Hab铆an pasado m谩s de cuatro d茅cadas desde el rompimiento de la instituci贸n virreinal, sin embargo la clase pol铆tica era incapaz de organizar el Estado sobre las premisas de un orden jur铆dico fundamental para asegurar una convivenvia pacifica. La situaci贸n estall贸 en la Batalla de Caseros. Las consecuencias fueron la ca铆da de Rosas, la secesi贸n de Buenos Aires, la sanci贸n de la Constituci贸n del 53 y la elecci贸n de Urquiza como presidente, un mandatario que los porte帽os percib铆an como extranjero.

驴Por qu茅 el 3 de febrero cambi贸 la historia para siempre?

Juan Manuel de Rosas gobern贸 con mano de hierro la Provincia de Buenos Aires, sobre todo en su segundo mandato, entre 1835 y 1852. Beneficiado por la geograf铆a, controlaba el puerto y las rentas de la aduana. Tener el puerto de bonaerense bajo control le daba un enorme poder. Con una mera decisi贸n administrativa pod铆a sellar el destino del interior. El secreto de su poder estaba en mantener al interior del pa铆s econ贸micamente postergado y pol铆ticamente dividido. Precisamente ese era su principal argumento para negarse a convocar una asamblea constituyente para organizar jur铆dicamente al Estado: seg煤n su an谩lisis, primero hab铆a que superar esas diferencias antes de empe帽arse en redactar un libro que de por s铆 no iba a solucionar nada. 

Todo cambi贸 el 3 de febrero con su ca铆da. Hab铆a tantos rencores acumulados a lo largo de su largo per铆odo que prefiri贸 exiliarse para salvar su pellejo. Se embarc贸 rumbo a Inglaterra y no volvi贸 a pisar suelo argentino. Los d铆as que vinieron despu茅s fueron duros y aciagos. Buenos Aires fue intervenida por Urquiza, que nombr贸 gobernador a Vicente Lopez, ex presidente de las Provincias Unidas del R铆o de la Plata y autor de la letra del himno nacional. Paralelamente Urquiza convoc贸 a las provincias a un acuerdo en la ciudad de San Nicolas para sentar las bases de la futura constituci贸n nacional. Lopez firm贸 el pacto en representaci贸n de Buenos Aires pero los porte帽os, al ver que su provincia no ten铆a posibilidades de imponerse sobre las dem谩s, lo derrotaron. Buenos Aires se sumergi贸 en un nuevo periodo de inestabilidad pol铆tica que culmin贸 en la Revoluci贸n del 11 de septiembre de 1852 por la cu谩l abandon贸 la Confederaci贸n Argentina.

Desde entonces y por espacio de una d茅cada, hubo dos paises: la Confederaci贸n Argentina por un lado, conformada por todas las provincias existentes en ese momento, con capital en Parana y bajo el liderazgo de Justo Jos茅 de Urquiza y el Estado de Buenos Aires por el otro, bajo la creciente influencia de Bartolome Mitre y con el el R铆o de la Plata bajo su dominio. La Confederaci贸n reuni贸 al Congreso General Constituyente y sancion贸 su Constituci贸n el 1 de mayo de 1853. 

Por su parte los bonaerenses tambi茅n tuvieron su propia Constituci贸n del Estado de Buenos Aires, vigente desde el 11 de abril de 1854, que en sus primeros art铆culos dejaba bien claro que no aceptaban la dominaci贸n de ning煤n mandatario extranjero, en clara referencia al caudillo entrerriano, qui茅n fue elegido como primer  presidente de la Confederaci贸n en 1854.

驴C贸mo llegamos a esto?

El Virreinato del R铆o de la Plata dej贸 de existir para siempre el 25 de mayo de 1810. Se desat贸 un periodo de ciega violencia que comenz贸 con el fusilamiento del ex virrey Santiago de Liniers y continu贸 con una d茅cada de inestabilidad pol铆tica signada por un sinf铆n de gobiernos d茅biles y ef铆meros, surgidos por la fuerza de las armas. El per铆odo revolucionario culmin贸 en 1820. Durante un tiempo hubo una paz precaria, que lleg贸 a su fin con la Guerra del Brasil y a su t茅rmino, el fusilamiento de Manuel Dorrego, a manos del general Lavalle. El retorno de la violencia hizo madurar la idea de contar con un gobierno fuerte que haga sentir el peso de su autoridad. As铆 lleg贸, y para eso, Juan Manuel de Rosas. 

El Restaurador de las leyes tal como se lo comenz贸 a llamar, gobern贸 durante tres a帽os y al finalizar su mandato march贸 a la Campa帽a del Desierto para enfrentar a los indios. Mientras esto ocurr铆a en los 煤ltimos confines de la civilizaci贸n, en Buenos Aires, encabezados por Encarnaci贸n Ezcurra, los partidarios rosistas se dedicaron a desestabilizar a todos los gobernadores con la finalidad de hacer posible el retorno de su l铆der a la primera magistratura. Tres a帽os despu茅s vuelve a ser electo gobernador pero lentamente le imprimi贸 a su gobierno un tinte autoritario. La condici贸n que puso Rosas para aceptar el cargo fue que la Sala de Representantes delegue en su persona facultades extraordinarias. Los legisladores aceptaron y de esta forma el caudillo bonaerense asumi贸 funciones ejecutivas, legislativas y judiciales, concentrando en su persona la Suma del Poder P煤blico.

La persecuci贸n a opositores (que debieron optar entre el exilio o la conversi贸n al rosismo para salvar su vida), los cr铆menes pol铆ticos y la sangre a granel se volvieron moneda corriente. Por si algo faltaba, desde el final de la Guerra del Brasil no hab铆a un poder ejecutivo nacional, por lo tanto el gobernador bonaerense ten铆a en sus manos la pol铆tica exterior de las Provincias Unidas. Ese delegaci贸n de facultades era renovada a帽o a a帽o por la Legislatura. El artilugio de Rosas siempre era el mismo: llegaba diciembre y presentaba su renuncia indeclinable argumentando razones de salud. El cuerpo legislativo renovaba la confianza en el mandatario, y todo segu铆a como siempre. As铆 fue hasta 1851. Ese a帽o las cosas no fueron iguales. Justo Jos茅 de Urquiza, gobernador de Entre R铆os, acept贸 la renuncia de Rosas. Al mismo tiempo se dedic贸 a preparar las tropas del Ej茅rcito Grande (nutriendose para ello de elementos brasileros, uruguayos y argentinos disidentes) para avanzar sobre Buenos Aires.
 
Mientras tanto Rosas esperaba en Caseros. El enfrentamiento tuvo lugar el 3 de febrero de 1852 en horas de la ma帽ana, en terrenos donde hoy se ubica el Colegio Militar de la Naci贸n. Ese d铆a 24.000 aliados (de los cuales 3500 eran brasileros y 1500 uruguayos) se batieron contra 23.000 porte帽os. Los vencedores subieron 300 bajas, al tiempo que los vencidos contabilizaron alrededor de 1500. 

Ese d铆a marc贸 el fin de una etapa caudillesca y el inicio de un largo camino que culmin贸 en la b煤squeda de un pa铆s unificado y abierto al futuro promisorio que pacientemente le aguardaba y que 170 a帽os todav铆a los argentinos no hemos encontrado la forma de construirlo.

脡se fue el nacimiento de la Argentina institucionalizada que no pudo superar la grieta entre el puerto y el interior.

(*) Bachiller Universitario en Derecho. Estudiante de Periodismo en la Escuela de Comunicaci贸n de Editorial Perfil.

Nota de opini贸n de 3 de febrero de 2022 exclusiva para Cadena BA y Diario Platense.