Hoy, en el
dÃa de la Inmaculada Concepción de la Virgen, y en medio de nuestro tiempo de Adviento
que finaliza con la llegada del señor Jesucristo, me pareció apropiado meditar
sobre el aborto, y algunas curiosidades históricas. Asà como la existencia de
la Virgen Madre está marcada por la certeza de que Dios está a su lado y la
acompaña con su providencia benévola, nosotros también poseemos dicha
oportunidad.
La Iglesia
católica, a la cual pertenezco, misterio de Dios encarnado, es peregrina y
asistida por el EspÃritu Santo, y siempre ha defendido la vida humana y la
reconoce como un don de Dios. A ella la han estado afectando con el aborto, el
cual tras décadas y centurias, renace aggiornado.
Mucha
curiosidad me provoca por los reales e intencionados motivos que provocan la
instalación mediática contemporánea en tantos paÃses, inclusive sin cesar en
éste histórico año de pandemia mundial.
Sin ir más
allá de los años ´60, en el Concilio Vaticano II, convocado gracias al papa "bueno"
Juan XXIII, en el cual participaron varias decenas de Obispos de nuestro paÃs,
se mencionó que "el primer derecho de una persona humana es el derecho a vivir";
y que bajo ningún pretexto, puede utilizarse el aborto como medio legÃtimo para
regular los nacimientos.Aborto
e infanticidio, fueron definidos como "crÃmenes nefandos".
Tras la
muerte de Juan XXIII, Pablo VI en su EncÃclica "Humanae Vitae" del año 1968
trató acerca de la doctrina de la Iglesia sobre la regulación de la natalidad.
Décadas posteriores, Juan Pablo II en ocasión de la VIII Jornada Mundial de la
Juventud alertó: "Con el tiempo, las amenazas contra la vida no disminuyen. Al
contrario, adquieren dimensiones enormes".
San Juan
Pablo II, en su EncÃclica "Evangelium Vitae" de 1995, habló del valor
de la vida humana y de su carácter inviolable. En aquellos momentos, se
proponÃa la eliminación de los recién nacidos malformados, de los minusválidos
graves, de los impedidos, de los ancianos, sobre todo si no son
autosuficientes, y de los enfermos terminales. Similar a las determinaciones
del Faraón sobre los hijos de Israel.
Como una
especie de penetración cultural, ya se hablaba de las contraprestaciones de las
ayudas económicas, con la aceptación de una polÃtica antinatalista, y de un
entramado de complicidades que llegaban a abarcar Instituciones
internacionales, fundaciones y asociaciones que luchaban sistemáticamente
alentando la legalización y difusión del aborto con auténticas campañas de
difusión de la anticoncepción y
esterilización.
"Reivindicar
el derecho al aborto, al infanticidio, a la eutanasia, y reconocerlo
legalmente, significa atribuir a la libertad humana un significado perverso e
inicuo: el de un poder absoluto sobre los demás y contra los demás", Juan Pablo
II. Él solicitaba llamar a las cosas por su nombre, sin ceder a compromisos de
conveniencia o a la tentación de autoengaño. "¡Ay, los que llaman al mal bien,
y al bien mal!; que dan oscuridad por luz, y luz por oscuridad", (Is 5, 20). Y
alertaba sobre la responsabilidad que les implica a los legisladores que hubieran
promovido y aprobado leyes que amparen el aborto. Legisladores que hablaban de "un
bien sólo relativo"; no de una enorme amenaza contra la vida y contra toda la
civilización, pues desde el momento en que el óvulo es fecundado, se inaugura
una nueva vida que no es la del padre ni la de la madre, sino la de un nuevo
ser humano que se desarrolla por sà mismo.
La
disciplina canónica de la Iglesia, desde los primeros siglos, castigaba con
sanciones penales a quienes se manchaban con la culpa del aborto con penas más
o menos graves, y el Código de Derecho Canónico de 1917 establecÃa para el
aborto la pena de excomunión.
La
Evangelium Vitae mencionó la necesidad de un cambio cultural, y de concientizar
sobre el valor inconmensurable e inviolable de toda vida humana, de redescubrir
el nexo inseparable entre vida y libertad ya que donde se viola uno, el otro
acaba también por ser violado. "No hay libertad verdadera donde no se acoge y
ama la vida; y no hay vida plena sino en la libertad".
Asà como
Juan XXIII, un dÃa en la tumba de Pedro reunió a los Padres del Concilio junto
con los hermanos "separados", Francisco hace años ha estado dando muestras de acercamiento
ecuménico y trabajo en equipo. En lÃnea con sus pasos, ha lanzado el Pacto
Educativo global y la EncÃclica FratelliTutti.
El papa
Francisco ha presentado un documento que fomenta las raÃces culturales dirigido
a todos los hombres sin tener en cuenta su fe o ideologÃa que sueña un amor y
una fraternidad por encima de las barreras y fronteras a partir de la
valoración de cada persona humana como criatura llamada a ser hija de Dios
frente a una degradación moral, que se burla de la ética, de la bondad, de la
fe, y de la honestidad. Asà propone una cultura del encuentro y fraternidad con
enseñanzas de buenos samaritanos que poseen rostros concretos a quienes amar que
conviven en la misma barca, y donde nos salvamos todos o no se salva nadie.
En una
sociedad manipulada ideológica y mediáticamente, que termina sutilmente
proponiendo alternativas a la polÃtica y colocándola por debajo y al servicio
de la libertad de empresa y de los intereses de algunos, Francisco expone como
valor inmenso, inalienable e inviolable de toda persona humana a la dignidad de
cada ser humano que nadie tiene derecho a ignorar o a dañar. La dignidad de los
bebes en gestación, de los "no nacidos", los ancianos, los pobres y discapacitados,
pues no se los considera como de valor primario.
FratelliTutti
es un documento con Madre, la Virgen MarÃa que cubre a los seres humanos de
convertirse en objetos de descarte debido a una visión reduccionista de la
persona y acentúa el "no matarás" de la EncÃclica de Juan Pablo II aseverando
que quien mata a una persona es como si hubiese matado a toda la humanidad y
quien salva a una es como si hubiese salvado a la humanidad entera.
Quizás
deberÃamos tener más representantes con amor a la vida y al ambiente donde
vivimos, y que piensen en sembrar para que otros, en décadas cosechen los frutos.
Personas que no hagan tanto caso a la utilización de estadÃsticas, de números,
de porcentajes, y sà al cuidado de la vida, del latir de cada corazón de cada
persona humana. Pues no es un "fenómeno", y menos aún a partir de la 3ra semana
donde ya palpita.
Estamos
viviendo un tiempo para ser coherentes, y consecuentes con nuestros testimonios,
un momento de oración y conversión al Evangelio. Recordemos que tal las
enseñanzas de Jesús a sus discÃpulos, con oración y ayuno podremos enfrentar y
expulsar a algunos demonios.
Los
beneficios de la pandemia están en camino, un nuevo idioma universal se está
gestando, deberÃamos prestar más atención a nuestras responsabilidades como
meros ciudadanos, padres, empresarios, o dirigentes laicos o religiosos.
Tiempo de
amor samaritano, no de aborto; tiempo de apertura de fronteras humanas, de
acercamiento, diálogo y escucha. Tiempo de alejarnos de la gélida y egoÃsta
globalización de la indiferencia cuyos
individualismos ya no nos asegurarán seguridad económica. Tiempo de entender
que el aborto fue y será siempre una injusticia grave, no una expresión de
independencia, libertad, o poder. De entender la incompatibilidad de cómodas
posiciones ante la eutanasia, el aborto, y el cuidado del medio ambiente.
Tiempo de
soñar en una humanidad que posea prioridades como la ética, la ecologÃa
integral, y las propias raÃces culturalesen un ambiente de estructura familiar.Tiempo
de generar trascendentes procesos de diálogo, escucha y pensamiento hacia un
modelo de hombre y mujer de fe, de esperanza, y de caridad, más que ocupar
espacios.
El papa
Francisco, en la Gaudium nos regaló una de sus cuatro poderosas frases: "El
tiempo supera al espacio". Los tiempos ya están cambiando, los procesos ya se
han iniciado, los espacios aún están ocupados.
"Quizá
podemos engañar a los hombres, pero a Dios no, Él conoce nuestro corazón mejor
que nosotros mismos", Francisco.
Gracias querido
papa Francisco, rezo por usted.
(*) Ex alumno salesiano.
Nota de opinión, exclusiva para Cadena BA de 8/12/2020.
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