26-04-2024
"Rumbo a la nueva normalidad"
Por Carlos A. Sortino (*) @CarlosASortino
Apareció una pandemia con su consecuente cuarentena y vino a postergar nuestros proyectos de vida y no sabemos hasta cuándo. Tampoco sabemos cómo será su salida colectiva. Lo que sí sabemos, o eso espero, es que los proyectos individuales tienen contexto. Eso es lo colectivo. 

Y lo colectivo se desarrolla, directa o indirectamente, desde las políticas públicas que propone el Estado, gobierne quien gobierne, te guste o no te guste. No importa que no te interese la política. La política se interesa por vos y se mete en tu vida. Porque cualquier proyecto político gobernante condiciona tu manera de vivir: tus posibilidades de estudio, de trabajo, de diversión, tu presente y tu futuro. 

¿Cómo será la nueva normalidad, de la que tanto se habla? ¿Todo cambiará, como dicen por ahí? Yo no creo que sea para tanto. Pero sí creo que hay que proyectar. 

Proyectar, por ejemplo, una democracia participada, o democracia fuera del canon. Proyectar un gobierno que abra sus puertas a la participación popular, a través de foros de intervención ciudadana en cada una de sus áreas, para el planteo, discusión, diseño, decisión y control de ejecución de las políticas públicas. 

El canon del que hablamos antes es liberal: se funda en la democracia representativa y en la alternancia en el gobierno, a través de elecciones periódicas, dentro de un orden jerárquico al que llama República, mientras que en lo económico sienta sus bases en el libre mercado y en la intocable propiedad privada. 

Estos principios tradicionales no son puestos en crisis en ninguna elección. La única discusión posible es quién ordena y conduce este complejo institucional y con qué grado de "sensibilidad social". Porque en ninguna elección está en juego la democracia, sino solamente la representación política del pueblo.

Y esta representación política ya no alcanza. El sentido práctico que supo tener, ya está agotado. Es cierto que la representación puede albergar contenidos democráticos, que hasta pueden ser dominantes, pero también es cierto que puede albergar contenidos oligárquicos y autoritarios, que hasta pueden ser, igualmente, dominantes. En cualquier caso, esa orientación depende de la organización política que acceda al gobierno del Estado.

Tenemos que militar la inclusión política, la democracia fuera del canon. ¿Condiciones objetivas y subjetivas desfavorables? Sí, claro. Pero la realidad, como supongo que todos saben, no es un límite, sino un punto de partida. Sobre todo, para un gobierno nacional y popular. Por eso es que hay margen para activar nuestro derecho a la innovación política, es decir, hacer ahora lo que nadie quiso, pudo, supo o imaginó hacer antes. 

Sólo necesitamos dirigentes con marcada voluntad política de llevar adelante estas transformaciones, una militancia preparada para sostenerlas y un pueblo dispuesto a experimentarlas. Nada más. Nada menos.
Esta dirigencia, esta militancia, este pueblo, tiene que poner en crisis su sentido común impuesto y aceptar el hecho de que la dominación de clase existe, para poder proyectar esta "nueva normalidad", con lo que aquí se propone o con otra cosa.

La deuda externa, el aporte de las grandes fortunas, la expropiación de Vicentín, con todo lo que ello significa en términos económicos, en términos político-ideológicos, aún están en las gateras y no se vislumbra la famosa luz al final del túnel. Eso es dominación de clase.

Lo que no existe por estos lares es la lucha de clases, como consecuencia de aquel sentido común impuesto. Fue reemplazada por un concepto teórico bastante inverosímil, como es el de la alianza de clases. Y es inverosímil porque las clases existen y la clase dominante no quiere saber nada con ceder un gramo de su poder. 

Todo esto no es más que el resultado político (impuesto o negociado) de un choque de intereses, que no es otra cosa que la lucha (abierta, encubierta o latente) por el acceso a recursos (intereses materiales) y/o por la hegemonía de valores y creencias (intereses ideológicos). 

Es la famosa "puja distributiva", metáfora progre de la lucha de clases (concepto muy anterior a Marx, pero claramente por él revitalizado), es decir, el "conflicto de intereses" entre los propietarios de los medios de producción y de cambio y los trabajadores autónomos y asalariados (excepto los propios de aquellos), procesado a través del Estado.

No es posible proyectar ninguna "nueva normalidad" sin una organización política que siga encapsulada en el campo de la "resistencia" y sólo impulse medidas de un "estado de bienestar" que no contradiga los intereses concentrados de la clase dominante, porque también eso es dinamitado por ella con toda su artillería.

Volver a la antigua normalidad o rumbear hacia una nueva normalidad dependerá de cómo se resuelva, o no, este conflicto central.

(*)  Carlos Sortino exclusivo para Cadena BA. 30/06/2020

Periodista, ex docente de la UNLP. Referente de la Agrupación Municipal Compromiso y Participación (COMPA): https://www.facebook.com/COMPALaPlata/