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"Berni es el policÃa de la esquina" | |||
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"Se puede aconsejar cómodamente…
desde un lugar seguro"
Soren Kierkegaard
Hubo un tiempo en que ser policÃa era ser alguien: con prestigio, con autoridad, con reconocimiento… El policÃa que estaba "de parada en la esquina" solÃa ser un referente: para las madres que querÃan que el pibe no torciera el camino; para las señoritas, que andaban del brazo y por la calle sin temor a que "los moscardones" las molestaran más allá del piropo; para los trabajadores que sabÃan que no iban a ser asaltados cuando salÃan de sus hogares a la madrugada porque siempre estaba allÃ, un "cana", de consigna.
En las escuelas te enseñaban sobre "los servidores públicos": el policÃa, el guardián de la plaza, el bombero… y uno confiaba en esas figuras posiblemente demasiado patriarcales para los tiempos que corren pero que, por entonces, estaban revestidas de cierta aura que les conferÃa confiabilidad y crédito.
Luego vinieron los años de plomo. Los desencuentros. Las fuerzas de seguridad enfrentadas al Pueblo. Las escaramuzas callejeras. Los tiroteos urbanos. La policÃa al servicio de almirantes y generales. La distancia inalterable.
Y, entonces, para mi generación, la PolicÃa tornó en enemigo y, "el rati" devino ese otro al que, si se podÃa, habÃa que robarle el arma. La violencia se corporizó en facciones y los uniformados de las "Fuerzas" eligieron un espacio diferente al del viejo policÃa del barrio.
De ese lugar, no volvieron más: los vimos hasta no hace mucho, reprimiendo maestros, golpeando jubilados, arrestando a gente que no tenÃa nada que ver. Lo vemos, hasta hoy, deteniendo a vendedores ambulantes, robándoles las mercancÃas, golpeándolos impunemente porque son senegaleses o, sencillamente, morochos. Hubieron muchos años de gestión macrista en CABA que les habilitó a esas atrocidades. Hubieron cuatro años de gestión de Cambiemos en el gobierno nacional que los resguardó en esas violencias -y otras mucho peores como matar por la espalda-, con un discurso profundamente punitivista y hasta fascista en su estructura.
Hago toda esta intro sólo para decir que Sergio Berni, ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, es "el policÃa de la esquina" de mi niñez.
Puede que a cierta progresÃa vernácula les repela su gestualidad grandilocuente, la voluptuosidad semántica de sus acciones, lo histriónico de su actuación pero, para el vecino de a pie, para el ciudadano promedio de la provincia de Buenos Aires (y acaso de la Argentina toda) Berni es "el policÃa de la esquina": el tipo que no esquiva la responsabilidad de su autoridad, el poder que ejerce en el lugar "de los hechos", el que está ahÃ, presente; aquel al que se puede recurrir.
Lejos, muy lejos de ser, como un compañero de este medio pretende, un personaje de Alfred Jarry, Berni es todo lo contrario a la patafÃsica, esa ciencia de las soluciones imaginarias que el precursor del dadaÃsmo y el surrealismo imaginó en su libro póstumo Hechos y dichos del doctor Faustroll, patafÃsico. Porque Berni es la solución real. Concreta. El tipo que se baja de su moto en el Puente La Noria y pega cuatro gritos para que puedan pasar las ambulancias que están atoradas en la ineptitud (o algo peor) de los funcionarios que, so pretexto de quien sabe qué controles que la Ciudad de Buenos Aires no ejerce, interrumpen el tránsito.
Esa progresÃa maximalista termina haciéndole el caldo gordo a los periodistas que aplaudÃan a la patricia Bullrich disfrazada de tormenta del desierto mientras bancaba el asesinato por la espalda de Rafael Nahuel, y ahora se rasgan las vestiduras porque Berni porta un arma de guerra. Esos, los mismos periodistas que mañana, cuando por efectos económicos de la pandemia se incrementen los robos en el AMBA, van a pedir mano dura y dunga-dunga para "los ladrones".
No justifico a Berni, sobre todo porque creo que no anda buscando que alguien lo justifique. Tampoco quiero hacer un elogio de su accionar que, a muchos (yo inclusive) les puede parecer excesivo. Solo trato de poner otra mirada, esa que tienen muchos sin voz que, a pesar de que los medios dicen representar al pueblo, no se ven representados.
Berni es lo que es. Y va a seguir siéndolo. A pesar de las voces que lo exigen moderado; a pesar de los bienintencionados que pretenden corregir su modales; a pesar de los melifluos que se asustan por sus armas de guerra.
Berni es Berni. Que pase el que sigue.
(*) Licenciado en Letras, escritor y autor junto a AnÃbal Fernández de los libros "Zonceras argentinas al sol" y "Zonceras argentinas y otras yerbas", y "Los profetas del odio". Su último libro editado es "Zonceras del Cambio, o delicias del medio pelo argentino".
Nota de opinión publicada en La Tecl@ Eñe el 3 de julio de 2020
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