25-04-2024
“Pandemia, Capital y después”
Por Carlos A. Sortino (*) @CarlosASortino

La humanización del Capital (hoy lo llaman Mercado) es una fantasía tan antigua como desmentida una y otra vez a lo largo de la historia.

Hoy, en plena pandemia, el empresariado despide trabajadores y no le da bola al Ministerio de Trabajo.

Hoy, en plena pandemia, el sistema sanitario privado no le da bola al Ministerio de Salud.

Hoy, en plena pandemia, el sistema bancario privado no le da bola al Banco Central.

Hoy, en plena pandemia, los medios masivos, con sus incontables réplicas en las redes sociales, confunden y atemorizan, con información falsa y/o parcial.  

Hoy, en plena pandemia, una buena parte de la población, la suficiente para generar desequilibrios, sigue guiándose por todo este entramado simbólico del Mercado, aferrándose a su derecho, desde un pedorro liberalismo, de hacer lo que se le canta y desoír cualquier instrucción del Estado.

Hoy, en plena pandemia, este complejo institucional, que conocemos como democracia representativa, sigue siendo hegemónico en el orden nacional y también en el orden internacional. Y lo será después.

Choque de intereses

Este complejo institucional, este "concierto capitalista", no es sólo dominación económica. Fue ideado y materializado como constitución y soporte de: a) un orden jurídico que legaliza el control oligopólico de la economía; b) una organización política que subordina las necesidades y expectativas del pueblo a los intereses de ese oligopolio; y c) un sentido común estructurado para naturalizar aquel control y esta subordinación.

Todo esto no es más que el resultado político (impuesto o negociado) de un choque de intereses, que no es otra cosa que la lucha (abierta, encubierta o latente) por el acceso a recursos (intereses materiales) y/o por la hegemonía de valores y creencias (intereses ideológicos).

Es la famosa "puja distributiva", metáfora progre de la lucha de clases (concepto muy anterior a Marx, pero claramente por él revitalizado), es decir, el "conflicto de intereses" entre los propietarios de los medios de producción y de cambio y los trabajadores autónomos y asalariados (excepto los propios de aquellos), procesado a través del Estado.

Hoy, en plena pandemia, es muy claro. Pero también fue muy claro durante el gobierno anterior (y durante toda la historia). Sin embargo, se insiste en que este sistema puede ser "humanizado", contundente demostración de una limitación ideológica o de una complicidad.

Caminos posibles

El gobierno nacional y popular que hoy conduce el Estado argentino debe enfrentarse a todo esto (y no sólo al interior de nuestras fronteras) para "atajar" la pandemia, para reducirla al menor costo social posible. Desde mi perspectiva, lo está logrando, a pesar de su afán de diálogo, siempre fallido. "Es como hablar con los árboles, pero sin falopa", suele decir un amigo.

Para explorar el interior del Frente de Todos y proyectar qué pasará luego de la pandemia, me detengo, primero, en Cristina. Dijo muchas veces que es pro-capitalista, pero que quiere un capitalismo "en serio", es decir, un capitalismo productivo y no un capitalismo financiero. Y hace poco tiempo, en Cuba, agregó que prefería ese capitalismo conducido por el Estado y no por el Mercado. Puso a China como ejemplo.

Ahora me detengo en Alberto. Afirmó hace muy poco que él no era un revolucionario que pretende arrojar la realidad por la ventana para reemplazarla por otra realidad, sino un reformista que cree que dentro del sistema establecido es posible avanzar. Hoy por hoy, es esto es el Frente de Todos y no aquello. Se toma o se deja. ¿Qué será mañana?

En mi caso particular, por supuesto que prefiero el camino señalado por Cristina, pero también creo que la correlación de fuerzas, al interior del Frente de Todos, no resulta propicia para explorarlo. Tampoco me parece que esa correlación de fuerzas sea favorable fuera del Frente de Todos y quizás por eso en su interior ni se habla del asunto.

Lo cierto es que la dominación de clase existe, que en este contexto el Estado está subordinado a esa dominación, que su tarea es tan sólo tapar los agujeros que abre el Mercado y contener o reprimir (según quién gobierne) el conflicto social resultante de ese cóctel explosivo.

Lo cierto, también, es que la acción política no puede reducirse a ello. Porque la acción política tiene por tarea instituir la naturaleza del poder: cómo decidir el régimen de selección y circulación de las élites, cómo establecer las relaciones entre gobernantes y gobernados, quiénes deben hacer la ley y quiénes deben obedecerla, qué perfil productivo se pretende y cuáles son los criterios básicos para la producción y distribución de la riqueza. Tan simple en la teoría. Tan complejo en la práctica.

 (*)  Carlos Sortino exclusivo para Cadena BA. 8/04/2020

Periodista, ex docente de la UNLP. Referente de la Agrupación Municipal Compromiso y Participación (COMPA): https://www.facebook.com/COMPALaPlata/