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“Es lo que hay” | |||
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Dijo Cristina muchas veces que es pro-capitalista, pero que quiere un capitalismo "en serio", es decir, un capitalismo productivo y no un capitalismo financiero. Pero hace poco tiempo, en Cuba, agregó que prefería ese capitalismo conducido por el Estado y no por el Mercado. Puso a China como ejemplo. Parcialmente en línea con ella, Alberto afirmó hace muy poco que él no era un revolucionario que pretende arrojar la realidad por la ventana para reemplazarla por otra realidad, sino un reformista que cree que dentro del sistema establecido es posible avanzar. Hoy por hoy, es esto es el Frente de Todos y no aquello. Se toma o se deja. Se toma por lineamientos tácticos y/o estratégicos. Se deja por lineamientos ideológicos. Circula en mi cabeza que Cristina se mueve en el primer campo, mientras Alberto se mueve en el segundo y que ambos lo saben. Moverse en el primer campo significa, a riesgo de error, por supuesto, pensar que no se puede avanzar en estos tiempos en el sentido que se quiere y que, por lo tanto, hay que hacer lo posible, siempre y cuando eso que aparece como posible sea la base de lanzamiento, más adelante, de lo que se quiere. Por eso, ahora, Alberto. Moverse en el campo ideológico, en cambio, significa, también a riesgo de error, por supuesto, pensar que sólo es necesario un reacomodamiento de los actores que componen el campo de juego, es decir, la realidad social, económica, política y cultural. Eso es el reformismo que reivindica el presidente. Ese es su campo ideológico. Es por eso que será el gobierno de Alberto Fernández un buen gobierno burgués, con una política económica desarrollista (o keynesiana, como quieran) y una política social de recuperación de los sectores ya vulnerados y de protección de aquellos que se mantienen en la línea de flotación de la vulnerabilidad (asistencialismo, si prefieren). Sin confrontación con los intereses concentrados. No hay contexto internacional para otra cosa, me parece (y no será fácil producirlo). Tampoco hay contexto nacional, desde la subjetividad hegemónica, para aspirar a más. Por eso, desde esta perspectiva de análisis, es que Cristina lo ungió candidato en su momento. Muchos de nosotros, los que militamos y votamos al Frente de Todos, protestamos porque no se avanza en el sentido que pretendemos (un sentido que nunca manifestó el actual presidente en su campaña), sin comprender o aceptar aquellos lineamientos tácticos y/o estratégicos, porque mantenemos nuestros lineamientos ideológicos (que no son los mismos que los de Alberto). La disputa al interior del Frente de Todos (que se niega, pero que existe) no se resuelve (al menos, en el sentido que nosotros quisiéramos) con la protesta basada en la esperanza de un "cristinazo", apelando a una épica que ya se ha diluido. Sería más productivo políticamente, mientras se sostiene a este gobierno, trabajar para producir una conciencia y una acción políticas que constituyan el eje de la transformación social que pretendemos. Y asumir que esa tarea no puede quedar atrapada al interior de una clase socioeconómicamente pre constituida. No iremos a ninguna parte si mantenemos ese prejuicio (el "esencialismo de clase", que no proviene de Marx ni de Lenin, ni siquiera de Guevara). El esfuerzo es construir ideológica y políticamente, desde esta diversidad, una voluntad colectiva que vaya por la hegemonía, es decir, por la dirección política, intelectual y moral (al decir de Gramsci) de la población. Contra lo que el "sentido común" esgrime sobre el marxismo, no hay una clase "dominada", sino amplios estratos sociales subalternos, con un factor que los unifica: su posición económica. Pero sin "conciencia de clase", factor que los diversifica. La clase dominante, en cambio, está constituida también por su posición económica, pero tiene conciencia de ello y por eso, precisamente, domina. Si la hegemonía en el Frente de Todos la tiene el peronismo, ni esto ni aquello les puede resultar extraño. Sólo necesitamos trascender los límites del republicanismo burgués y de lo políticamente correcto (y cómodo), para explorar nuevas instancias de convivencia ciudadana, diseñar mecanismos institucionales originales y disponer (y pre disponer) hacia estas exploraciones al plantel burocrático permanente del Estado, a los funcionarios políticos y a la militancia organizada. Claro que no es fácil ni rápido. ¿Quién lo dijo? Cristina lo sabe. Por eso, ahora, Alberto. Y si no se tiene la capacidad de abordar esa tarea, lo que hay que asumir es que nuestra dirigencia política es la que nosotros supimos construir con nuestras acciones y omisiones. Si no nos satisface, no nos quejemos: hagamos algo para reemplazarla. Pero si queremos resultados distintos, no hagamos lo mismo que ella ni nos permitamos seguir haciendo lo mismo que ya hicimos. Recordemos que ella está allí, decidiendo por nosotros, porque nosotros estamos allí, obedeciendo, aún cuando no nos guste.
Hay alternativas: irse, por ejemplo, y generar una nueva construcción política. Porque la unidad a cualquier precio no es unidad: es absorción. Y se ubica en la línea de sentido común que identifica gobernabilidad con poder indiscutible. Pensemos, entonces, quereproducir la lógica del sentido común es también reproducir el sentido común, en tanto herramienta de dominación ideológica.
Por el momento, prefiero la primera línea de acción.
(*) Carlos Sortino exclusivo para Cadena BA. 6/03/2020
Periodista, ex docente de la UNLP. Referente de la Agrupación Municipal Compromiso y Participación (COMPA): https://www.facebook.com/COMPALaPlata/ |