"Nuevo virus, nuevos tiempos"
20-01-2025
"Nuevo virus, nuevos tiempos"
Por Gabriel Alsó (*)

Estamos padeciendo un nuevo virus, un virus que ha puesto de rodillas a la sociedad. Nuevos tiempos para la humanidad se están gestando.

Una sociedad globalizada que al haber buscado realizaciones individuales y éxitos mundanos, ha dejado deslizar lentamente en el pecado a muchos, y generado una gran dejadez y mediocridad espiritual que corrompe desde dentro como aseveró Francisco.

Tiempos de una economía que permita una vida digna a todos los seres humanos al reconocer que los más pobres entre los pobres son nuestros hermanos y hermanas. Época de gestos que fomenten una ecuménica cultura del encuentro, sin actitudes egoístas, más escucha, diálogo y sabiduría en resaltar las coincidencias.

En mi nota de los inicios del octavo año del papa Francisco, mencionaba la existencia de un estilo de vida como una vertiginosa "tormenta" de egoísmo y de filosofías materialistas que divinizan al hombre; y la necesidad de una revolución de amor y ternura. Un mundo infectado por décadas con un virus de soberbia que nos ha hecho creer que somos creadores gracias a una tecnología y ciencia absolutizadas como camino a la salvación, describió nuestro reciente Cardenal salesiano López Romero. 

Nos hemos acostumbrado a vivir en una anestesiada caída al abismo propia de la tentación cuaresmal del diablo a Jesús en el desierto. A disfrutar de una exacerbada comodidad otorgada por los dioses del dinero, de la vanidad y del orgullo inspirada por el maligno que pretende tomar posesión de los corazones con el afán de destrucción con vicios y guerras. Destrucción de la obra de Dios.

La clave de nuestra paciencia en los momentos difíciles del camino de la vida, y de la superación de nuestros desiertos, es mirar en oración a Cristo crucificado; con oración constante, e insistente.

Cuando nos olvidamos nuestros orígenes y comenzamos a hacer carrera, le estamos soltando la mano a nuestros ángeles custodios y nos alejamos del camino de misericordia y paz interior. Recordemos los tres indicadores de las colonizaciones culturales e ideológicas de todos los tiempos: quitar la libertad,  deshacer la historia y memoria del pueblo, e imponer un sistema educativo a los jóvenes.

Las vicisitudes se pueden ver fácilmente, y las oportunidades no tanto. "Hemos de llegar a ser, el cambio que queremos ver" dijo una vez Gandhi. Como Don Bosco, con alegría, servicio de corazón a los demás, y coherencia entre nuestros dichos y acciones como antídoto, podremos enfrentar a cualquier  virus social y construir sobre la roca sólida de nuestro Dios. 

Gracias a Francisco, el mundo se ha convertido en un gran templo ecuménico. Estamos encarando tiempos de sentir la necesidad de rezar, de ser instrumento de paz, de esparcir amor donde hay odio, de perdón donde haya ofensas, de unión donde prevalezcan las discordias, de verdad donde imperen errores, de fe donde hayan dudas, y de esperanza y alegría en medio de desesperación y tristeza.

Son tiempos que necesitan un mundo que entienda que dándose se recibe, olvidándose de sí mismo nos encontramos a nosotros mismos, y en particular en tiempo de Cuaresma, perdonándonos y muriendo, resucitaremos a la vida eterna. Un mundo donde cada uno entienda que la vida consiste en enseñar a volar, soñar y vivir; vuelos, sueños y vidas que no se reiterarán.

Nuevo virus, nuevos tiempos donde cada uno debería entender cuán bienaventurados son los que dan sin recordar y los que reciben sin olvidar, como mencionó la Madre Teresa.  

Etapas de no perder el gusto de soñar, pues el sueño es un puesto privilegiado para buscar la verdad y abrir las puertas al futuro no obstante las dificultades que pueden surgir.

Tiempos de sentirnos salesianos en calidad de ex alumnos, y de vivir a pleno la vida, minuto a minuto escuchando y observando las necesidades de los demás según el estilo propio de Don Bosco en la familia, en la política, y en la vida social. 

La disyuntiva es navegar los efectos sociales de este virus, o morir en el intento de mantener posturas egocentristas. 

"Que el Señor nos ayude a despertar del espíritu de la tibieza, para luchar contra esta suave anestesia de la vida espiritual", Francisco.

(*) Ex alumno salesiano. 

Nota de opinión, exclusiva para Cadena BA de 27/03/2020.