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El poder de la mujer por MarÃa Eugenia Estenssoro (*) | |||
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En esta primera década del siglo 21 se volvió algo casi natural, al menos en el mundo occidental, que la mujer aspire a los más altos puestos polÃticos y acceda a las Jefaturas de Estado. La mujer como lÃder polÃtica ha sido validada. Es todavÃa poco usual encontrar muchas mujeres dirigiendo grandes empresas o conduciendo movimientos sindicales. También son pocas las cirujanas, las cientÃficas y las inventoras de nuevas tecnologÃas. Pero en esta increÃble revolución que estamos protagonizando las mujeres desde hace más de 100 años, y que ha cambiado el ADN mismo de la sociedad, porque ya ni el varón, ni la mujer, ni la familia, ni la vida pública son lo mismo, hay algo que está faltando: cambiar la matriz del poder. Matriz es una palabra absolutamente femenina, ya que quiere decir útero. Pero el poder que organiza nuestra sociedad todavÃa sigue siendo algo muy masculino. Y muchas mujeres que llegan a la cima en lugar de cambiar ese poder que compite, guerrea, somete, separa, acapara, usurpa, desatiende los afectos, niega las necesidades personales e Ãntimas en pos de gestas de acumulación económica, social y polÃtica, lo imitan. Me gustarÃa que las mujeres nos comprometiéramos al llegar a espacios de decisión a promover la paz, la integración y no la competencia permanente (que es una forma solapada de la guerra). Me gustarÃa que en la polÃtica decidiéramos no dividir para reinar, sino aunar para empoderar a los otros, a la comunidad en su conjunto, con un modelo maternal, nutritivo, basado en la ética del cuidado. Me gustarÃa que las mujeres empresarias establecieran jornadas de trabajo razonables, que permitan efectivamente armonizar la vida laboral con la vida familiar, tanto para las empleadas como para los empleados. ¿Al final de cuentas, cuál es el propósito del trabajo y la producción de una sociedad, potenciar la empresa o potenciar la calidad de vida de las personas, sus hijos, sus familias? En los años 70, las mujeres de los movimientos feministas que hicieron posible lo que estamos viviendo hoy acuñaron una frase sabia y poderosÃsima. "Lo personal es polÃtico", decÃan. Comprendieron que para cambiar el mundo, no eran los otros los que tenÃan que cambiar, sino ellas mismas, desde sus conciencias, actitudes hasta sus conocimientos. Comprendieron que su cambio personal serÃa la base de un cambio polÃtico fenomenal. Y lo comprobaron. Hoy creo que podemos dar un paso más, que consiste en llevar los valores considerados femeninos como el amor, la paciencia, la docencia, la humildad, la ternura, la solidaridad sin pudor al centro de la conversación pública, al centro de la conversación polÃtica. Y utilizo la palabra "conversación" en lugar de "debate" porque el debate implica discusión y competencia; en la conversación nos escuchamos, nos enriquecemos, nos encontramos, sin que unos ganen y otros pierdan. Nunca la humanidad tuvo a su disposición tantos recursos económicos y materiales como en la actualidad; nunca fue capaz de transformar los recursos naturales en riqueza como ahora; y jamás produjo y compartió tantos conocimientos cientÃficos y desarrollos tecnológicos. Sin embargo, la pobreza, la violencia, la desigualdad, la miseria, la desesperanza, no se han reducido, sino todo lo contrario. Es obvio que lo que tenemos que modificar son nuestros valores. La matriz de poder que organiza la polÃtica, la economÃa y la sociedad en su conjunto. Y es allà donde creo que las mujeres como dadoras y cuidadoras de vida tenemos un rol fundamental. No llegar a la cima para hacer más de lo mismo. Llegar a la cima para transformar. (*) Senadora nacional y candidata a jefa de Gobierno porteño por la Coalición CÃvica. |