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20-07-2019 | El papelón en Azul y los casos que se acumulan | |||
El insólito viaje del narcopolicÃa de la Bonaerense acusado de vender 100 kilos de marihuana en una camioneta de la DDI | |||
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La detención durante esta semana de un policÃa narco que pertenecÃa a la Dirección Departamental de Investigaciones (DDI) de La Matanza arrojó novedades.
La Justicia, a través del juez federal Néstor Barral, y la Dirección General de Asuntos Internos, investigan si los 100 kilos de marihuana que el oficial Walter Daniel Paulino Trejo trasportaba en una camioneta oficial no identificada y que pertenecÃa a su DDI fueron robados de algún depósito de la propia PolicÃa Bonaerense. También se investiga si hay más efectivos involucrados y de dónde proviene la gran cantidad de armas ilegales secuestradas en los nuevos allanamientos que se realizaron.
Una alerta anónima habÃa dictado la caÃda de Paulino Trejo. El denunciante habÃa dado dos posibles puntos de encuentro: las inmediaciones del shopping de González Catán, ubicado sobre Juan Manuel de Rosas al 14.400, y un lavadero de autos cercano al shopping de San Justo, en el cruce de las rutas 3 y 4.
Gracias al estudio que se realizó sobre el GPS instalado en la Toyota Hilux Blanca perteneciente a la propia DDI, y que estaba a disposición del oficial Trejo, se determinaron sus movimientos previos.
Fueron cinco los lugares que visitó antes de intentar vender la droga. Uno de ellos fue su propio domicilio, es decir, el lugar donde se secuestró dinero en efectivo, armas -una con pedido de secuestros- y hasta una camioneta último modelo que el agente no podrÃa adquirir con su sueldo.
La historia de Paulino no es nueva. El suyo es el tercer incidente del año que involucra a policÃas de la provincia de Buenos Aires con el tráfico de estupefacientes. Los dos anteriores terminaron en tiroteo.
Uno de ellos, en Avellaneda, terminó con el comisario Hernán David Martin, del gabinete de Drogas de la DDI de ese municipio, muerto por balas que salieron de las armas de un grupo de policÃas federales, en momentos en que presuntamente iba a cobrar una "extorsión" para no "armarle una causa penal" a un peluquero dominicano que se dedicarÃa a la venta de drogas.
El presunto cobro de coimas era investigado por la fiscal MarÃa Soledad Garibaldi, quien le habÃa ordenado a la División Antidrogas Urbanas de la PFA detener a los supuestos policÃas corruptos una vez que quedase registrado el cobro del dinero. Todo se desmadró y terminó con la muerte de MartÃn y dos federales heridos, uno de ellos de gravedad.
Otro incidente terminó con dos efectivos, uno de la policÃa Bonaerense y otro de la Federal, heridos en la localidad bonaerense de Azul en un confuso incidente cuando, se supone, perseguÃan a un traficante.
Pero volvamos a La Matanza.
La detención del oficial Trejo ocurrió de casualidad. Una llamada anónima alertó a la Justicia federal que un delincuente realizarÃa la noche del 11 de julio una importante venta de marihuana a una banda que vende drogas al menudeo a través de una serie de bunkers que funcionan en la zona.
El juez Néstor Barral, a cargo del Juzgado Federal Nº 3 de Morón, dispuso una vigilancia encubierta en la zona pero con efectivos de Drogas IlÃcitas de San MartÃn.
Sobre este punto hay que aclarar dos cuestiones.
La primera es que la denuncia anónima nunca refirió que el dueño del cargamento de los 129 panes prensados de marihuana hallados en la camioneta de doble cabina, era un policÃa bonaerense. Si hubiese sido asÃ, el magistrado habrÃa encomendado esa tarea, por ejemplo, a la PolicÃa Federal, para evitar que integrantes de una misma fuerza se investiguen a sà mismo.
Y la segunda: Barral involucró a Drogas IlÃcitas de San MartÃn no porque sospechase que policÃas de la DDI de La Matanza estaban involucrados, sino porque suele trabajar con ellos en los casos que le toca investigar. Es decir, por una cuestión de confianza.
El comisario inspector Alberto Cuadrado estuvo a cargo del operativo, que resultó exitoso. El oficial, al observar que al lavadero de autos señalado como punto de encuentro de las narcos ya habÃa ingresado un Renault Sandero, y que a los pocos minutos arribaba la camioneta Toyota color blanca, doble cabina -pero sin chapa patente- ordenó que se cortase el paso del vehÃculo, que después se determinarÃa que pertenecÃa a la DDI de La Matanza.
La primera reacción del policÃa Trejo fue intentar evadir el operativo. Pero no lo consiguió. Los hombres de Cuadrado rápidamente redujeron a su colega -que hasta ese momento no se habÃa identificado como policÃa-, a su acompañante Alberto Ceferino Yulan, un civil y al conductor de la camioneta Sandero. Es decir del narco que se aprestaba a adquirir la mercaderÃa ilegal.
Recién cuando el comisario Inspector Cuadrado informa al juzgado que el "corte fue positivo", Trejo reconoció ser policÃa. De inmediato el oficial de alto rango llamó a su par de la DDI de La Matanza y se dio intervención a Asuntos Internos.
Al revisar el vehÃculo blanco se descubrió en el asiento trasero, cinco cajas de cartón conteniendo un total de 129 panes de marihuana. Y una libreta policial de servicios.
A las pocas horas del hecho, Guillermo Berra, el titular de la Dirección General de Asuntos Internos, un organismo que depende del ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, resolvió desafectar de manera preventiva al jefe de la DDI de La Matanza y a todo el personal que prestó servicio esa noche.
Aunque aún no tiene pruebas para asegurarlo, el abogado Berra sospecha que Trejo cuenta con cómplices dentro de la policÃa o que inclusive, el jefe de la banda narco policial podrÃa ser un superior de él.
Según pudo saber de fuentes judiciales, la droga decomisada, y que podrÃa haber sido robada de algún depósito de la policÃa -eso se está pesquisando aún- iba a ser distribuida para ver vendida bajo la modalidad narcomenudeo a través de bunkers de La Matanza que funcionarÃan en barrios humildes como Puerta de Hierro, y las villas Santos Vega y San Petesburgo.
Por el análisis de los recorridos de los últimos seis meses que realizó el oficial Trejo con el móvil policial, ya allanaron varios domicilios en los que encontraron un pequeño arsenal.
En su casa, la Justicia encontró una pistola Norinco calibre .40 con pedido de secuestro por haber sido utilizada en un robo en Lomas de Zamora.
A nombre de Trejo -y en su propiedad- estaba una camioneta Toyota Hilux 2.8 4×4 SRV TDi DC, cuyo valor de mercado es de casi 1.700.000 pesos, "un vehÃculo bien llamativo y bien gritón" según la particular definición de uno de los investigadores del caso.
Según entienden los peritos de Asuntos Internos que ya desmenuzan el patrimonio de Trejo, esa camioneta "serÃa imposible adquirir con el sueldo que mensualmente recibÃa el oficial, ahora preso" y que se negó a declarar ante el juez Barral. En cambio en una de las propiedades visitadas por el oficial Trejo, se secuestraron municiones, escopetas, pistolas, esposas. Todo el armamento estaba sin declarar.
En estos momentos, los peritos cientÃficos que trabajan bajo la supervisión del juez Barral sospechan que el oficial recalaba de manera injustificada en otras dependencias policiales, fuera de La Matanza, y que desde alguno de esos lugares -o de varios- podrÃa provenir la marihuana que intentaba vender. La llamada anónima podrÃa haber sido realizada por algún compañero de fuerza que quedó "herido" porque Trejo lo habrÃa dejado fuera de la última transacción ilegal ya que los datos brindados eran absolutamente precisos.
Azul no queda tan lejos
El mismo 11 de julio pero a las ocho de la mañana -a las 23.30 se esposó a Trejo con 100 kilos de marihuana-, bonaerenses y federales se enfrentaban durante la detención de un capo narco local.
El intercambio de plomo ocurrió en el playón de la estación de servicio YPF ubicada a la altura del kilómetro 301 de la ruta nacional 3, en Azul.
Según consta en el expediente de Asuntos Internos, los efectivos bonaerenses habrÃan sido "confundidos" por sus pares federales, como integrantes de la banda narco a cuyo lÃder iban a detener.
Uno de los heridos pertenecÃa a la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) de Azul y el otro a la Delegación Azul pero de la PFA.
Estos últimos estaban apostados en autos sin identificar y sin uniforme esperando la llegada del traficante.
¿Pero por qué policÃas experimentados casi se matan entre ellos en medio de un operativo?
Se especuló con que podrÃa existir algún tipo de connivencia entre los uniformados provinciales y el traficante. Sin embargo ni en la causa judicial, ni en los expedientes de Asuntos Internos hay elementos para sostener esa acusación.
Al parecer, el tema es menos oscuro pero más desopilante. RevelarÃa, en cambio, el descontrol en algunas investigaciones en curso.
El traficante conducÃa un auto con pedido de captura. La policÃa vial lo identifico, dio aviso a la DDI de Azul y estos despacharon a móviles para detenerlo.
De manera paralela, el Juzgado Federal Nº 1 de Azul habÃa ordenado realizar escuchas directas a través de la PolicÃa Federal para detenerlo en momentos en que iba a realizar una venta de drogas en esa estación de servicio, según acababa de oÃr. Esto ocurrÃa porque el narco tenÃa "pinchado" su celular.
El traficante, que ignoraba que se aproximaba a una emboscada, tampoco sabÃa que era perseguido por La Bonaerense. Pero tampoco los federales y los provinciales estaban al tanto que perseguÃan a un mismo objetivo.
Cuando las dos patrullas de la Bonaerense, que al parecer estaban con las sirenas apagadas, llegan a la zona donde estaban apostados sus pares de la PFA, estos de civil y con autos sin identificar, entran en acción y dan la voz de alto al creer que el intercambio de drogas tenÃa el amparo de la fuerza de seguridad provincial.
Es ahà donde se produce la escena de una mala pelÃcula de acción de clase B: los bonaerenses interpretaron que por alguna razón los hombres de civil los querÃan atacar.
Como consecuencia, todos menos el narco, que se arrojó al piso del Ford Focus, comenzaron a disparar.
Hasta ahora la verdad de lo ocurrido no surge a la luz. Desde el ministerio de Seguridad a cargo de Ritondo, se afirma que la fuerza policÃa actuó porque la patente del auto robado, también estaba asociada a un presunto pedido de captura de un delincuente prófugo después de un robo a mano armada en las inmediaciones de Azul. Y que la orden la habÃa dictado el mismo juzgado federal que le pidió a la Federal detenerlo mientras realizaba el intercambio de droga por dinero. Mientras tanto, el fiscal local a cargo del caso ordenó peritajes a GendarmerÃa. (infobae)
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