El Obispo de San Isidro y presidente de la
Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Oscar Vicente Ojea, se hizo presente
esta tarde en la apertura de la Semana Social, que tiene por lema: "Trabajo:
Clave para el desarrollo humano integral".
Organizada por la Comisión Episcopal de Pastoral Social
(Cepas) y el obispado de Mar del Plata, la jornada comenzó en la tarde del
viernes 28 de junio en el hotel 13 de Julio Intersur, de la ciudad balnearia, y
se extenderá hasta el domingo 30 de junio.
Participaron también del acto de apertura, monseñor Jorge
Lugones SJ, obispo de San Juan de Cuyo y presidente de la Cepas; monseñor
Gabriel Mestre, obispo anfitrión; el secretario de culto de la Nación, Alfredo
Abriani, el secretario de gobierno de la provincia de Buenos Aires, JoaquÃn De
la Torre y el intendente de Mar del Plata, Carlos Fernando Arroyo.
Monseñor Ojea se refirió a la palabra pasión, término del
latin "patior", que significa sufrir, y que en el "lenguaje
corriente usamos la palabra pasión no solo porque algo nos hace sufrir, sino
también porque lo deseamos con el corazón, porque tendemos hacia ese objeto con
todo nuestro ser que incluye espÃritu, inteligencia y sensibilidad",
explicó.
Entonces, enumeró tres pasiones que hoy "se necesitan
más que nunca": en primer lugar, "una pasión por la Patria",
porque "es imprescindible recuperar esta pasión para poder afrontar el
desafÃo que nos presenta de este tiempo sumamente difÃcil y duro para los
argentinos"; luego se refirió a "la pasión por la justicia y la
equidad", que implicará llevar "en nuestro corazón y en nuestra vida
los rostros concretos de los hermanos que sufren esta cultura del descarte en
la que estamos sumidos"; finalmente, resaltó la "pasión por el
encuentro y la paz de los argentinos", promoviendo un diálogo que sea
"claro, afable, confiado y prudente".
Antes de concluir, el presidente de la Conferencia Episcopal
Argentina expresó: "En medio de un proceso electoral no podemos descuidar
nuestros problemas más urgentes: la alimentación, especialmente la de los
niños, el desempleo y la angustiosa situación económica, temas que serán
tratados en los paneles, la Iglesia argentina quiere estar al lado de todos sus
dirigentes sociales renovando su compromiso con esta historia concreta y
ayudando desde su tarea evangelizadora a crear y a desarrollar en estos tiempos
una verdadera pasión por la Patria, una pasión por la justicia y la equidad y
una pasión por el encuentro y la paz de todos los argentinos".
Palabras de monseñor Oscar
V. Ojea, obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal
Argentina
Tanto el papa Francisco como el Documento de Aparecida usan mucho la
palabra pasión. La palabra viene del verbo latino "patior" que quiere decir
padecer, sufrir. De allà que cuando hablamos de la pasión de Cristo esta
palabra alude en primer lugar a la vulnerabilidad del hombre Jesús que la
padece y también a su paciencia. Paciencia tiene la misma raÃz con la cual el
Señor soporta su padecer.
Sin embargo, en el lenguaje corriente usamos la palabra pasión no solo
porque algo nos hace sufrir, sino también porque lo deseamos con el corazón,
porque tendemos hacia ese objeto con todo nuestro ser que incluye espÃritu,
inteligencia y sensibilidad.
De allà que en el número 268 de la AlegrÃa del Evangelio el Papa dice "Para
ser evangelizadores de alma hace falta desarrollar el gusto espiritual de estar
cerca de la vida de la gente hasta el punto de descubrir que eso es fuente de
un gozo superior. La misión es una pasión por Jesús pero al mismo tiempo una
pasión por su pueblo."
Sin embargo es fácil para el dirigente social y para el polÃtico alejarse
del pueblo. A veces la presión de una elite, un malentendido profesionalismo o
la tarea de construir una imagen y de vivir para ella parecen como metas
prioritarias. Todas estas lejanÃas son captadas rápidamente por nuestro pueblo
que muchas veces mira a sus dirigentes muy lejos de su realidad.
En la misión del dirigente se necesitan hoy más que nunca tres pasiones:
una pasión por la Patria, una pasión por la justicia y la equidad y una pasión
por el encuentro y la paz de los argentinos.
a) Una pasión por la Patria. Hoy hablamos poco de Patria. Se nos aparece
como un concepto antiguo referido a héroes del pasado. Preferimos hablar de
PaÃs o de Nación. Sin embargo, el término PaÃs alude a nuestra extensión
geográfica, el término Nación alude al consenso de ciudadanos que acatan una
ley, una Constitución. En cambio el concepto de Patria tiene que ver con la
raÃz, con la pertenencia más profunda a una comunidad, tiene que ver con
nuestra proximidad al hermano, incluye la cercanÃa, el vÃnculo y la
presencia.
La Patria es un don y una tarea, es lo heredado, lo recibido, lo que me
mueve a dar gracias. Lo que me han dejado mis padres. Incluye una historia
común, una lengua materna con todos sus matices expresivos y por supuesto,
incluye diferencias que están llamadas a complementarse. Pero al mismo tiempo
la Patria es una misión. Estamos llamados a transformar lo recibido y aquÃ
encontramos nuestra misión propia de dirigentes que debe tomarnos la vida y el
corazón.
En la misma carta de la AlegrÃa del Evangelio el Papa nos dice "La misión
en el corazón del Pueblo no es una parte de mi vida o un adorno que me puedo
quitar, no es un apéndice o un momento más de la existencia. Es algo que yo no
puedo arrancar de mi ser si no quiero destruirme. Yo soy una misión en esta
tierra y para eso estoy en este mundo. Hay que reconocerse a sà mismo como
marcado a fuego por esa misión. Allà aparece la enfermera de alma, el docente
de alma, el polÃtico de alma. Esos que han decidido a fondo ser con los demás y
para los demás". Descubrir la misión de cada uno, lo que cada uno puede aportar
al bien común y nadie puede hacerlo en lugar de él es clave en este
momento.
Si se mutila el paÃs, la soberanÃa se puede recuperar, si se mutila la
Nación, el consenso se puede rehacer. Pero si quedamos huérfanos de Patria,
nuestra vida se desdibuja. No tiene identidad ni sentido. Se pierde en un
individualismo triste y opaco negado a la fraternidad.
Hago presente con ustedes estos versos de Leopoldo Marechal acerca de la
pasión por la Patria:
"La Patria es un dolor que nuestros ojos no aprenden a llorar
La Patria es una niña de pies desnudos
La Patria es un temor que ha despertado
La Patria es una hija y un miedo inevitable
Y un dolor que se lleva en el costado sin palabras ni gritos"
Es imprescindible recuperar esta pasión para poder afrontar el desafÃo que
nos presenta de este tiempo sumamente difÃcil y duro para los argentinos.
b) Se requiere también una particular pasión por la justicia y por la
equidad. El grado de desigualdad social en que estamos sumergidos es muy grande
y peligrosÃsimo para nuestro futuro. Nos decÃa el Papa Francisco: "La palabra
solidaridad está un poco desgastada… supone crear una nueva mentalidad que
piense en términos de comunidad, de prioridad de vida de todos sobre la
apropiación de los bienes por parte de algunos. La solidaridad es una reacción
espontánea de quien reconoce la función social de la propiedad y el destino de
los bienes como realidades anteriores a la propiedad privada. La posesión
privada de los bienes se justifica para cuidarlos y acrecentarlos de manera que
sirvan mejor al bien común, por lo cual la solidaridad debe vivirse como la
decisión de devolverle al pobre lo que le corresponde. Estas convicciones y
hábitos de solidaridad cuando se hacen carne, abren camino a otras
transformaciones estructurales y las hacen posibles." (E.G. 188).
Las causas estructurales de la pobreza residen ante todo en la autonomÃa
absoluta de los mercados y de la especulación financiera. Esta autonomÃa está
defendida por ideologÃas que niegan el derecho de control de los Estados
encargados de velar por el bien común. Esto no significa condenar al
capitalismo, lo que la Iglesia rechaza es la absolutización ideológica del
mercado, el que este se convierta de medio en fin y que se lo propugne como
autorregulado y aún como regulador de toda la vida social.
Debemos acompañar el esfuerzo impresionante que está haciendo el Papa
Francisco como lÃder mundial, buscando establecer normas éticas en el sistema
financiero internacional. Acentuando la responsabilidad de los Estados
Nacionales para poner lÃmites al poder de las empresas multinacionales. Un
ejemplo plausible de este pensamiento es la convocatoria a los economistas para
el mes de marzo en la ciudad de AsÃs, ciudad sÃmbolo de encuentro y
fraternidad, para buscar los caminos de humanización de este sistema
capitalista que vivimos para construir una economÃa en función del hombre y no
la de poner al hombre al servicio de la economÃa.
El Santo Padre piensa que esto abrirá el camino para la creatividad de la
acción polÃtica a la que él siempre coloca por encima de la economÃa ya que
ésta se ocupa de los medios y la polÃtica de los fines. No podemos entregarnos
con las manos atadas a una economÃa que mata. Esta lucha debe llevarse adelante
con una auténtica pasión, llevando en nuestro corazón y en nuestra vida los
rostros concretos de los hermanos que sufren esta cultura del descarte en la
que estamos sumidos y que produce una gravÃsima inequidad entre nosotros
pudiéndonos llevar a odios, heridas y resentimientos difÃciles de
conciliar.
c) La tercera pasión es la pasión por el encuentro de los argentinos y por
la paz entre los argentinos. Esta pasión incluye un desafÃo cultural y para
poder enfrentarlo, es indispensable crear espacios de pensamiento y de diálogo
aún en este tiempo en que lo inmediato parece ganarlo todo. Hoy más que nunca
es imprescindible detenerse a pensar. Mucho más cuando se ha desarrollado entre
nosotros un estilo de pensamiento emocional, lleno de prejuicios, poco
flexible, muy cerrado. Recurrimos continuamente palabras e imágenes que tomamos
de los medios de comunicación, y no le damos tiempo al pensamiento personal y
profundo.
Un pensamiento auténtico necesita del diálogo para poder enriquecerse y
hacerse fuerte. De allà que me parece muy actual repensar las cualidades del
diálogo que proponÃa San Pablo VI en la EncÃclica Ecclesiam Suam en el contexto
de una Iglesia experta en el dialogo porque participa continuamente del dialogo
con Dios, dialogo que se hace definitivo en la Encarnación, que es la instancia
del diálogo supremo entre Dios y el hombre. El Papa nos decÃa que el diálogo
debe ser claro, afable, confiado y prudente.
Claro: fiel a la identidad del pensamiento que lo expresa
buscando ser inteligible para el interlocutor y con la capacidad de revisar las
formas y el lenguaje para ser mejor interpretado por el otro.
Afable: debe ser cordial, es decir pasar por el corazón,
evitando todo modo violento. Muy lejos de ser hiriente y ofensivo. Sin
expresarse con mandatos o imposiciones. Debe ser paciente y generoso.
Confiado: la confianza debe estar puesta tanto en el valor de la propia
palabra para transformar al otro, cuanto en la capacidad personal de ser
transformado y enriquecido a través del pensamiento del otro. Es la confianza
de ser escuchado y comprendido.
Prudente: es decir teniendo en cuenta las condiciones
psicológicas del interlocutor y su edad.
Este diálogo se hace más imperioso aún por la crisis de nuestro vÃnculo con
nuestra casa común. Como nos enseña la EncÃclica Laudato Si ella gime y grita
imitando el clamor de los pobres por el maltrato que recibe de nosotros. Son
temas que tenemos que pensar, dialogar y consensuar.
Son temas que vamos postergando indefinidamente siendo la crisis cada vez
más aguda. ¿Qué vamos a hacer con la contaminación sistemática de nuestras
aguas? Se acerca a pasos agigantados el drama del agua en el mundo. ¿Qué vamos
a hacer con nuestra Tierra que sufre el daño de los agrotóxicos con su
consiguiente cansancio? ¿Qué hacer frente a la tala indiscriminada de árboles y
la desertificación con sus consecuencias en los cambios climáticos? ¿Qué hacer
frente a las actividades extractivistas que llevan a estrujar hasta el lÃmite y
más allá del lÃmite a nuestra Madre Tierra a fin de poder succionarle lo más
que se pueda?
Ante este panorama surge la necesidad de pensar y de dialogar de establecer
criterios comunes básicos para ponernos en camino hacia una ecologÃa integral
que contemple tanto los derechos de todos a los bienes comunes, como el
indispensable cuidado de la naturaleza y de los ecosistemas.
El próximo SÃnodo de la Amazonia trazara lÃneas fundamentales para la
aplicación de la EncÃclica Laudato Si a nuestra realidad social y ecológica.
En esta hora tan difÃcil para el paÃs, ya que en medio de un proceso
electoral no podemos descuidar nuestros problemas más urgentes: la
alimentación, especialmente la de los niños, el desempleo y la angustiosa
situación económica, temas que serán tratados en los paneles, la Iglesia
argentina quiere estar al lado de todos sus dirigentes sociales renovando su
compromiso con esta historia concreta y ayudando desde su tarea evangelizadora
a crear y a desarrollar en estos tiempos una verdadera pasión por la Patria,
una pasión por la justicia y la equidad y una pasión por el encuentro y la paz
de todos los argentinos.
Mar del Plata, 28 de junio de 2019.
†Mons. Oscar V. Ojea
Obispo de San Isidro
Presidente de la C.E.A. (AICA)
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