El debate sobre el lenguaje inclusivo llegó a la UBA
16-07-2025
24-06-2019 | ¿Cuáles son los límites de su uso? ¿Qué sucede en las redacciones y en las aulas?
El debate sobre el lenguaje inclusivo llegó a la UBA

A raíz del debate sobre la ley del aborto legal, muchos adolescentes tomaron las calles, los medios de comunicación y las redes sociales y se expresaron. Producto de la búsqueda de la inclusión de las minorías, se instaló en la agenda pública y académica la discusión acerca del lenguaje.

En el marco del ciclo de charlas "¿Cómo entender el mundo de hoy?", organizado por la Secretaría de Desarrollo y Bienestar de las Trabajadoras y los Trabajadores de la Universidad de Buenos Aires y el espacio de DDHH de APUBA,  se abordó la temática en un encuentro que contó con la participación de  la Licenciada Sandra Chaher, comunicadora feminista y especialista en el tema.

El uso de la E reemplazando al genérico masculino comenzó a ser visibilizado a través de los jóvenes. El lenguaje fue señalado como sexista, y se puso de manifiesto la discriminación de una cultura machista. En algunos ámbitos muy selectos, comenzaron a usar hace varios años, la x o @, que encuentran su limitación en la pronunciación.

Sandra Chaher es presidenta de la Asociación Civil Comunicación para la Igualdad y fundadora de la red PAR (Periodistas de Argentina en Red- Por una comunicación no sexista) y de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género. Cree que aún hay mucho por hacer para que se incorporen estas otras formas de lenguaje en instituciones educativas o medios de comunicación, aunque destaca la existencia de otras estrategias que se pueden utilizar para correrse del lenguaje sexista.

"Hay que releer las relaciones de género en función de los vínculos de poder", señaló Chaher. "Las resistencias que encontramos en el lenguaje se entienden como parte de la violencia simbólica. Hay imaginarios donde se reproducen las desigualdades de género, formas donde lo femenino está subordinado a lo masculino, y el lenguaje es uno de ellos.  Hablamos con el genérico masculino sabiendo que no todas las personas a las que nos estamos refiriendo se sienten identificadas con el género masculino".

Un camino largo y con resistencias varias

Sandra Chaher, durante su exposición, aclaró que: "El lenguaje inclusivo es una demanda que ha sido rechazada incluso dentro del feminismo. No ahora, porque en este momento los adolescentes nos están pasando por encima. Pero antes de eso, había libros feministas donde en la introducción se aclaraba que no tenían lenguaje inclusivo y que usaban el genérico masculino por las complejidades de hacer un lenguaje más inclusivo".

"Yo edito libros y me devano la cabeza para ver cómo hacerlo sin usar el genérico masculino. Hay manera y no hacen ruido porque la E hoy nos hace ruido, hay que trabajar esto, pero hay maneras que naturalmente no son sexistas".

El tema del lenguaje no era primordial para algunos sectores, incluso dentro del feminismo. Se solía decir que había temas más importantes: la violencia de género, la muerte de mujeres, la pobreza. "Yo estoy de acuerdo en que esos temas son importantes, no estoy de acuerdo en que estos no son importantes, porque la verdad, eso significa desvalorizar el ámbito simbólico. Se valoriza primero lo material y lo cierto es que lo simbólico es lo que nos hace valorizar primero lo material", expresó Chaher.

Según la especialista, hay muchas formas de violencia simbólica: la división sexual del trabajo, cuyo problema no es la división, sino la jerarquía en esa división; lo productivo, que es más valorizado que lo reproductivo; los espacios políticos predominantemente masculinos.

"En todos los casos aparecen los varones como si tuvieran más capacidad de manejar el ámbito público y político que las mujeres. A partir de ahí se construyen muchos prejuicios machistas".

"La violencia mediática, que es la que se expresa en medios de comunicación, como, por ejemplo, Tinelli cortando la pollerita, ¿eso qué tiene que ver con el feminicidio? Todo: las culturas de la discriminación son las que están sosteniendo las formas materiales de violencia. Entonces no podemos negar el poder del lenguaje".

¿Un debate político o lingüístico?

Dado que el lenguaje es un tema central,  ¿Cuánto han tenido que ver las academias de la lengua con la dificultad del avance del lenguaje inclusivo? Sandra Chaher, respondió, en principio, que en la búsqueda de ampliar derechos, se ha avanzado mucho más en otros ámbitos, pero que en el lenguaje cuesta.

"Acá las academias se han  resistido siempre al lenguaje inclusivo. ¿Por qué nos cuesta tanto? La RAE es notaria, toma nota de los cambios. En este caso, aunque no lo asumen, estamos ante una limitación política. La decisión de incorporar el lenguaje inclusivo es una decisión política y es necesario hacer uso de estos espacios para ver si podemos avanzar en consensos nuevos".

"En paralelo, podemos preguntarnos por qué nos cuesta tanto aprobar la ley del aborto legal: porque hay otra institución grande que está en contra. Cuando tenemos instituciones muy fuertes nos están dificultando avanzar con esta agenda. A veces estas instituciones funcionan como reservorios muy fuertes de culturas patriarcales", señaló la profesora de la UBA.

Entonces, hoy el debate está por un lado entre los movimientos feministas, que plantean que el problema del lenguaje inclusivo es un debate político, y por el otro, las academias, que lo plantean en términos lingüísticos.

Las condiciones de producción de la lengua.

"Entiendo que no podemos desanudar nunca los contenidos simbólicos de quienes lo producen y de cómo lo producen. ¿Cuáles son las condiciones de producción de la RAE?", se preguntó Chaher.

"Tenemos una cuestión de género y de edad, que también puede hacer más difíciles estos temas. Imagino que para ser académico o académica, hay que pasar condiciones que implican, necesariamente tener cierta edad. Por eso también la edad de los académicos de la RAE es un dato a tener en cuenta".

La Real Academia Española, RAE, fue creada en 1713. La Academia se compone por un grupo de 44 personas, quienes toman las decisiones. Durante más de 260 años no hubo académicas mujeres. Hoy, tiene sólo 8 mujeres entre 44, es un 18%. Ninguna mujer dirigió la Academia, jamás.

"Cuando se habla de un mínimo para poder cambiar estructuras, se habla de un 30%. Hoy, estas 8 mujeres que fueron llegando, desde 1979, imagino que han hecho mucho esfuerzo y seguramente no han tenido conciencia de género, porque la forma de crecer profesionalmente fue en  una estructura meritocrática y han tenido que reproducir el imaginario de la RAE para crecer ahí dentro. Es difícil pensar que puedan impulsar un cambio", se lamentó Sandra.

A lo largo de los años, el feminismo fue interpelando a la Academia, y ésta se fue manifestando. En  2009, se pronunció acerca del género no marcado, el masculino genérico, expresaron que es abarcativo porque puede ser utilizado para ser hablado tanto por mujeres como varones y lo consideran inclusivo. Desde entonces, mantienen esa postura.

Cabría preguntarse cuál sería la mejor forma de expresarse para nombrar a personas con identidades de género que son diferentes. "Como sociedad creo que usamos la E como el reemplazo del genérico masculino, pero no todos las personas que se identifican con colectivos de la diversidad se sienten identificados con la E", aclaró Chaher. Hay que preguntar siempre qué prefiere o cómo se siente más cómoda la persona implicada.

Chaher destacó una vez más a los adolescentes y jóvenes que lideraron la avanzada porque -dijo- "de alguna manera, avalaron el tema". "El lenguaje ya no era un tema de interés, y ahora, otra vez, pusieron el tema sobre el tapete. Esto comienza en las propias casas y se va extendiendo".

Para finalizar, y dada su condición de docente, Chaher expresó que se están dando los primeros pasos hacia el interior de las aulas. En la Facultad de Ciencias Sociales, y en su propia materia, por ejemplo, los alumnos se expresan y entregan los trabajos utilizando lenguaje inclusivo y de a poco, esto se está extendiendo a otras cátedras o facultades.

En el caso de las carreras de comunicación, es importante que los estudiantes se formen y se entrenen en el lenguaje no sexista. La inclusión de las mujeres puede darse a través de otro tipo de estrategias al momento de comunicarse: feminizando las profesiones, desterrando las formas peyorativas de referirse a las mujeres; utilizando los apellidos de soltera de las mujeres y no sólo el de casadas; utilizando más imágenes de mujeres para ejemplificar situaciones políticas, o profesionales o incluso, de algunos deportes.

Para Chaher, "Lo importante es destacar que el lenguaje inclusivo no se detiene en el uso de la e, la x o @, lo importante es correrse del lenguaje sexista a través de estrategias de comunicación y de lenguaje inclusivas y darlas a conocer no sólo a los estudiantes, sino a los periodistas, a los comunicadores, a los formadores de opinión".