|
|||
"El Periodismo, camino entre libertad y mentira" | |||
|
|||
Hace pocos dÃas se celebró el dÃa del periodista. Ese oficio que Gabriel GarcÃa Márquez calificó como "el mejor oficio del mundo". A decir verdad además de un oficio que significa relatar acontecimientos con creatividad y precisión, también es una profesión - un modo de ganarse la vida, dirÃamos sencillamente - pero que al mismo tiempo, ahora, está inscripto en modos de producción posindustrial e informático.
En los últimos tiempos, al dictar mis cursos de grado por más de treinta años, solÃa "provocar" a mis alumnos con la pregunta inicial: ¿"Creen que el periodismo existe"?
El periodismo nace como un texto para debatir ideas polÃticas con las revoluciones burguesas. No existÃa todavÃa el concepto afianzado de noticia, ni tÃtuloy mucho menos imagen. Esquematizando, esos formatos mutaron hacia una forma escrita al que cierta parte del público podÃa acceder porque se podÃa comprar a un bajo precio para enterarse de lo que ocurrÃa.
Además se habÃan mejorado las tecnologÃas de impresión con las tintas y las rotativas. Es el paso hacia la industria y las temáticas se ampliaban en diversas secciones como sociedad, economÃa, vida cotidiana, etc.
Aquà hago un alto. Según los idiomas, muchas veces, se utilizan como sinónimos las noticias propias del periodismo con la información. Todo periodismo deberÃa ser información, pero no toda información es periodismo.
En su evolución lo "noticioso" se expandió hacia los medios audiovisuales. Y en los últimos años con las redes sociales. En sÃntesis, de aquél género, digamos, puramente noticioso empiezan a hibridarse discursos, temática, géneros y relatos de diversa Ãndole. Hoy las estadÃsticas muestran que gran parte de las audiencias se informan por medio de las redes sociales.
El problema aquà pone en cuestión la revisión sobre los fundamentos y modos del periodismo y las nuevas formas de informarse. El campo es confuso. No tiene lÃmites definidos aun.
El periodismo hay que volver a pensarlo, revisarlo y tener muy presente los comportamientos de periodistas y empresas desde el punto de vista ético.
Nuevas tecnologÃas originan nuevos productos. Es cierto que se ensanchan las posibilidades de emitir y hacer circular opiniones a través de ellos. Algunos, exageradamente piensan que eso, en sà mismo, es una forma de democratización. Puede ser pero también tiene sus efectos colaterales. Una opinión puede ser más o menos superficial. No cumple con los cánones del periodismo, por lo menos como llegaron hasta aquÃ. Pero al mismo tiempo esas redes han generado una manipulación de actores de poder, polÃticos y empresariales. Esto dificulta la búsqueda de la verdad periodÃstica. El anonimato puede insultar o "inventar" hechos y noticias sin consecuencias para quienes las realizan falsamente o para generar estados de ánimos sociales.
A esta altura llegamos a dos conceptos que cada vez se imponen más: las fakesnews (noticias falsas) en la era de la posverdad. Que para mà es un neologismo que lo único que hace es justificar el engaño, o la mentira.
Muchos habrÃa para debatir sobre estas cuestiones. Repito el comportamiento de los periodistas y, también, los informadores. La ética social de la comunicación. Los efectos secundarios sobre la democracia. El mero impacto, sobre todo de la imagen, por sobre los contenidos. La escasez de argumentación y contextualización sobre cuestiones complejas, sobre todo las públicas.
Por último, y no menos importante, la construcción de la agendas informativas en equilibrio entre el interés, la importancia y el entretenimiento.
Todo esto demanda que la educación, en nuestro paÃs muy degradada, no sea un tema ocasional de campañas si no un estudio profundo sobre las condiciones de la información en el Siglo XXI para que sirvan para ampliar las libertades, la conciencia social, el conocimiento crÃtico, la responsabilidad por los actos como individuos o grupos en un tiempo de altÃsima complejidad y cambios tecnológicos vertiginosos.
(*) CarlosCampolongo, nota exclusiva para Cadena BA, 11 de junio de 2019.
Reconocido periodista, es además abogado, psicólogo y docente de la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).
|