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"Peronismo y extraperonismo" | |||
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Dejó escrito Eric Hobsbawm: "Si queremos comprender de qué modo el pasado se ha convertido en presente, hemos de comprender también nuestras complejas relaciones con este pasado, que incluyen tanto la necesidad histórica de transformarlo, como el deseo de mantener, de establecer e, incluso, inventar una continuidad". Hablo desde una organización polÃtica que siempre, sin ser peronista, estuvo en el Frente para la Victoria, que se sumó luego a Unidad Ciudadana y que seguirá aportando al frente electoral que este año los continúe. Ello significa que no hablo desde "afuera", aunque asà parezca. Por eso es que me permito preguntar: ¿Qué pasa con las compañeras y compañeros "extraperonistas" del campo nacional y popular que no intervienen con fuerza en el debate público sobre la reconstrucción polÃtica necesaria para sacarnos de encima a esta lacra gobernante? Es probable que no se sientan convocados, que no se sientan interpelados, que se sientan "ninguneados". Es probable, también, que sientan que sólo son "la ensalada del asado", como les gusta decir a algunos peronistas. HabrÃa que ocuparse un poco de esta estructura de sentimiento sobre el peronismo que tiene el extraperonismo, no necesariamente infestado de gorilas, como sostienen muchos peronistas. Y para ello, quizás sea útil remitirse al mito fundacional del peronismo y darle una vuelta de tuerca.
Las patas en la fuente
Aquellas patas en la fuente no eran todavÃa peronistas, en el sentido de pertenecer a una organización polÃtica y reconocer, en ella, una doctrina a seguir: eran socialistas, comunistas, radicales, conservadoras, todas ellas desprendidas de sus estructuras orgánicas, que hallaron alivio en aquella fuente, luego de marcarles el culo a sus rancios y retrógrados dirigentes. Algunas, incluso, eran anarquistas. Y muchas (quizás la mayorÃa) carecÃan de terminal polÃtico-partidaria. Aquellas patas en la fuente eran peronistas en el sentido de reconocer en Perón al lÃder polÃtico que les estaba allanando, desde el Estado, un camino de dignidad por primera vez en sus vidas. El peronismo nació de aquel crisol ideológico. De allà su compleja heterogeneidad. De allà su pretensión de totalidad. Por eso el peronismo es, al mismo tiempo, el problema y la solución. Los que insisten en achacarle sólo una de estas propiedades, no están buceando en su profundidad cultural ni serán efectivos a la hora de organizarse con él o de combatirlo. No sé si habrá peronistas y anti peronistas que suscriban mi lectura de su historia común, porque ambos son, a mi juicio, sentimientos irreversibles. Sólo sé que hablar del peronismo sin pertenecer a él es pertinente. Porque a muchos nos sigue pareciendo que un proyecto polÃtico nacional y popular, por ahora, no puede prescindir de ese movimiento. Simplemente, porque somos descendientes y herederos, en nuestro caso, de las patas socialistas que hallaron alivio en aquella fuente. "Trabajadores, únanse", gritó Perón aquella noche de las patas en la fuente. Lo mismo que gritó Marx casi cien años antes (ver "Lejos de la Revolución", en Cadena BA). Combatiendo al Capital Desde el campo ideológico marxista, al que pertenezco, pueden desprenderse diversas lÃneas de acción polÃtica, pero todas ellas tienen por objetivo socavar las bases de sustentación del sistema capitalista (eso que se canta con fervor en cualquier acto peronista). Y desde ese campo ideológico me atrevo a sostener que quienes no somos peronistas -al menos, algunos- no discutimos la centralidad polÃtica del peronismo en esta etapa. Lo que sà discutimos es su exclusividad polÃtica. Me parece necesario que desde aquella centralidad -y no desde esta exclusividad- se convoque al universo "extra peronista", es decir, a quienes, estando fuera del peronismo, nos sentimos parte del campo nacional y popular y junto a él pretendemos la construcción de una alternativa polÃtico-ideológica superadora, que resulte deseable, creÃble y posible para la mayorÃa del pueblo. Porque es urgente desbancar a quienes están destruyendo nuestra vida y las vidas de nuestros hijos y nietos. Me refiero a la articulación (o, si prefieren, unidad) del "campo nacional y popular", es decir, la de todos aquellos que nos oponemos al proyecto neoliberal en curso y exitoso. Y al hablar del universo extraperonista, no estoy hablando sólo de organizaciones polÃticas: estoy hablando de "sueltas" y de "sueltos", que se cuentan por miles. Claro que este "campo nacional y popular" incluye, y como actor fundamental, al peronismo. Pero no se reduce a él. La única verdad Perón se ha inspirado en decenas de intelectuales de todos los tiempos y de todos los lugares del mundo en sus discursos orales y escritos. Y los ha citado también. Sin embargo, muchos peronistas sólo citan a Perón y a todos los demás los desprecian por no ser peronistas. La única verdad es la realidad, dijo alguna vez Aristóteles. Qué cosa, ¿no? También hay muchas y muchos que consideran un orgullo pretender que uno reniegue de su pertenencia ideológica, pero, al mismo tiempo, considerarÃan una ofensa que se intente lo mismo con ellas y con ellos. La paradoja se multiplica cuando advertimos que los votos que hacen falta para ganar las elecciones están fuera del universo peronista y/o kirchnerista (como ustedes quieran), pero son convocados muy tÃmidamente, casi con desgano. Mientras tanto, aquel "uno" está esperando que se lo incluya polÃticamente, sin que se lo haga renegar de su identidad, ni que se lo use para "sumar", lo que percibe como una forma de desprecio (la "ensalada del asado"). AsÃ, aquel "uno" ve frustradas sus expectativas y huye por derecha o por izquierda. Esta es la estructura de sentimiento de la que hablé al principio. Una estructura de sentimiento construida, como toda estructura de sentimiento, en la relación entre los unos y los otros. Con aproximaciones y distanciamientos. Con confianzas y desconfianzas. Pero aún asÃ, hoy, una relación polÃtica necesaria. Al menos, desde mi perspectiva ideológica. Lógica y conducta El campo de la polÃtica, asà como todos los campos en que se organizan las relaciones sociales, está subordinado a la lógica del interés. No podemos decir de tal o cual conducta que es buena o es mala. Podemos decir que persigue tales o cuales intereses, lo que implica tales o cuales beneficios probables para tales o cuales sujetos y tales o cuales perjuicios probables para tales o cuales otros sujetos. En estos conflictos (necesarios e ineludibles) solemos tomar posición a favor de unos u otros, según nuestros propios intereses (polÃticos, económicos, ideológicos, etc.), aunque lo admitimos muy poco y lo enmascaramos tras la lógica de "lo bueno" y de "lo malo". Ocurre que "lo bueno" y "lo malo" pertenecen al campo de la moral, no al campo de la polÃtica, y, en todo caso, quien quiera utilizar esa lógica podrá hacerlo una vez agotada la lógica anterior. Claro que hay otras interpretaciones posibles, también ellas respetables. Nosotros nos quedamos con esta, que esclarece nuestra conducta y no tiene pretensión de validez universal. (*) Carlos Sortino exclusivo para Cadena BA. 9/3/2019
Periodista, ex docente de la UNLP. Referente de la Agrupación Municipal Compromiso y Participación (COMPA): https://www.facebook.com/COMPALaPlata/ |