13-05-2024
"El próximo Presupuesto Participativo tendrá que ser integral"
Por Carlos A. Sortino (*) @CarlosASortino

El  Presupuesto Participativo es una política pública que puede ser utilizada como una simple herramienta de marketing o como una estrategia de inclusión e innovación políticas. En La Plata, a partir de la gestión de Cambiemos, se optó por la primera vía: se hace exclusivamente por internet, a partir de tres o cuatro propuestas que el mismo gobierno propone en cada barrio y que los vecinos pueden votar desde su teléfono o computadora. No hay debate público en asambleas territoriales en las que representantes y representados se encuentren para el planteo, discusión, decisión y control de ejecución de proyectos. Es decir: un simulacro.

Tuve la responsabilidad de organizar y desarrollar el Presupuesto Participativo en La Plata entre los años 2008 y 2013 -con aciertos y con errores, claro está-, por invitación del entonces intendente y sin pertenecer a su organización partidaria (1). Nosotros (el conjunto de militantes socialistas con los que compartí esta experiencia) optamos por la segunda vía, que quedó inconclusa. Faltó tiempo para su desarrollo y también faltó (desde nuestra perspectiva ideológica, por supuesto) un poco más de voluntad política por parte de aquel gobierno municipal.

Premisas

El Presupuesto Participativo no es la panacea de la cosa pública. Es, tan sólo, una política más entre tantas otras. Pero con una ventaja sobre todas ellas: la transparencia. Todo está a la vista de todos: lo bueno y lo malo. Y cualquiera del pueblo puede intervenir y organizarse con sus pares. De allí que podemos tomarlo como una estrategia para la inclusión y la innovación políticas. A condición de que la voluntad del partido o alianza de partidos gobernante sea articularse con la ciudadanía "de a pie".

El objetivo de esta política pública es que el pueblo, junto al gobierno, delibere y decida en qué obras y servicios de competencia municipal se debe invertir, año tras año, una parte de los recursos del Estado. Para ello, se asigna una partida presupuestaria a ser dispuesta en ese proceso y se organiza el territorio en distintas zonas. En cada una de ellas, se realizan asambleas vecinales de libre concurrencia, en las que se presentan las necesidades y expectativas de sus habitantes, para convertirlas en proyectos, estudiar su viabilidad y definir su pertinencia. Finalmente, se realiza una consulta popular en cada zona, para que todos, aun los que no hayan participado de las asambleas, tengan la posibilidad de elegir cuáles de los proyectos en danza son prioritarios.

Pero esto es sólo un Presupuesto Participativo parcial. Esto es sólo el Presupuesto Participativo "Territorial". Para completarlo, para que sea una política pública integral, hay que instrumentar lo que nunca pudimos: el Presupuesto Participativo "Temático", que consiste en reunir asambleas vecinales de libre concurrencia (aunque no zonales, sino globales) para plantear, discutir y decidir las líneas directrices de cada una de las políticas públicas que tendrá que ejecutar el gobierno municipal (salud, seguridad, planificación urbana, cultura, etc.). Representantes y representados en deliberación pública, en un pie de igualdad, para definir políticas de Estado. Se trata, sencillamente, de discutir todo entre todos y arribar a decisiones compartidas.

Avances

Pasados estos años, y a la luz de la experiencia acumulada (propia y ajena), consideramos que resulta necesaria (también desde nuestra perspectiva ideológica, por supuesto) una revisión en su diseño. La anualidad, que es la característica prácticamente intocable del Presupuesto Participativo, dificulta el planeamiento estratégico y tiende a fragmentar las necesidades y expectativas de la población, e, incluso, a generarles contradicciones, muchas veces insalvables.

Es por ello que pensar en un Presupuesto Participativo trienal podría resultar mucho más productivo. Pensar, por ejemplo, en invertir el primer año del nuevo gobierno en la organización y el desarrollo de todas las asambleas necesarias, tanto en el Presupuesto Participativo Territorial como en el Temático, para que de ellas emerjan las obras, servicios y políticas públicas a implementar a lo largo de los tres años siguientes, con lo que completaríamos los cuatro años de mandato.

Si en un primer año las asambleas plantean, discuten y deciden lo que el gobierno municipal deberá hacer durante los tres años siguientes, en estos tres años siguientes esas asambleas bien podrían constituirse para un monitoreo participado, capaz de identificar debilidades y fortalezas en la ejecución de aquellas políticas públicas, con la finalidad de promover acciones tendientes a la superación de las primeras y la profundización de las últimas.

No es imposible calcular, en ninguna de las dos dimensiones del Presupuesto Participativo, las partidas presupuestarias que deberían asignarse para cada año, si recurrimos a series estadísticas (eso es, en definitiva, lo que se hace para programar el cálculo de recursos y el presupuesto de gastos, año tras año). Así que eso no constituye ningún problema operativo.

Tampoco es un problema operativo nuestro ordenamiento jurídico-político, según el cual el pueblo no delibera ni gobierna, sino a través de sus representantes. Son los representantes del pueblo quienes establecen los métodos de esta deliberación y de este gobierno. La programación presupuestaria es una facultad exclusiva del intendente y los métodos que él utilice para alcanzarla serán los que el mismo intendente se proponga. Por ejemplo, el Presupuesto Participativo.

¿Y qué hacemos, entonces, con nuestros representantes? Lo que hacemos siempre: elegirlos cada dos años para abordar las tareas ejecutivas y legislativas que les competen, además de ocuparse de la realización de todo lo que se resuelva a través de las políticas participativas que se desarrollen, en las que deberán intervenir junto a sus representados.

Horizontes

En la organización y el desarrollo del Presupuesto Participativo hemos observado y experimentado la recíproca desconfianza acumulada en las relaciones entre gobernantes y gobernados. Pero también hemos podido comprobar que, poco a poco, esta desconfianza puede transformarse en confianza y colaboración mutua.

Si los ciudadanos perciben que los gobernantes les prestan atención cuando hablan, les muestran las posibilidades de resolución de sus problemas y les explican las dificultades que deberán abordar, es posible que la relación vertical gobernante-gobernado se desvanezca poco a poco, para dar paso a una relación horizontal, en la que la sociedad va transformando el "mal humor" de la necesidad en el "buen humor" de la participación en las propuestas que tienden a su satisfacción.

En el Presupuesto Participativo, si se implementa en toda su dimensión, ponemos en juego la progresiva superación del individualismo, la fragmentación social y la desafección colectiva por la cosa pública, hoy dominantes en la sociedad, lo que, a su vez, puede orientar una trayectoria de reducción considerable de los márgenes de discrecionalidad política, económica y social de las autoridades formalmente constituidas y de quienes pretenden serlo.

(1)    Durante esta gestión, organizamos en La Plata el Primer Encuentro Nacional de Presupuestos Participativos (2008), que luego se realizó, año tras año, en distintos municipios del país (Córdoba, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Corrientes, Municipio de la Costa, Villa María, Gualeguaychú, Salta). En el año 2009, fundamos la Red Argentina de Presupuestos Participativos, para cuya primera presidencia fuimos elegidos por más de una veintena de municipios. A partir de ella comenzamos a capacitar a equipos de trabajo de gobiernos municipales de distintos signos partidarios, en todo el país, para la implementación de esta política pública. En 2012, La Plata fue el primer municipio argentino en establecer formalmente la auto reglamentación del Presupuesto Participativo, a partir del Foro Consultivo, integrado por representantes elegidos en todas las asambleas, y que tuvo por objetivo estudiar y elaborar las reglas de juego, fiscalizar la consulta popular y controlar la ejecución de los proyectos elegidos en ella. En el año 2013, recibimos la Mención Internacional a la Buena Práctica en Participación Ciudadana, otorgada por el Observatorio Internacional de la Democracia Participativa, organismo de la Unión Europea con sede en Barcelona (España).

(*) Carlos Sortino exclusivo para Cadena BA. 2/2/2019

Periodista, ex docente de la UNLP. Referente de la Agrupación Municipal Compromiso y Participación (COMPA): https://www.facebook.com/COMPALaPlata/