17-04-2024
"El anclaje ideol贸gico"
Por Carlos A. Sortino (*)  @CarlosASortino

S茅 que lo coyuntural es cruel y debe mandar. Pero tambi茅n hay que ocuparse de lo estructural, porque lo coyuntural es su consecuencia. 


En lo pol铆tico, uno tiene el derecho y el deber de promover una militancia territorial que atienda a la coyuntura, pero tambi茅n una militancia tem谩tica, es decir, reflexionar, publicar y motorizar cuestiones estructurales m谩s o menos complejas. Los que se quedan con una sola forma de militancia y desprecian la otra, est谩n desperdiciando la mitad de su potencia.

Cuando todas y todos decimos estar a favor de la democracia, suponemos que  todas y todos decimos lo mismo, que la concepci贸n democr谩tica es una sola: la que hemos naturalizado sin historizar, sin problematizar, la que el "sentido com煤n" nos indica, como lo hacemos con casi todo en la vida. Estamos hablando, por supuesto, del sistema que conocemos como democracia representativa (o democracia liberal o democracia burguesa, como quieran llamarla). Este sistema se impuso en el siglo 19 y podr铆amos decir que para aquellos tiempos era lo m谩s acorde, o, por lo menos, lo m谩s conveniente.

All谩 lejos y hace tiempo

A mediados del siglo 19, socialistas y liberales sosten铆an que la democracia era incompatible con la econom铆a capitalista. Karl Marx y John Stuart Mill, por ejemplo, coincidieron en ello, aunque propusieron soluciones antag贸nicas entre s铆. El asunto fue resuelto en la l铆nea del segundo. Los liberales (brazo pol铆tico-ideol贸gico de la burgues铆a), consolidaron, durante la segunda mitad del mismo siglo, a los Estados-Naci贸n y a la representaci贸n pol铆tica (v铆a Rep煤blica o v铆a Monarqu铆a), bautizando a esta 煤ltima como "democracia representativa", con lo que se hicieron cargo de aquella incompatibilidad, pero camufl谩ndola.

Se complet贸 de ese modo el complejo institucional que necesitaba el "concierto capitalista" (Ver "El juego de las reglas"), que no es s贸lo dominaci贸n econ贸mica. Ese complejo institucional fue ideado y materializado como constituci贸n y soporte de: a) un orden jur铆dico que legaliza el control oligop贸lico de la econom铆a; b) una organizaci贸n pol铆tica que subordina las necesidades y expectativas del pueblo a los intereses de ese oligopolio; y c) un sentido com煤n estructurado para naturalizar aquel control y esta subordinaci贸n. Hoy ese complejo institucional, llamado democr谩tico, sigue siendo hegem贸nico en el orden nacional y tambi茅n en el orden internacional.

Surge, desde entonces, la realidad de que no hay democracia, sino representaci贸n (Ver "Una lectura de la historia"). Es cierto que esta representaci贸n puede albergar contenidos democr谩ticos, que hasta pueden ser dominantes, pero eso depende de la organizaci贸n pol铆tica que acceda al gobierno del Estado. Lo que implica tambi茅n que puede albergar contenidos olig谩rquicos y autoritarios, que hasta pueden ser, tambi茅n, dominantes (Ver "El poder olig谩rquico").

Se intent贸 avanzar sobre aquel triunfo liberal con algunas revoluciones socialistas  y algunos experimentos nazi-fascistas, pero casi todo eso se ha esfumado, aunque persisten como "sentimientos". El Estado de Bienestar Keynesiano emergi贸 entonces para proteger el sistema original (econom铆a capitalista con representaci贸n pol铆tica). Pero no ha habido ninguna innovaci贸n estructural en lo jur铆dico-pol铆tico, ni mucho menos en lo econ贸mico.

Y, por estas tierras, algo singular: el llamado socialismo del siglo 21 (Venezuela, Ecuador, Bolivia), que floreci贸 intentando superar el fallido intento que lider贸 Salvador Allende en Chile, pero que, a pesar de sus reformas constitucionales, no logr贸 estructurar convivencia con la democracia representativa, lo que tambi茅n viene a significar que no ha podido imponerse ideol贸gicamente. S贸lo queda Bolivia batallando ese proyecto, pero no sabemos por cu谩nto tiempo m谩s.

Un nuevo horizonte

Una alternativa que tenemos a mano, aunque como proyecto pol铆tico de mediano plazo, por lo menos, es la llamada democracia participativa: si cualquier pol铆tica estatal condiciona, directa o indirectamente, la calidad de vida individual y colectiva del pueblo, la intervenci贸n popular en pol铆ticas de Estado debe ser el primer principio de un r茅gimen democr谩tico, pues ello encarna el reconocimiento de la igualdad pol铆tica y del consecuente derecho de toda persona de poder intervenir e influir en la toma de decisiones que afectan su vida cotidiana.

En cualquier pol铆tica participativa ponemos en juego la progresiva superaci贸n del individualismo, la fragmentaci贸n social y la desafecci贸n colectiva por la cosa p煤blica, hoy dominantes en la sociedad, lo que, a su vez, podr谩 orientar una trayectoria de reducci贸n considerable de los m谩rgenes de discrecionalidad pol铆tica y econ贸mica de las autoridades formalmente constituidas y de quienes pretenden serlo.

Pero no hay que idealizar: tambi茅n creamos un teatro de operaciones pol铆ticas, que puede ser ganado por "aparatos" partidarios con el 煤nico fin de legitimar o erosionar socialmente al gobierno de turno. All铆 reside su debilidad. Para transformar esa debilidad en fortaleza hay una sola condici贸n: la intervenci贸n popular. Sin pueblo, no hay pol铆tica: s贸lo dominaci贸n.


Porque cualquier pol铆tica participativa conmueve el n煤cleo fundamental de cualquier organizaci贸n: qui茅n toma las decisiones y c贸mo lo hace. Se trata de una redistribuci贸n del poder pol铆tico, que tiene los mismos efectos, en sus actores, que tiene cualquier proyecto de redistribuci贸n del poder econ贸mico.

En s铆ntesis: pol铆tica e ideol贸gicamente, permanecemos anclados al siglo 19, pero a煤n estamos a tiempo de avanzar hacia el siglo 21, si es que somos capaces de construir un puente sobre el siglo 20.

(*) Carlos Sortino exclusivo para Cadena BA. 22/09/2018

Periodista, ex docente de la UNLP. Referente de la Agrupaci贸n Municipal Compromiso y Participaci贸n (COMPA): https://www.facebook.com/COMPALaPlata/