Javier Mascherano tuvo su adiós definitivo del Barcelona en el campo de juego. Aunque una lesión no le permitió despedirse con los botines y siendo protagonista del partido que el equipo de Ernesto Valverde afrontaría ante el Espanyol por la Copa del Rey. El argentino se va a jugar a China tras siete años y medio en el equipo catalán, 18 títulos y 334 partidos, el tercer extranjero con mayor cantidad de presencias en la historia de la institución.

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El nacido en San Lorenzo, provincia de Santa Fe, saltó al césped del Camp Nou con su pequeño hijo Bruno en brazos y acompañado por sus hijas Lola y Alma -su mujer, Fernanda, se quedó en el túnel- y atravesó el pasillo que le armaron sus compañeros.

Saludó a la afición, que lo ovacionó, pero finalmente no quiso hablar. Recibió una camiseta enmarcada de manos de Andrés Iniesta, el capitán del equipo, y se mostró muy emocionado. Sobre el pasto, en la mitad de la cancha, unas letras blancas enormes lo homenajeaban: "Gracias Masche".

Después, Mascherano saludó uno a uno a sus compañeros y salió del campo de juego por última vez como jugador de fútbol del Barcelona. Su destino está en el Hebei Fortune, de la Superliga de China, y buscará continuidad para llegar en óptimas condiciones al Mundial de Rusia, el que será su último torneo como futbolista profesional.

El último homenaje fue la remera con la que los jugadores salieron a la cancha para disputar el partido: azul con letras rojas y el agradecimiento para Mascherano.

La despedida institucional de Mascherano había sido este miércoles en uno de los auditorios del club. Allí se exhibieron todos los trofeos que el volante argentino consiguió con el equipo a lo largo de la gestión de cinco entrenadores diferentes y el ídolo dijo adiós muy emocionado: "Vine para cumplir un sueño, pero es hora de despertar, el sueño se terminó".