26-04-2024
"Obviedades (o no tanto)"
Por Carlos A. Sortino (*) @CarlosASortino 

Karl Marx (y muchas otras y muchos otros): "La manera como se presentan las cosas no es la manera como son. Y si las cosas fueran como se presentan, la ciencia entera sobraría".

Sólo podemos tener dos grandes objetivos en nuestras vidas: cambiar este mundo o adaptarnos a él. Es una decisión política elegir uno u otro, como también es una decisión política rectificar, luego, ese rumbo. Detrás de ese objetivo elegido organizamos nuestro sentir, nuestro pensar, nuestro actuar, nuestro decir, en todos nuestros niveles de inserción social.

Todos tenemos una interpretación política de la realidad y esa interpretación nos ubica en ella. Nuestro lugar en el mundo está condicionado por esa interpretación política. La cuestión es que, las más de las veces, esa interpretación política no es el producto de un saber sistemática y libremente buscado y construido, sino fruto del sentido común, es decir, pura inercia ideológica. Lo que también implica que esa interpretación política no es reconocida como tal. Para resolver este problema, necesitamos una interpretación política de la realidad que sea el producto de una búsqueda consciente. No es imprescindible, ni siquiera necesario, ser militante partidario para que ello ocurra. 

Una cosa o la otra 

Puedo adaptarme al mundo de manera "salvaje", es decir, tratando de satisfacer a toda costa mis propias necesidades y expectativas, sin importar los efectos sociales de mis actos; o bien, puedo adaptarme de manera "civilizada", es decir, además de satisfacer mis propias necesidades y expectativas, debo comprender que hay gente que me rodea y que esa gente merece también que sus necesidades y expectativas sean satisfechas. El vuelco egoísta de esta adaptación "civilizada" es llegar a comprender que si uno vive bien en un medio en el que la mayoría vive mal, tarde o temprano esa mayoría causará sobre uno algún tipo de daño o perjuicio. 

Si tomo la decisión de cambiar el mundo, también puedo hacerlo de manera "salvaje" o "civilizada": apostar a la revolución armada (no hace falta explicar de qué se trata) o apostar a una democracia revolucionaria, es decir, a una construcción política que tome como base de lanzamiento a la democracia representativa (o liberal o burguesa, como quieran llamarla), con la convicción de que no sólo es necesario contraponer una justa y democrática distribución de la riqueza a un sistema injusto y autoritario de asignación de recursos económicos, sino que también se trata de promover una justa y democrática distribución del poder en un sistema injusto y autoritario de asignación de recursos políticos. Hay muchas concepciones intermedias, pero todas ellas, como quedó demostrado en nuestra historia, sólo tienen salida por derecha. 

El problema, como quedó dicho líneas arriba, es que el sentido común niega lo político. Este sentido común está forjado por la costumbre, la tradición, la experiencia. Esta costumbre, esta tradición, esta experiencia, tienen su base de sustentación en la praxis política y en la praxis periodística, que son las grandes mediaciones entre la realidad colectiva y la realidad individual. Digo praxis para diferenciar la práctica concreta de la política y el periodismo de sus teorías, que rara vez se corresponden, y esa práctica concreta alienta el personalismo y la exclusión. 

Contra el sentido común 

La lectura y el análisis político son complejos: cada hecho puntual forma parte de un contexto, en su origen, en su desarrollo y en su final. La lectura y el análisis periodístico son simples: el contexto no existe. Ambas prácticas se dan en ambos campos, pero la segunda es hegemónica en los dos. Sólo hay que elegir con qué paradigma nos quedamos y hacernos cargo de nuestra elección.

Lo central es que, cualquiera sea el paradigma elegido, la acción política instituye la naturaleza del poder: cómo decidir el régimen de selección y circulación de las élites, cómo establecer las relaciones entre gobernantes y gobernados, quienes deben hacer la ley y quienes deben obedecerla, qué perfil productivo se pretende y cuáles son los criterios básicos para la producción y distribución de la riqueza. 

Así que lo primero que deberíamos hacer es poner en crisis nuestro sentido común. Cuestionar todo lo que damos por supuesto para buscar y construir un saber sistemático y libre. Tal vez volvamos a pensar lo mismo que antes al final del proceso, pero nunca será lo mismo aunque así parezca, porque estará sostenido por una praxis propia y no será el producto de una manipulación, política o periodística. 

En lo político, uno tiene el derecho y el deber de promover una militancia territorial, pero también una militancia temática, es decir, reflexionar y publicar sobre cuestiones más o menos complejas. Los que se quedan con una sola forma de militancia y desprecian la otra, están desperdiciando la mitad de su potencia. 

((*) Carlos Sortino exclusivo para Cadena BA. 17/12/2017

Periodista, ex docente de la UNLP. Referente de la Agrupación Municipal Compromiso y Participación (COMPA): https://www.facebook.com/COMPALaPlata/