Estaba leyendo una columna de Relato del Presente, un periodista que me encanta y suelo leer con dicha en las páginas digitales del diario Perfil cuando noté algo que me llamó la atención. El periodista dice: "Bajar los precios, mejorar la educación, subir los salarios, eliminar el desempleo, pobreza cero, eliminar la inflación, combatir la inseguridad, subir los salarios, mejorar la salud.Lindas definiciones que todos quieren pero que nadie explica cómo alcanzar".

A pocos días de las elecciones legislativas (las verdaderas, no la encuesta nacional llamadas PASO de hace algunas semanas) estamos otra vez frente a los mismos candidatos. Cambiarán algunas caras (otras no), pero nunca en la historia la política argentina estuvo mejor definida como "más de lo mismo". ¿Por qué digo esto? Veamos…

La ideología detrás de los partidos políticos (o alianzas, aunque ya nadie use esa palabra por ser un crematorio políticodiscursivo) varía por centavos, pero los principios que guían a la gran mayoría de los partidos que se presentan en octubre los unen más puntos de los que los separan.

Con una personalización política poco sana (¿cuánta gente sabe en qué frente se presentan los candidatos massistas?) los candidatos se agarran de las mechas para ver quién es más peronista. Cristina dejando de lado el vocablo kirchnerista para pasar a usar en casi todos lados la palabra peronista. (Nota de color: vieron el cambio de vestimenta y accesorios de la ex presidenta en su último acto en Avellaneda, ¿verdad?).

Mientras tanto, del otro lado del ring, el candidato de Cambiemos en la provincia, Esteban Bullrich, en vísperas del día de la Lealtad Peronista fustigó: "Creo que el Perón del 73, ese que que decía que para un argentino no hay nada mejor que otro argentino, votaría a aquellos que están queriendo unir a los argentinos y no dividirlos". Es decir, que para él, el Pocho votaría a Cambiemos.

A confesión de parte, relevo de prueba. Cada dicho que sale de la boca de un candidato busca mover a la izquierda su imagen en el espectro político e imaginario colectivo. Porque estar a la izquierda es "entender a la gente". Se pelean por ver quién es más socialista que le otro. Por supuesto, nadie explica que todos podemos ser generosos con el dinero del otro, es decir, del contribuyente.

Ninguno de los postulantes es públicamente generoso con el dinero de su propio bolsillo. Todos, soberbiamente, creen saber que el resto de sus conciudadanos, dónde debe "invertirse" mejor ese dinero, que tanto, tanto, tanto nos cuesta alcanzar.

Me van a venir a atacar y decirme que hay un abismo entre Kirchner y Cambiemos. Coincido, en parte. Por supuesto que el cambio de Macri en la presidencia trajo institucionalidad, seguridad jurídica, reglas claras, rumbo ordenado, intención de disciplina fiscal (por ahora solo intención), etc.

Pero, volviendo al primer párrafo de este artículo, todos atacan la pobreza a través de la redistribución de la riqueza. Suben los salarios, aumentando por ley el salario mínimo (dejando afuera de la estructura laboral a miles cuya productividad es menor a dicha cifra). Buscan bajar la inflación, buscando otra fuente de financiamiento (emisión de títulos de deuda) en vez de reducir el gigante gasto público. Buscan eliminan el desempleo, creando empleado público (¡pero no empleo real, el Estado creando empleo es como una serpiente comiendo su propia cola!). Buscan televisores baratos manteniendo altas barreras de entrada al comercio y altísimos impuestos.

En conclusión, las receta para hacer de esta Argentina un país progresista (de progreso) la sabemos todos. Lo que deben apuntar todos estos, o al menos alguno de todos los políticos, es a cambiar los ingredientes porque como dijo Albert Einstein "Locura es seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes". ¿O no?