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Ante intento de suicidio de estudiante del Colegio Nacional "¿Qué hacemos con esto?" | |||
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Tengo una hija de 15 años. Anoche me llamó hasta su pieza porque no podÃa dormir. "No puedo dormir pensando que una chica está por morir", me dijo con profunda angustia.
Me senté a su lado y no supe qué decir. Solo la abracé y la dejé llorar.
Acostumbrado como estoy a las noticias (soy periodista desde hace 36 años), debo confesar que ayer preferà no contactar con los medios. Elegà ignorar los detalles: videos, fotos, declaraciones del intento de suicidio de una nena que tiene la misma edad de mi hija.
Por la mañana, cuando llegué a la oficina, un compañero me preguntó si habÃa visto lo que ocurrió con la chica del Colegio Nacional. Le respondà que no y él me sintetizó lo poco que se sabÃa hasta ese momento del triste episodio. No pregunté más, no quise dejar que me abrumara la tristeza.
Fingà inútilmente que era otro dÃa, con una noticia matinal desgarradora, pero nada más.
Me pregunto: ¿Qué hacemos con esto?
¿Seguimos de largo y vamos con las noticias del Vaticano sobre la situación de Venezuela? ¿Repasamos el aumento del dólar? ¿Revisamos cuándo empieza el fútbol y cuánto costará mirarlo?
No puedo sumar consideraciones ajenas. Estoy desgarrado ¿PodrÃa haber sido mi hija? Y muchos dirán: "Imposible, esa chica, se nota, estaba sola".
Las conclusiones son, en este caso, meras especulaciones. Nada sabemos de esa alma que a esta hora se debate, inconsciente, entre volar al cielo y quedarse aquÃ, a ver si las cosas cambian un poco.
¿Qué pasa entre nosotros, que no advertimos que una chica de 15 años toma un revólver, cuenta sus balas, la carga en la mochila, escribe una carta con el menú suicida y nadie, nadie, logra ver que hay algo que no funciona bien?
Hay una conclusión común, desaprensiva y sumariamente indiferente: la culpa la tienen los juegos, las pelÃculas que envenenan o influyen en los comportamientos extravagantes, los medios, las redes… ¿Y nosotros?
Cuando hablamos de los desastres naturales que nuestras conductas están provocando en el planeta, serÃa interesante incluir en la nómina de ballenas y árboles talados, a las personas. Sobre todo, a aquellas personas a las que no les dedicamos ni un minuto de nuestras vidas, a aquellas que duermen en la soledad del frÃo y de la calles y a aquellas duermen en una angustiosa e Ãntima soledad.
Brego por el profundo sentido de la cotidiana pregunta de ¿cómo estás? Porque no estamos en sintonÃa con la recepción de la respuesta. Y como ello se ha hecho carne, ni el que pregunta ni el que responde están dispuestos a perder el tiempo. Un tiempo que se pierde solo, asà como una vida que se pierde, asà como todas las jornadas pasan entre dÃas y noches cada vez más espesas.
(*) Por Reynaldo Claudio Gómez, periodista, docente. Exclusivo para Cadena BA.
4 de agosto de 2017
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