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22-01-2017 | EL ÚLTIMO MES | |||
Tres mujeres fueron asesinadas por sus parejas en visitas a la cárcel | |||
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Tres mujeres fueron asesinadas el último mes por sus parejas durante visitas en el penal donde cumplÃan condenas por asesinato o esperaban ser juzgados por femicidios, elevando a 7 las vÃctimas en los últimos ocho años por esa modalidad, que creó un insólito territorio donde los machistas también matan: dentro de la propia celda. La violencia de género y su expresión máxima, los femicidios, atraviesan todos los sectores sociales, las edades y las geografÃas. Cuando la organización social La Casa del Encuentro, relevó los asesinatos de mujeres en los lugares de detención de sus parejas, concluyó que los crÃmenes se expanden en distintos puntos del paÃs como Salta, Entre RÃos, Santa Cruz, Tucumán, Córdoba y la provincia de Buenos Aires. El 21 de diciembre último Elizabeth Aguirre fue a visitar a su pareja Henry Coronado al penal de Villa Urquiza en Tucumán, donde el hombre la mató. Coronado estaba detenido por el femicidio de su ex, Laydi Meneses. Un doble femicida, al igual que Gabriel Herrera, que mató el 5 de enero de este año en Salta a Andrea Neri en el penal Villa Las Rosas, como lo habÃa hecho con su ex, Verónica Castro, en la cárcel de Metán. Coronado se suicidó después de matar a Elizabeth y lo mismo hizo Franco BenÃtez el domingo pasado, luego de asesinar durante la visita Ãntima a su pareja MarÃa Luján Aguilera en la cárcel de Villa MarÃa, Córdoba, donde estaba preso por haber matado, en 2003, a su esposa Andrea Patiño y a su bebé de tres meses. Las estadÃsticas tienen nombre, historias y surge una pregunta: ¿Por qué una mujer continúa visitando en la cárcel a un femicida? "Esa pregunta, una vez más, coloca la responsabilidad en la vÃctima y la vuelve a asesinar", responde Ada Rico, presidenta de la ONG La Casa del Encuentro que desde 2008 registra los femicidios cometidos en Argentina, en base a las publicaciones de 120 medios de todo el paÃs. Los motivos de estas mujeres "son muchos, diversos, complejos. Porque la manipulación que ejerce el agresor sobre ella, a quien considera 'de su propiedad', trasciende los muros, aún los de las cárceles". La mujer "tiene que 'obedecer' y continuar viendo a su pareja, porque sabe que en algún momento él saldrá en libertad y que el precio que deberá pagar por su 'desobediencia' será muy alto. Muchas veces pagará con su vida o con la vida de sus seres queridos", analizó la dirigente feminista. Asà lo evidencia la historia de Jessica Ocampo, asesinada por Juan Marcelo Schiaffino en la cárcel entrerriana de la ciudad de Gualeguaychú, donde purgaba una condena por someter a prostitución a una niña de 15 años. "Ella seguÃa viniendo al penal porque estaba amenazada; él no puede salir pero tiene gente afuera a la que manda. Ya el año pasado le pegó y la mandó al hospital por varios dÃas", contó en esos dÃas a la prensa el tÃo de la vÃctima, Jesús Ocampo. Para Rico también hay una explicación "en la construcción cultural del amor romántico, que es para toda la vida y que todo lo entiende y todo lo perdona. Además del mandato social que indica que la mujer debe acompañar a su pareja en las buenas y en las malas". "Y en este 'acompañamiento' nos encontramos con el cÃrculo de la violencia en su grado más perverso. Él, preso, y ella, presa de la furia del violento. Cuestionamientos, celos, golpes, exigencias, amenazas. Frases que controlan, que humillan, que vulneran. Ese repetitivo ¿Y qué estarás haciendo afuera vos?", reflexiona Rico. |