12-05-2024
19-10-2011 | En medio de escandalos, denuncias y amenazas
AFA: Grondona reelecto por novena vez seguida
Con el compromiso de controlar la deuda de los clubes y luchar contra la violencia, el hombre que maneja el fútbol desde 1979 consiguió el aval del Gobierno para comenzar su noveno ciclo.

Apenas habían pasado unos minutos de las nueve de la noche cuando la asamblea de la AFA confirmó la octava reelección de Julio Humberto Grondona como presidente. Los 46 de los 49 integrantes del cuerpo que pudieron acceder al tercer piso del edificio de la AFA -los representantes de Atlético de Rafaela, Vélez e Independiente quedaron varados afuera- pusieron la boleta del veterano líder en el cuarto oscuro. Puertas para adentro, Grondona ganó por goleada, tal como presagiaban sus laderos de siempre.

Sin embargo, fronteras afuera de Viamonte 1366 el dirigente de Sarandí ya no es el patriarca que supo ser. Ayer, como nunca, quedaron expuestos tres de sus flancos vulnerables. Su relación con el Gobierno se asemeja a la economía brasileña: comienza a enfriarse. Si estuviera en pleno auge, el empresario de medios Daniel Vila no habría podido montar su propio show en la puerta de la AFA, con asamblea paralela incluida. "Lo que pasó es una advertencia", razonaron en la calle Viamonte luego de que Don Julio renovara su mandato por otros cuatro años. Una orden de la Casa Rosada habría bastado para que Vila fuera desalojado de las inmediaciones de la AFA. La orden jamás llegó. "No hay una decisión de soltarle la mano. Grondona sigue siendo nuestro", indicaron fuentes oficiales. Pero... siempre hay un "pero". O un condicionante: "Hay un mensaje: no tiene la vaca atada".

Por una vez, el momento en que se desarrolló la asamblea no favoreció al mentor del "Todo Pasa". Cinco días antes de la elección presidencial nacional es un tiempo demasiado exiguo como para correr el riesgo de la identificación con Grondona. El progresivo deterioro de la imagen pública de Don Julio encendió las alarmas en Balcarce 50. La aparición de un socio del Gobierno -Grondona, como presidente de la AFA, firmó el contrato del Fútbol Para Todos- en una cámara oculta, pegado a dinero negro, testaferros y tráfico de influencias fue el último eslabón en la cadena de acusaciones contra el líder afista. El operativo despegue , aunque tibio, se inició desde la pantalla de la TV Pública. En el noticiero Visión 7, allí donde cada fotograma es vigilado con celo por el poder político, se hicieron eco de la filmación que compromete a Grondona y otros dirigentes.

"El Gobierno manifestó su apoyo a la constitucionalidad de la AFA y la continuidad de la elección por el voto de la asamblea. No obstante, entiende que para la continuidad de una relación sana es necesario que cambien muchas cosas", razonó un asambleísta -que pidió anonimato- con llegada al sillón presidencial. En sus dos alocuciones de ayer, Grondona habló de "cambios" y "mejoras". La primera, de casi dos minutos. Y la segunda, de algunos segundos, luego de recibir el apoyo de los dirigentes.

¿Qué deberá modificar la AFA? Los ejes son dos. Por un lado, al kirchnerismo le preocupa el elevadísimo nivel de deuda de los clubes argentinos -un informe de LA NACION de comienzos de año reveló que el pasivo de las instituciones de primera trepa hasta los $ 1121 millones-.En los próximos meses, Grondona podría anunciar mecanismos que tiendan a controlar el rojo de los clubes. No se descarta que la casa del fútbol contrate a las más importantes auditoras internacionales para examinar las finanzas de las instituciones. El otro tema que inquieta a la Casa Rosada es la violencia en las canchas. De acuerdo con lo que se pudo reconstruir, el presidente de la AFA habría aceptado hacerse cargo en forma íntegra de los operativos de seguridad en los partidos.

Ambos asuntos serán vitales de aquí al mes próximo. El Gobierno tiene el dulce que necesita Grondona para alimentar a los clubes: los millones que aporta el Fútbol Para Todos. Si bien de acuerdo con el contrato original la AFA ya debería recibir $ 850 millones, la cifra está congelada en los $ 600 originales. "Hay una negociación abierta. Nada está cerrado", admiten tanto en la AFA como en el Gobierno. Lo que parece claro es que, en las actuales condiciones, los clubes no recibirán los $ 1000 millones con los que soñaban hasta hace pocos días. Y si no hay cambios, no habrá aumentos. Menos cuando, luego de las elecciones, el interlocutor de Grondona en la Casa Rosada será Carlos Zannini, secretario legal y técnico de la presidencia. El funcionario K siente mucho menos afecto por el líder de la AFA que Aníbal Fernández, quien todavía comanda la Jefatura de Gabinete, desde donde salen los billetes públicos para el fútbol.

Las negociaciones, de todas formas, quedarán para más adelante. En lo inmediato, los grondonistas buscarán que su líder se recupere lo más pronto posible. En lo que fue su primera aparición pública de los últimos dos meses, Grondona lució desmejorado tras someterse a una operación de intestino en el Sanatorio Mitre. Perdió varios kilos y algo de energía, lo cual se tradujo en su apagada voz. Sí cumplió con todas las tareas que le exigía el estatuto, pero cuando hubo que ponerse enérgico, la voz cantante de la asamblea fue la de José Luis Meiszner, secretario ejecutivo de la entidad. Suya fue la frase más original de la noche: "Ni el mismísimo (León) Trotsky se animaría a criticar esta forma de representación". Una vez que pudo salir de la sede de la AFA, Grondona enfrentó a la maraña de periodistas y, sin pronunciar palabra, se subió a una camioneta.

Poco después viajó a Zurich, acompañado por su hija Liliana y su yerno. En territorio europeo visitará una clínica y se dedicará a la FIFA. Según se supo, tiene un chequeo programado en una clínica porteña para fines del mes próximo. A partir de ahora, la salud condicionará su exposición pública. "Atenderá a todos en Sarandí y vendrá menos a la AFA", aseguran cerca suyo. Tendrá mucho más tiempo para pensar. Ser el hombre más poderoso del fútbol argentino durante 11.877 días tiene sus costos. Sabe de memoria que le sobran enemigos. Y que ya no tiene la misma vitalidad para enfrentarlos que hace 20 años.

Por Alejandro Casar González y Fernando Czyz