18-05-2024
La Plata "¡Un título para nuestra Ciudad!"
Por Gonzalo Sarasqueta @gogosarasqueta
Hace tiempo que La Plata carece de un proyecto de desarrollo. Más allá de ser la capital administrativa de la provincia de Buenos Aires (un rol, digamos, "importado"), nuestra ciudad no posee un perfil propio que la impulse económicamente. 

Y este déficit no es de la actual gestión: viene de larga data. Vale la pena aclararlo. Desde el regreso a la democracia, ningún intendente se animó a plantar las semillas de un plan de largo aliento. El cortoplacismo fue el patrón que caracterizó a la gestión local. Tanto radicales como peronistas adolecieron de un horizonte estratégico que ponga a la ciudad en las vías del progres.Cambiemos, por lo visto, piensa seguir el mismo camino. 

Cinturón industrial, terminal tecnológica, ciudad portuaria podrían ser algunos rótulos interesantes para estamparle a la urbe.Pero seamos realistas,en el primer caso, al que apostaron distritos como Zarate, Avellaneda o Berazategui, por citar algunos, estaríamos llegando tarde: movilizar fábricas de producción pesada es sumamente complejo y, además, el siglo XXI promete ser el siglo del capital inmaterial. En las otras dos propuestas quedaríamos opacados por Capital Federal, que nos supera en investigación, competitividad e infraestructura.

En cambio, convertir a La Plata en un polo cultural ofrece numerosas ventajas y, sobre todo, dista de ser una utopía. Veamos. 

Para empezar, la ciudad cuenta con una de las universidades públicas más gravitantes del país. De esta  prestigiosa casa de estudios egresan cada almanaque cientos de cineastas, escritores, artistas plásticos, pintores, muralistas,  investigadores, científicos y un largo etcétera que enriquecen la vida de nuestras diagonales. 

Una segunda excusa es el circuito artístico. La capital bonaerense cuenta con una de las movidas culturales más atractivas del país. Una fuerza creadora espontánea que brota del tejido social y se refleja en bares, centros culturales, teatros, clubes de barrio y plazas. Para los dubitativos, prendan el oído a Radio Universidad un viernes: ¡la oferta es inagotable! 

El tercer motivo son los recursos que brinda la provincia. Ejemplos fehacientes: el Estadio Único y el Teatro Argentino. Ambos enclaves culturales proveen a la ciudad de una oferta cultural de excelencia. Miles de turistas -nacionales e internacionales- nos visitan a lo largo del año. La oferta es tan contundente como la demanda. 

Ahora, como se dijo, estas potencialidades vienen siendo invisibles para el municipio. No están ni mínimamente coordinadas. El Estado necesita un plan que tonifique, fortifique y desarrolle toda esta musculatura cultural. Las capacidades del gobierno local son fundamentales para que la cultura pegue el salto y pase de ser una actividad vinculada exclusivamenteal ocio a un proyecto sostenible de ciudad. En otras palabras: la cultura como tractor que dinamice la economía platense. 

Varios se preguntarán: ¿cómo se incentiva la cultura desde el poder público? Como reza el artículo 27 de la Carta Universal de los Derechos Humanos: descentralizando, desconcentrando y democratizando. Todo lo contrario a lo que estamos acostumbrados con nuestro clásico festejo rimbombante del 19 de noviembre. 

Y, siendo prácticos, ¿cómo se materializa? De innumerables maneras. Aunque, por una cuestión de caracteres,  me acotaré a una que ya están llevando a cabo ciudades como Medellín y Porto Alegre: instalando las principales propuestas culturales en los barrios más vulnerables. 

¿Qué beneficios acarrea esto? En lo tangible, produce un impacto positivo doble: se generan empleos directos (en las instituciones mismas) e indirectos (hotelería, gastronomía, transporte, etc.);  y, en simultáneo, cuando la cultura se descentraliza se abre una oportunidad de desarrollo para los barrios lejanos, que tienen la excusa ideal para que el municipio haga sus deberes: asfalte calles,  limpie los espacios verdes, coloque el alumbrado correspondiente, perfeccione el transporte, cumpla con los servicios básicos y garantice la seguridad.

Yendo a lo intangible, se comienza a romper la díada centro-periferia. El ciudadano del casco urbano sale de su "zona de confort", conoce otras realidades y enriquece su imaginario. Y, a la inversa, el ciudadano del barrio se siente integrado por el Estado, "infla" su autoestima social y cuida los bienes públicos. A largo plazo, como resultado, se puede lograr un tejido social más robusto, cohesionado e igualitario.Lo que se dice un verdadero proyecto progresista. Suena tentador, ¿no? 

Por eso "la Cultura es el remedio que tiene la Ciudad para recuperar su autoestima de Ciudad Capital". 

(*) Periodista. Referente de "Ahora La Plata".