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18-10-2011 | La nota que gusto a la Presidenta | |||
CFK y la unidad nacional por Mónica Peralta Ramos (*) | |||
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A continuación la nota de opinión de Mónica Peralta Ramos:  La lluvia de votos en las elecciones primarias consagró el liderazgo indiscutible de la Presidenta sobre su partido y mostró su gran influencia sobre vastos sectores sociales de todo el paÃs. Conocidos los resultados, CFK convocó a la unidad nacional para concretar un proyecto nacional que, según sus palabras, se sintetiza en tres conceptos: patria, libertad e igualdad. Muchos factores han contribuido a este éxito electoral. Aquà nos interesa destacar la capacidad de la Presidenta para interpretar las demandas de cambio y de participación de la población -especialmente de la juventud- y su coraje para adoptar medidas destinadas a lograr una renovación de los cargos electivos del partido. Esto significó un enfrentamiento implÃcito con los pilares tradicionales del poder peronista: los sindicatos y la burocracia del partido. Dato no menor: muchos de estos dirigentes ocupan posiciones claves no sólo en el sindicalismo, sino también en distintos niveles de gobierno, nacional, provincial y municipal. El triunfo de CFK en las PASO significó pues algo más que un reconocimiento a su gestión y apunta a la renovación de las instituciones polÃticas como canales de expresión de las reivindicaciones populares. Ante la inminencia de otro fracaso en las elecciones de octubre, la oposición ha quedado más dividida y desarticulada que nunca. Ha tratado de desvirtuar los resultados de las PASO. Ha alertado sobre el peligro que implica para la institucionalidad un éxito electoral contundente del oficialismo. Ha amenazado con una inminente catástrofe económica en los próximos meses como consecuencia de los desaciertos de la polÃtica actual. No parece casual que se tema por la institucionalidad del paÃs luego de un éxito electoral de esta magnitud, ni tampoco parecen casuales las amenazas de una futura catástrofe económica. Desde la caÃda de la última dictadura militar que impuso el terrorismo de Estado para "controlar la gobernabilidad", la desestabilización de la democracia ha tomado la forma de desabastecimiento, inflación, corridas cambiarias y especulación financiera. Sectores importantes de la oposición intentan ahora limitar la "profundización" del modelo encauzándolo en la búsqueda de una "racionalidad" cuyo norte principal serÃa una "licuación" de polÃticas destinadas a reducir la autonomÃa en las decisiones de gobierno y a neutralizar las demandas de mayor participación popular. Esta nueva estrategia es protagonizada, entre otros, por dirigentes empresarios y representantes de grandes empresas que hasta hace poco tiempo se deshacÃan en crÃticas de todo tipo a la polÃtica económica oficial. Desde los orÃgenes de nuestra independencia el paÃs se ha visto sacudido por un enfrentamiento no resuelto entre los que tienen más y los que tienen menos, y entre Buenos Aires y el resto del paÃs. Finalizada la guerra civil, a mediados del siglo XIX se articuló un proyecto de paÃs que impulsó los intereses de los sectores económicamente más poderosos sobre los intereses del resto de la población. A poco de andar se hizo evidente que este proyecto era incapaz de conciliar entre sà las distintas reivindicaciones económicas y polÃticas de los segmentos dominantes, o de legitimarse ante el conjunto de la sociedad conciliando el objetivo de crecimiento económico con las necesidades de los más rezagados. Esto derivó en una sistemática incapacidad por parte de los que tienen más de llegar al poder polÃtico a través de la vÃa democrática. Y como la historia de un paÃs no puede ser controlada a perpetuidad utilizando la mera coerción, los sectores sociales rezagados -que siempre son mayoritarios- encontraron la vÃa por la cual llegar al Estado y expresar desde allà sus demandas de inclusión económica, social y polÃtica. El yrigoyenismo primero, y luego el peronismo, constituyeron los movimientos sociales que -impulsados respectivamente por las clases medias y los sectores populares- utilizaron en distintos momentos el camino electoral para llegar al control del Estado. Sendos golpes militares terminaron con estos intentos de cambio de la estructura de poder. Se configuró asà una paradoja que explica el estancamiento económico a lo largo de casi un siglo: el recurrente enfrentamiento entre sectores económicos dominantes y entre éstos y los sectores populares en un contexto polÃtico en el que los últimos podÃan llegar al control del Estado y sus recursos a través del sistema electoral. De ahà la endémica crisis de legitimidad de las instituciones argentinas y la expresión cruda y sin atenuantes de la voluntad de poder a través de las organizaciones corporativas y militares. Los más privilegiados económicamente no han sabido formular un proyecto polÃtico que, teniendo como meta el interés general, pueda expresar una conciliación entre sus propios intereses y entre éstos y los del resto de la población. Conciliar intereses implica hacer concesiones, postergar o renunciar parcial o totalmente a ciertas ventajas económicas y polÃticas, pensar en el futuro del paÃs como un todo, buscar alianzas donde todos los involucrados conceden algo inmediato para lograr un beneficio común, más general. No parece que estas pautas hayan regido el accionar económico o polÃtico de los sectores sociales más poderosos. En este contexto no puede extrañar la incesante fragmentación de los partidos de oposición, ni tampoco la presión polÃtica ejercida crudamente a través de las grandes empresas y asociaciones empresarias de mayor peso, y de medios de comunicación controlados monopólicamente. Los resultados de las PASO muestran una vez más la relevancia y vigencia de esta paradoja. Sólo que ahora todo es más explÃcito. Y lo es, en parte, porque nuestros dos últimos presidentes han demostrado tener vocación de cambio y -en sus propias palabras- no abandonaron sus convicciones a las puertas de la Casa Rosada. Esto les ha reportado una legitimidad de representación que se expresó en las PASO. Pero hay algo más: la polÃtica de derechos humanos y muchas de las polÃticas económicas tomadas en los últimos ocho años -al apuntar a la integración nacional y a la inclusión social- han traÃdo al primer plano del escenario polÃtico las raÃces estructurales de la dominación haciendo posible la movilización de vastos sectores sociales en pos de demandas que desnudan las diferencias sociales y provocan el temblor de las estructuras de poder. La búsqueda de inclusión social y participación polÃtica y la convocatoria a la unidad nacional explicitan las limitaciones de esa estructura de dominación, vuelven posible su discusión y la búsqueda de un camino alternativo para el crecimiento económico. Las polÃticas económicas impulsadas por el kirchnerismo han logrado despertar la adhesión de vastos sectores populares y el rechazo de los que temen perder posiciones de poder. Las caracterÃsticas de la acumulación del capital en el paÃs y la coyuntura internacional imponen lÃmites estructurales al crecimiento con inclusión social y plantean la necesidad de profundizar el modelo actual. La legitimación de la gestión oficial en las próximas elecciones le dará al gobierno de CFK el poder que necesita para enfrentar los obstáculos a la profundización del modelo. La movilización y participación activa de la ciudadanÃa en la discusión de polÃticas y en el control de gestión constituyen la mejor garantÃa de que el rumbo emprendido podrá ser profundizado. De ahà la importancia de la apertura de nuevos canales institucionales para el ejercicio de la participación popular y del control de gestión. * Autora de La economÃa polÃtica argentina: poder y clases sociales (1930-2006) - FCE-y de Etapas de acumulación y alianzas de clases en Argentina (1930-1970), entre otros libros. "Requien para Néstor Kirchner" http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-158162-2010-12-06.html |