Debería poder hacer un análisis más riguroso. Sin embargo estoy más confundido que antes. Las primeras medidas de Cambiemos fue provocar una brutal transferencia de ingresos de abajo para arriba. Al estilo estadounidense, bajando impuestos a las grandes corporaciones, entre ellas las mineras que aportaban a simple declaración jurada. Pero también al estilo latinoamericano, devaluando un 50% la moneda que se ha traducido en un 45% de inflación (y el año aún no termina).

Naturalmente el mercado interno, que intentaba recuperarse, quedó detonado. No hablemos de economía real. Valga de ejemplo que la construcción, un medidor económico social fundamental, ha tenido récord (negativos) de -24%.

Los números de pobreza publicados por el oficialismo afirman que uno de cada tres argentinos es pobre. Hay un debate farragoso y vergonzante sobre cuántos le pertenecen a Mauri. Yo también tengo una posición: si la pobreza se mide por ingresos y devaluaste 50%, lo razonable es que hayas elevado en esa proporción a los afectados. Había 20, agregaste 10. En poco más de un semestre.

Hasta acá liberalismo clásico. El problema teórico para clasificar a la revolución de la felicidad y la pobreza cero es que no ha gobernado un estado austero y ajustador. El nivel de gasto público crece fuertemente, el empleo público superó a la pesada herencia. Aún con la destrucción del mercado interno y la perorata importadora, la inflación duplica la del año anterior. La emisión monetaria volvió a crecer y si se suman las LEBACs (una tasa de interés preferencial para ricos), el dinero circulante también duplica al muy populista Axel Kicilof. Y el peor escenario de estos liberales truchos es el endeudamiento. Con entre 40 y 60 mil millones de dólares anuales, los diarios El País y el New York Times se preguntan cuándo se desatará una crisis de pagos.

El año pasado, La Nación se congratulaba de la llegada del ingeniero finlandés en detrimento de la arquitecta egipcia. Hasta acá, de finés Mau tiene el programa de gobierno. Por lo incomprensible. Pero bueno, según cuenta Hollywood, Papa Noel también es escandinavo. Ojalá se apiade de su coterráneo y nos traiga un regalo lindo para Navidad.