07-05-2024
"A 46 años del regreso de Perón"
Por Alberto Aispuru (*)
En medio de una llovizna pertinaz el DC 8 de Alitalia "Giuseppe Verdi" aterrizaba en Ezeiza, la claridad del fuselaje contrastaba con el mito del "avión negro que había imaginado la fantasía popular.

El gobierno Militar (Lanusse) había proclamado feriado aquel viernes. Una multitud difícil de calcular por la dispersión de las columnas, pugnaba por acercarse al aeropuerto. El Ejercito había preparado un "cerco" de hierro utilizando unos 30.000 efectivos al mando del Gral. Haroldo Pomar para obstaculizar tal propósito. 

Un sueño imaginado por millones de argentinos se estaba concretando. Después de 18 años el líder del Movimiento Peronista volvía a su Patria, cambiando el destino inexorable que lo condenaba como a San Martin y Rosas, entre otros, a morir en el exilio. 

Perón, el líder de los trabajadores, volvía a su tierra para encabezar un proyecto de Reconstrucción Nacional. 

Los Peronistas que cruzaban el Rio Matanza en un esfuerzo titánico para llegar a la pista protagonizaban un hecho histórico, no iban solos, los acompañaban la historia y los ausentes, los que  habían caído en la resistencia, en la huelgas y tomas de fábricas, los que no aceptaron la proscripción política, los que se habían lavado "las patas en la fuente"  el 17 de Octubre de 1945, los que pintaban con carbón en las veredas la P con la V del Perón vuelve. Los que no olvidaban que el hombre que estaba por descender del avión era el que los había valorado como trabajadores, el de las vacaciones y el aguinaldo, el de las obras sociales sindicales, los regímenes horarios dignos, el que había conseguido para los asalariados una participación del ingreso del 50%. Los que habían obtenido el primer colchón, los primeros juguetes, la primera casa, o la máquina de coser.

Una lealtad inexpugnable a prueba de diatribas, de ausencias y distancias, los que con él y Evita habían recuperado el sentido nacional. 

El cielo gris ocultaba el sol que alumbraba la alegría de los peronistas y las lágrimas, aun las varoniles. 

Ese 17 de Noviembre había terminado una larga pulseada protagonizada por Perón y el Partido Militar, estos últimos consideraron que había que negociar con el exiliado de Madrid. Se le devolvió el uniforme de General, los salarios caídos y el cuerpo sagrado y ultrajado de Evita.

La memorable foto de Rucci, el Secretario General de la CGT exultante con el paraguas protegiendo al recién llegado, al pie del avión expresaba el sentimiento colectivo de alborozo y la lealtad del pueblo ése día.  

"La vida es lucha y renunciar a esta es renunciar a la vida, pero en momento como los que nuestra Patria vive, esa lucha ha de realizarse dentro de una prudente realidad. Agotemos primero los módulos pacíficos que para la violencia siempre hay tiempo", había dicho Perón antes de su partida de Roma.

Millones seguían los hechos por la radio y televisión dueños de una gama de sentimientos que iban desde el llanto a una emoción incrédula.  

El exilio de 6.268 días acababa de terminar  y ahora: "Para un Argentino no debe haber nada mejor que otro Argentino"

(*) Peronista. Concejal (MC) de La Plata por el Partido Justicialista.