19-04-2024
"El lado B de los Juegos Olímpicos: Corrupción e Injusticia"
Por Belen Marty @belenmarty

Menos de un mes duraron los Juegos Olímpicos de Río 2016. Algunos ya cansados de ver la televisión copada de comentaristas deportivos, de deportes que poco interesan hasta dentro de cuatro años, o cansados también de publicidades monotemáticas, estarán felices de saber que este domingo se dio fin a la máxima cita deportiva mundial.

Más allá del inconmensurable esfuerzo individual de los atletas por llegar en su mejor condición deportiva a los Juegos, y por la emoción suscitada del compañerismo y del espíritu olímpico, los Juegos Olímpicos encuentran su contracara en la corrupción y el despilfarro de los recursos públicos.

Pero eso tiene sentido. A qué funcionario no le gusta gastar oportunamente y de manera casi discrecional el dinero de las arcas públicas? Es fácil ser generoso con el dinero de todos. En este sentido, los brasileños no están para nada de acuerdo con que el Gobierno haya destinado la plata de los contribuyentes en inversiones para construir o remodelar estadios y otros centros deportivos. Para que tengan un parámetro, según una encuesta, dos tercios de ellos estimaron que los JJ.OO más que beneficiar a Brasil lo perjudican.

En plena crisis institucional, Brasil debería haber sido más astuto. Ya la fiesta de la corrupción había comenzado un par de años atrás, en el Mundial de Fútbol, en el que también fue anfitrión. Los sobreprecios en los estadios estuvieron a la orden del día: el precio de la renovación del estado Maracaná se infló un 17% y el costo total del proyecto se pasó por un 62%. Además de la construcción de los llamados Elefantes blancos (estadios gigantescos en el medio de ciudades muy poco pobladas). Sobran ejemplos (no solo en Brasil sino en el mundo) de estadios que terminan siendo abandonados después de la finalización de los Juegos, o transformados en cualquier otra actividad.

Brasil, además, tiene el problema de que se gastaron miles de millones en la industria deportiva cuando tiene aún hondos problemas de necesidades básicas, modificando arbitrariamente las propiedades fiscales de dicho país. Los juegos se convirtieron en una gran máscara populista.

¿Pero realmente recuperan el gasto en construcción con el turismo y derechos de los auspiciantes? Eso parecería ser la llave para entender todo esto. ¿Cuántas veces hemos escuchado ese argumento?

El académico e investigador Ian Vásquez explicó en un artículo:"Un nuevo estudio de la Universidad de Oxford analizó 30 Olimpiadas y encontró que en promedio se sobrepasan de presupuesto en un 156%, con la mitad de ellas excediéndose en más del 100%. Los Juegos de Brasil se han pasado por "solo" 51%".

 

Además, mencionó que si bien algunas empresas e individuos se benefician, estas lo hacen costa de todos los demás. "Un estudio de los Juegos de Sídney del 2000 encontró que redujeron el ingreso australiano en más de US$2.000 millones. Lo que pasa es que los subsidios y demás gastos son dineros que se dejan de usar en otros sectores de la economía donde se hubieran usado de manera más eficiente".

Encima, informes de las olimpíadas de Londres aseguran que el turismo en esa ciudad bajó durante el período deportivo.

Pero más allá de todo esto, el problema central es ético. Es justo que el Estado destine el dinero de todos en estadios que se usaran poco más de alguna vez? Cuál es el rol del Estado? Qué debe hacer el fisco con los recursos del brasileño, argentino, griego, estadounidense de pie?

El caso del impuesto para fomentar el deporte

Por supuesto, los recursos para levantar estadios no salen de los frutos de los árboles. Los mismo sucede con el dinero necesario para costear los pasajes, alojamiento, vestimenta, salario de entrenadores y plantel de los atletas participantes.

En Argentina, todos los usuarios de telefonía celular pagan el 1% de su factura a destinarse a financiar el "deporte olímpico". Por supuesto, esto además de perjudicar a los sectores populares, es tremendamente injusto. ¿Qué hace a un deportista de Ã©lite más apto que un mecánico especializado, un ingeniero, un periodista o un peluquero a recibir ese porcentaje del dinero de todos? Porque recordemos, el impuesto no es voluntario. Lo pagan todos, les guste o no les guste el deporte, miren o no miren judo, vóley, remo, o lucha greco romana.

El ente que recibe todo el dinero se llama ENARD y su objetivo es "gestionar y coordinar apoyos económicos específicos para la implementación de las políticas de alto rendimiento y paraolímpicas dentro del ámbito del deporte de representación nacional".

Este organismo gestiona las becas para los atletas para que muchos de ellos puedan participar. El fin por supuesto es noble. Pero no menos noble que sería que ese dinero vaya a pagar la educación de niños de la calle, comprar ropa nueva para alguien que tiene una entrevista laboral, o la posibilidad de ahorrarlo para la jubilación.

El gasto del Estado en el deporte debería ser el mínimo y se debería invitar a los agentes privados a que pongan ellos el dinero necesario para financiar la fiesta olímpica. 

Belén Marty. Exclusivo para Cadena BA. 21/08/2016

Periodista,  Lic. en Comunicación Social (Univ. Austral), Maestrando en Economía y Ciencias Políticas (Eseade). Ex corresponsal Cono Sur y Cuba de Pamam Post.