Fue un hervidero, una cancha de fútbol, en lugar de un predio de hockey sobre césped. Las tribunas celeste y blancas se vinieron abajo con lo que ocurría en la cancha: "Ohh, Argentina // es un sentimiento // no puedo parar". Toda el área de Deodoro escuchó el aliento que surgía del sintético azul. Se justificaba semejante euforia: se acababa de empatar 3-3 con Holanda, el rival más difícil del Grupo B, N° 2 del ranking mundial, subcampeón del mundo y una potencia histórica de este deporte lleno de lauros, dirigido en estos Juegos por el argentino Maxi Caldas.

Es un resultado que encamina de la mejor manera al conjunto de Retegui, que busca superar los octavos puestos de Seúl 88 y Sydney 2000. Pasado mañana le tocará un oponente mucho más accesible, Canadá, al que superó en la final de los últimos Juegos Panamericanos de Toronto 2015.

Holanda golpeó primero con el tanto de Jeroen Hertzrberger y llegó la reacción a través de Lucas Vila, cuando se terminaba el segundo cuarto. Luego, un contraataque de los europeos y un despeje a las apuradas en el círculo argentino derivó en la conquista de Mink Van der Weerder en el tercer fragmento. Las cosas iban de mal en peor y los Leones ya sentían el impacto, sobre todo con el tercer gol, convertido por Severiano Van Ass. Pero después, este equipo que no para de sorprender igualó con otro tanto del Colorado Vila y la igualdad final de Matías Paredes.

A tres minutos del final, la Argentina tuvo por accidente 12 jugadores en la cancha. Ante el reclamo del DT del conjunto naranja, recibió amarilla el capitán Pedro Ibarra y quedó al margen hasta el final, tal como estipula el reglamento.

Una trompeta holandesa desprendía melodías de jazz cuando el Centro Olímpico de Hockey quedaba sumido en lapsos de silencio. Pero antes y después, se entablaba un colorido duelo de hinchadas entre las parcialidades naranja y albiceleste, que mostraba banderas de Cruz del Eje, Mar del Plata, Necochea y Santa Fe, entre muchas otras. Cuando la Argentina se puso a tiro con el segundo tanto de Lucas Vila, en el último cuarto, se encendió un pico de euforia desde las tribunas: "Que esta tarde, cueste lo que cueste, esta tarde tenemos que ganar", aunque todavía no se había atravesado el mediodía. Luego, se desató el estallido final.