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04-08-2016 | A 40 años del asesinato de Monseñor Angelelli | |||
"Pastor y Profeta" | |||
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40 años de su asesinato cruel. 40 años de olvido. 40 años de divisiones internas sobre su muerte. 40 años de silencios entre sus hermanos obispos. 40 años de injusticia.
La resurrección de la marginación del "pelado" Angelelli nos arrebata un aire de confianza, un halo de paz que recubre nuestro espíritu, que insufla el alma y le devuelve la calidez perdida en aquella madrugada fría de agosto en el desierto de Punta de los Llanos.
Su muerte no ha sido muerte. Su muerte fue el signo de su vida: la lucha contra el poder que oprime.
Opresión y muerte son sinónimos.
Luchar contra la opresión es de alguna manera luchar contra la muerte, aunque en ello vaya la vida, que no es lo mismo que morir o ser muerto.
¡Angelelli no ha muerto! ¡No! ¡Él vive en las venas de la memoria!
Muertos están los queviven a costa de los que matan.
¡Él no está muerto! Su vida está en los cerros de Anillaco, con su pueblo, los pastores de Chamical y de los Llanos, los nogaleros de Santa Cruz de Castro Barros, en los viñateros de Famatina y de Chilecito, de los labradores de CODETRAL (Cooperativa de Trabajadores Rurales Amingueños Limitada).
Su vida está en su mensaje: "Con un oído en el pueblo y otro en el Evangelio".
Su firmeza en la continuidad del camino trazado: "Hay que seguir andando nomás".
Su manifiesto en favor del pueblo oprimido lo encaminó hacia una lucha pacífica.
Se enfrentó a los Menem, a los Romero,a los Álvarez Saavedra, a los Iribarren, a los cruzados de Tradición Familia y Propiedad, al diario El Sol, una usina clarinezca dedicada a la difamación procaz del mártir de los llanos.
Experimentó la soledad pastoral de parte de sus hermanos obispos, salvo las siempre honrosas excepciones de don Jaime, de Esteban Hesayne, de Antonio Devoto, de Zaspe.
Su palabra vive en el corazón de las luchas emancipatorias, de las manos labriegas de los que pelean por la justicia, de los que no olvidan su origen popular, de los que no se distancian de los oprimidos.
Su palabra es una espada de doble filo: religiosa, porque proviene de un hombre con una fe profunda en la Palabra de Vida del Evangelio; secular, porque el "pelado" tenía la convicción de que los sucesos se producen en condiciones sociales que se expresan en la política.
Su martirio es consecuencia de la articulación entre ambas. Nada hubiera pasado si se remitiera a la sola palabra religiosa. Pero habría faltado a su fe.
Su palabra:
"Es inmoral el torturador que agudiza su inteligencia para atormentar a sus hermanos, física, psicológica y moralmente. Es inmoral el usurero, el opresor. Es inmoral el que usa de su responsabilidad de servidor de la comunidad para la coima o para corromper a sus subalternos con el afán de lucro, status o poder. Es inmoral el que obstaculiza, para satisfacer sus propios intereses, todo auténtico cambio que haga más feliz al pueblo silenciado, marginado, explotado…" (extracto de la Carta Pastoral del 20 de febrero de 1972).
"Pueblo es el que no oprime y lucha contra la opresión" (frase extraída de una homilía de una misa radial).
Palabra de pastor, palabra de profeta.
4/8/2016
(*) Docente, Profesor, Magíster en Educación de la Universidad Nacional de La Plata. |