24-04-2024
"¡Abran el comercio de una vez y por todas!"
Por Belen Marty @belenmarty

¡Cierren las ventanas y traben las puertas que llegó la avalancha de las importaciones! ¡Protéjanse ante el inminente desempleo! Estas frases retumban por algunos canales de televisión, revistas, columnas de opinión, editoriales, pasillos de algunos trabajos y con mayor fervor en la mayoría de las aulas universitarias.

 

Hace pocos días arrancó el segundo semestre y con él las esperanzas de una reactivación de la economía y el consiguiente miedo de una recesión que nos aleje cada día de una mejor calidad de vida. El último de estos artículos que critican con miedo (e ignorancia) la apertura de la economía la leí en un medio local que se preocupaba por el inminente despido de trabajadores de una de las fábricas de broches de madera y de plástico industria nacional.

 

En general, todos estos críticos dicen, por un lado, que el modelo económico del gobierno hará caer la demanda pero curiosamente pondrá en riesgo a empresas locales al permitir la apertura comercial, "la avalancha importadora". Pero ¿cómo puede haber una avalancha importadora si hay caída en el consumo? ¿No debería ser al revés? Si hay avalancha importadora es porque hay más demanda, y no menos.

 

Lo que puede estar pasando, explicó en una columna el economista Iván Carrino, es que los argentinos hayan -o estén empezando a- variar sus gustos y virar su consumo de bienes de producción nacional a bienes de producción extranjera. El porqué sucede esto nadie lo sabe, puede ser por beneficios en los precios, en la calidad, en la aparición de nuevos productos, entre otros factores.

 

Con la frontera comercial cerrada los argentinos vivíamos con una ineficiente asignación de recursos. Por tanto, puede que con una apertura comercial tengamos desempleo en ciertas industrias (posiblemente aquellas previamente protegidas) pero, como podemos ver en general en los países de economía más abierta, la desocupación está lejos de ser considerada critica.

Carrino explica en su libro "Estrangulados", que el desempleo en los 10 países con economías más abiertas, ronda el 9,4% y dentro de este selecto grupo de países, se encuentran Hong Kong, Suiza o Singapur con tazas que van del 3,2%, 3,3% y 1,9% respectivamente. Con esto concluimos que la apertura per se no genera mayores tazas de desempleo.

 

Más aún, estos países tienen un PBI per cápita que promedia los 41 mil dólares mientras  que los países que protegen sus industrias promedian unos 7.700 dólares.

 

Ya a esta altura del partido estamos todos de acuerdo que no es necesario que tengamos que autoabastecernos para vivir. No necesitamos vivir de nuestra huerta u ordeñar la vaca para vivir. Gracias a la especialización y a la división de tareas, hemos podido evolucionar, crecer, innovar en lo que somos más competitivos.

 

Es importante aclarar que en un intercambio libre, nadie es rehén de nadie. Cada uno de nosotros gana algo con el intercambio de bienes o servicios. Por ejemplo, yo prefiero más el litro de leche que los 14 pesos que cuesta el producto. Y lo mismo viceversa.

Refutando argumentos proteccionistas

Uno de los argumentos más escuchados en todos los libros y clases de economía es la protección de la industria infante o naciente. Esto es, la proyección mediante aranceles a cierta industria que recién empieza hasta que pueda crecer y fortalecerse para competir libremente, prescindiendo de la protección estatal. Pero esto no es más que los consumidores argentinos subsidiando compulsivamente a favor del empresariado. Esto hace, además, que la industria sienta su cálculo económico sobre una base errónea.

Por cierto, ¿quién en su sano juicio aumentaría la competitividadmejorando el producto cuando no tiene competidores por los cuales preocuparse? Los consumidores nos transformamos en rehenes de los empresarios nacionales.

Existen otros aranceles, justificados desde la óptica mercantilista: los subsidios a las exportaciones. Estos subsidios alientan artificialmente solo a las actividades relacionadas al sector exportador. Es decir, se transfieren recursos de todos los argentinos hacia los productores exportadores para que ellos puedan ser más competitivos en el exterior y vender más baratos sus productos. Los que se benefician, entonces, son los compradores extranjeros mientras acá, en el mercado interno, pagamos un precio más alto por el impuesto.

No tengan dudas que estos exportadores reciben no solo un subsidio sino también créditos especiales y tipode cambios preferenciales, además de armados de viajes con delegados del Estado para promocionar sus productos en el extranjero. Pero… ¿No deberían ser los empresarios los que corran con esos gastos?

Por ultimo, tenemos el argumento de la competencia desleal ya que muchos otros países subvencionan sus productos que exportan haciéndolos más baratos para nosotros, los importadores. ¿Pero es realmente nuestro problema? ¿No somos los argentinos los que nos beneficiamos con estos productos a precio reducido? Es el colmo quejarse, cuando, en este caso, son los contribuyentes del país de origen quienes pagan el costo de esa diferencia.

Cuantas más tarifas aduaneras e impuestos pongamos tendremos una menor cantidad de ese producto, una menor riqueza general, y, lamentablemente, una menor calidad de vida.

El "vivir con los nuestro" del economista y político Aldo Ferrer, en un contexto de paz, carece absolutamente de sentido.

Belén Marty. Exclusivo para Cadena BA. 17/07/2016

Periodista,  Lic. en Comunicación Social (Univ. Austral), Maestrando en Economía y Ciencias Políticas (Eseade). Ex corresponsal Cono Sur y Cuba de Pamam Post.