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20-02-2011 | Rebelión paÃses árabes | |||
Salgamos de la Guerra FrÃa por Alain Touraine (*) para Le Monde | |||
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El reproche hecho a los intelectuales de que callaron frente al levantamiento popular en diversos paÃses árabes, y en particular en Túnez y Egipto, en primer lugar debe ser rechazado. ¿Qué desean los que lo expresan? ¿Textos como los que han lisonjeado a Fidel Castro o a Mao?. Desprecio todavÃa más los juicios negativos sobre los levantamientos actuales que se basan en un culturalismo anti-árabe todavÃa más inaceptable que los excesos del tercermundismo. Pero si comienzo por este mal humor contra las pretensiones elitistas de algunos intelectuales es para decir por qué creo yo que la experiencia iranà ha oscurecido el juicio de muchos. Los intelectuales, antes que "recordar precedentes", deben buscar y alentar todo aquello que pueda fortalecer los movimientos de liberación presentes en las situaciones que evidentemente pueden tener otros resultados e incluso volverse contra la idea de libertad. Lo que se debe esperar de los "intelectuales" es que, en nombre de aquellos que se preocupan por la democracia, interroguen a los especialistas cuyos conocimientos impiden cometer gruesos errores. Nuestro papel es incidir a través del análisis en los acontecimientos para fortalecer aquellos que llevan en sà el futuro de la liberación y la democracia. La idea de la que propongo partir es que el mundo vivió durante medio siglo a la sombra de un conflicto internacional, el de la Guerra FrÃa. Durante este perÃodo, pese a nuestras ideas y preferencias, fue el enfrentamiento entre Occidente, con sus egoÃsmos y sus escándalos, y el totalitarismo del mundo leninista lo que demolió todo. Pese a ser un vocabulario utilizado, los "problemas sociales" no ocuparon más que un lugar secundario. Durante medio siglo, se pensaba más en términos de amigos o enemigos que en términos de lucha de clases. Lo que me lleva a presentar la siguiente hipótesis: el temor del islamismo, que alcanzó su punto más alto tras el 11-S y que se difundió en la opinión pública de Europa bajo la forma de una islamofobia, se corresponde cada vez menos con una situación que, por el contrario, da prioridad a la defensa de las condiciones de vida y las libertades de la población, aplastada por el autoritarismo que ahogaba el desarrollo económico, la corrupción de los dirigentes civiles y militares y la huida de los intelectuales. (*) Sociólogo francés  |