En 2009,
ante la primera derrota electoral del kirchnerismo por el triunfo medi谩tico de
'Alica-Alicate', la fuerza mayoritaria que hab铆a perdido se dispuso a analizar
cr铆ticamente el esquema electoral y revisar sus propuestas. La autocr铆tica habilit贸
la renovaci贸n de las fuerzas, de las ideas y de las pr谩cticas,lo que le permiti贸
en 2011 alcanzar la continuidad en la presidencia con el 54% de la confianza
popular. N煤mero discutido en su composici贸n si los hubo. Lo importante es que
se lleg贸.
Sin embargo,
las dos elecciones posteriores constituyen una confirmaci贸n de que dicha
revisi贸n dej贸 de hacerse, al menos en forma clara y abierta. La suspensi贸n
p煤blica (y en no pocas veces tambi茅n privada)de la cr铆tica a posibles errores,estaba
amenazadapor la 'extradici贸n' del espacio pol铆tico, iniciando un camino de
costoso retroceso. El predominio de la endogamia y una construcci贸n pol铆tica
desvinculada de lo territorial (al menos, con la intensidad y convicci贸n con
que se la hiciera en los comienzos del proceso iniciado en 2003) habilit贸 el
crecimiento y maduraci贸n de una fuerza pol铆tica neoconservadora - neoliberal cuyo desarrollo
quedaba lejos de constituir una amenaza real, al menos para el ri帽贸n del ala
m谩s cercana a la casa rosada. Se subestim贸 al enemigo, una imprevisi贸n que
ninguno en el 谩mbito de la pol铆tica, por m谩s ingenuo que sea, dejar铆a de suponer.
La esperada
autocr铆tica dej贸 de funcionar aceitadamente (si en alg煤n momento la hubo) para
colocar el foco en el 'enemigo externo' (sin lugar a dudas, presente y poderoso
en los medios hegem贸nicos de des-informaci贸n y en la enmara帽ada red de
comunicadores sociales). Si bien es cierta la existencia del antag贸nico (a esta
altura nadie lo pone en cuesti贸n) los desaciertos pol铆ticos internos juntamente a
las disputas por la primac铆a de la complacencia de la jefatura nacional,debieron
ser superados para disuadir la amenaza, ahora s铆 real, del poder de fuego del
enemigo. Una vez m谩s, el internismo y el personalismo de todos los lados, prim贸
a la construcci贸n colectiva de poder. No es un detalle menor sino una cuesti贸n
de convencimiento.
La
advertencia de esta din谩mica fue hecha con bastante anticipaci贸n al escenario
actual. Se podr铆a decir que despu茅s de la derrota del 2013. Las organizaciones
sociales, entre ellas el Movimiento Evita hoy acusado de traici贸n (infeliz uso
del t茅rmino cuya carga simb贸lica es portadora de una pesada historia de muertes
y desapariciones forzadas) y un buen n煤mero de intelectuales del n煤cleo y de la periferia
del kirchnerismo, advirtieron que la base de sustentaci贸n pol铆tico-social era
insuficiente si se pretend铆a ir 'con los propios'.Sin embargo, argumentaciones
variopintas entre las que se incluye aquella sobre que las elecciones de medio
t茅rmino son siempre aleatorias y menos disciplinadas que en las conservadoras
elecciones generales donde se supon铆a que la poblaci贸n votar铆a la continuidad
del modelo, hicieron agua el 22 de noviembre de 2015. Era impensable para la
mayor铆a de la militancia, encantada con las bondades del modelo que hab铆a
empezado a mostrar sus dificultades econ贸micas en el 2014, pudiera tener un
verdadero traspi茅.
Anteriormente,
la centralidad de la juventud de la rosada buscando acaparar cargos, listas de
legisladores, intendencias y direcciones ministeriales, socavaron la
posibilidad de generar un espacio amplio de participaci贸n pol铆tica, provocando profundas
heridas que se fueron acumulando a lo largo de los meses previos a la
presentaci贸n de las listas y despu茅s, como efecto de las mismas. Hubo
desplazamientos de fidelidades silenciosas en funci贸n de construcciones
colectivas, muchas veces resignando posiciones para esperar devoluciones
posteriores que nunca llegaron.
La victoria
del establishment empresario aceler贸 la disputa por las responsabilidades de la
derrota. Responsabilidades que nunca se asumieron, posterg谩ndose
indefinidamente hasta el paroxismo 煤ltimo de los bolsos del convento. Una
aut茅ntica met谩fora de c贸mo se puede tirar la pol铆tica para el otro lado del
muro. Aqu铆 tampoco la autocr铆tica de la dirigencia fue resuelta. No funcion贸
con la celeridad y resoluci贸n
necesaria.Un verdadero error conceptual con impacto en las pr谩cticas pol铆ticas.
La
corrupci贸n es un mal end茅mico del capitalismo. Se podr铆a decir que del hombre
sin temor a exagerar. Las bibliotecas est谩n y permanecer谩n divididas entre
quienes afirman lo contrario y su negaci贸n. Sin embargo, es necesario afirmar
que no es posible compatibilizar la corrupci贸n con la causa popular. Pertenecen
a historias diferentes. El nacionalismo popular no consciente ni puede admitir
la corrupci贸n estructural. La estupidez de Jos茅 L贸pez no puede convivir con el
trabajo incansable de la militancia territorial que se desvive en silencio en
los barrios, en las villas, en las universidades, en los sindicatos. La
ausencia de una voz clara en materia de corrupci贸n y de no ir a fondo con ella
salpica a quienes militan y trabajan honestamente por la construcci贸n de la
Justicia Social, la Soberan铆a Pol铆tica y la Independencia Econ贸mica. Basta con
levantar la mirada y dirigirla hacia Brasil para saber cu谩l es el costo de la
imprevisi贸n.
No
escapa al an谩lisis de esta opini贸n la configuraci贸n
de una estrategia regional de poder de un nuevo bloque hist贸rico dominante que
busca recuperar el desplazamiento que se les efectu贸 de los gobiernos en pos de
garantizar el dominio de las fuentes del capital que poseen los estados para
procurarse una estabilidad que hab铆a empezado a esmerilarse en estos 煤ltimos
quince a帽os en Am茅rica Latina, pero eso es an谩lisis de otro escrito. Alcanza su
sola menci贸n para despegarse de la inmediatez, el particularismo y la ingenuidad
anal铆tica.
La
dispersi贸n del Frente para la Victoria de estos 煤ltimos d铆as, a mi humilde
entender, es el resultado de una larga acumulaci贸n de errores t谩cticos que se
convirtieron en estrat茅gicos, habida cuenta que mostraban por arriba y por
abajo que la conducci贸n desestimaba a organizaciones que siempre la acompa帽aron
y sostuvieron el proceso. Mala paga. El Frente para la Victoria hoy no tiene
conducci贸n centralizada. Su disipaci贸n, en buena parte, responde a la demanda
de verticalidad (podr铆amos analizarla como la 'retirada del padre' desde el
psicoan谩lisis) y su ausencia.
Por otro
lado, la ineludible unidad a la que se debe aspirar como un imperativo
categ贸rico, no puede hacerse sin la ampliaci贸n de la base de sustentaci贸n y la
renovaci贸n interna de sus referentes. La dirigencia (incluida la sindical y las
organizaciones sociales con pretensiones pol铆ticas) se ha acostumbrado con
bastante descaro a no delegar poder y, aunque sea doloroso reconocerlo en las
propias filas, a desplazar a quien evidencie alg煤n inter茅s, aun cuando
pertenezca al mismo proyecto ideol贸gico y represente fielmente los intereses
del conjunto.
Inaugurar un
nuevo estilo de hacer pol铆tica constituye la base de esta etapa frustrante de
retorno del neoliberalismo para retomar el rumbo de forma vivificada, fresca.
Resulta imprescindible renunciar al vanguardismo iluminista para pasar a la
impostergable determinaci贸n de construir poder popular que no es otra cosa que
empoderar a los humildes, a las masas. El proyecto pol铆tico que hasta ahora
ven铆a siendo - y creo que lo es - el mejor de los 煤ltimos sesenta a帽os, no
puede repetir el mismo mecanismo que lo llev贸 a la derrota, so pena de reproducir
la historia, condenando a millones de compatriotas que pagan con su vida los
desatinos de sus c煤pulas. Una nueva forma pol铆tica que reconstruya el lazo
social, que resignifique la utop铆a en un proyecto pol铆tico alternativo de
dislocaci贸n del modelo pol铆tico hegem贸nico, es ineludible. Un frente amplio, con
un piso com煤n de coincidencias b谩sicas, que se reencuentre con su pueblo, lo
escuche sin juzgarlo y sin temores infundados a perder nada, debe ser una
bandera imponderable de la renovaci贸n pol铆tica a la que la historia nos
convoca.
La
utop铆a genera pr谩cticas y es por esa raz贸n, y no solo por la te贸rica, por la
que es indispensable.
La
utop铆a de lo colectivo por encima de lo individual, de lo popular por sobre lo
elitista, de lo com煤n por sobre lo particular.
Reconstruir
la radicalidad ut贸pica constituye el nuevo desaf铆o de la dirigencia y de la
base, dando aire a los nuevos brotes de conducci贸n que sean capaces de soldar
experiencia con sue帽os, imaginaci贸n con posibilidad, de construir el 'in茅dito viable'.
(*) Docente, Profesor, Mag铆ster en Educaci贸n de la Universidad Nacional de La Plata.
|