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"Manuel Belgrano y la enseñanza que no aprendimos" por Dardo Pereira (*) | |||
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Cuando hace dos días tuve que concurrir, por una indisposición de mi madre, al Hospital de Melchor Romero y vi la suciedad, el abandono, el atraso, la desidia, en resumen la mentira de estos últimos años, transformada en esta oportunidad en un pobre hospital, para gente más pobre aun y abandonada a la vera del camino, asocie inmediatamente esta cruel realidad, a la patria con la que habrá soñado el creador de la bandera nacional.Está claro que el abogado liberal tenía otros sueños para su país, sueños no solo de independencia, sino de una Argentina grande y altiva. Su vida esta tan alejada de estos actores de reparto de la política doméstica, que a veces cuesta creer que se pueda haber caído tan bajo.Por supuesto que eran los albores de la independencia cuando Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano y González, el 27 de febrero de 1812 con valentía y con arrojo, desobedeciendo ordenes del Triunvirato, se despachó con un comunicado dirigido al gobierno central, en el que informaba que había mandado enarbolar una bandera con los colores de la escarapela, en la batería que bautizó "Independencia".Ya el prócer había dado muestras de su coraje cuando participó al frente de un grupo de hombres en la Defensa de Buenos Aires en 1807, y en 1810 contribuyó activamente en la Semana de Mayo e integró el primer gobierno patrio. Como integrante de la Junta y sin perder tiempo renunció a su sueldo como vocal, un gesto inaudito para las épocas que corren.Al poco tiempo y esta vez con uniforme, comando una expedición para convencer a los vecinos paraguayos de que debían plegarse a la revolución porteña. Aquella expedición fue un fracaso desde el punto de vista militar, lo que confirma que aún debía acumular experiencia en tácticas y estrategias.Al mando del ejército del Norte llegó el tiempo del célebre y sacrificado Éxodo Jujeño, la histórica marcha defensiva y la posterior decisión de presentar batalla en las afueras de Tucumán, cuando los propios tucumanos apoyaron al comandante Belgrano para que no retrocediera un paso más. La fortuna estuvo del lado de los patriotas y logro la victoria. Fue entonces que Belgrano alcanzó el mayor índice de popularidad de su vida y confirmó su estrella cuando repitió el triunfo en Salta, el 20 de febrero de 1813.Como reconocimiento por esta victoria se le concedió un premio de 40.000 pesos en terrenos fiscales que les hubiera permitido a él y a sus descendientes vivir sin mayores apremios económicos. Pero Belgrano pidió a cambio que se dotaran cuatro escuelas en Jujuy, Santiago del Estero, Tucumán y Tarija (hoy Bolivia). Además, propició la creación de escuelas industriales y fue uno de los primeros en sostener que había que brindar una educación más completa a las mujeres.El ocaso militar de Belgrano comenzó con los reveses de Vilcapugio y Ayohuma, entonces entregó la comandancia del ejército a José de San Martín y terminó arrestado en Luján, mientras en Buenos Aires lo juzgaban por esas derrotas. Fue absuelto. Viajó a Londres con Bernardino Rivadavia en misión diplomática, regresó en 1816 y pretendió transmitir su entusiasmo por el sistema monárquico a los diputados reunidos en Tucumán. Fracasó en el intento.Reasumió el mando del diezmado ejército del Alto Perú que ya ocupaba un lugar secundario, frente al despliegue del sanmartiniano de los Andes. Para sus soldados siempre fue "el Alemán" (por ser rubio, vestirse "a la europea" y hablar perfecto inglés).El general Belgrano murió el 20 de junio a las siete de la mañana. Ese día los porteños estaban enfrascados en cuestiones políticas menores, casi un vodevil como el de los tiempos presentes, ya que ese día había nada más ni nada menos que tres gobernadores.Al funeral asistieron su familia y un par de amigos, entre ellos el doctor Joseph Redhead, a quien Belgrano le legó su reloj porque no tenía dinero para pagarle los honorarios. Ante la imposibilidad de pagar una lápida, uno de sus hermanos cedió el mármol de una cómoda.Belgrano murió pobre. Está claro que la dirigencia política de los últimos años, no incorporo ninguna de las enseñanzas del prócer. Entusiasmados con el poder, la plata fácil, los sobreprecios de las obras públicas, los bolsos y las cajas fuertes, los cepos al dólar y las mordazas a la prensa, construyeron un relato para engañar a la pobre gente que concurre como parias sin destino a buscar salud a hospitales desastrosos.(*) Odontólogo. Presidente de la Sociedad Odontólogica de La Plata. Profesor de Historia.
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