"El hombre y el poder mediático" por Emilio Rodriguez Ascurra (*)
08-07-2025
26-05-2016 | Sociedad y Medios en la Era Digital
"El hombre y el poder mediático" por Emilio Rodriguez Ascurra (*)
¿Asistimos al ocaso del hombre como "animal político"? ¿Qué significa ser social en el siglo XXI? El reality show "Gran Hermano", ¿es un nuevo modo de ser sociales? 
La sociedad actual se mueve en una dinámica constante entre lo privado y lo público, las redes sociales han hecho que nuestras vidas se vuelvan, cada vez con mayor rapidez, material para la exposición pública. Así, el hombre mediático, consumidor de medios de comunicación de mediados del siglo XX, ha pasado a ser un hombre mediatizado, es decir, no sólo consumidor sino actor del entramado tecnológico. La pregunta acerca del límite aparece como un gran interrogante vacío de respuesta, e incluso son pocos quienes se interesan por buscarle una.

Cada vez con mayor naturalidad adoptamos a las redes sociales como parte de nuestras vidas, diríamos más, no podemos vivir sin ellas, a cada momento requerimos de la última actualización de las distintas aplicaciones para ser "sociales", las naturalizamos. Desde la antigüedad griega, pasando por el tomismo medieval, hasta llegar al complejo sistema de pactos de los modernos y la instrumentalización del hombre por parte de los contemporáneos, el hombre ha sido definido como un ser social. Aristóteles en su clásica definición acerca del hombre dirá que "es un animal político", y por tanto social, pues éste término proviene de la polis griega, de la ciudad, de lo que es común a todos.

Llegamos a este punto en el que evidenciamos que ser social no era lo mismo para los griegos antiguos como para los contemporáneos digitales. Mientras que para uno consistía en un aporte a la sociedad en función de sus necesidades y en virtud de sus posibilidades, para nosotros ser sociales es aparecer en los medios, a cualquier costo y con la sola intención de estar en el medio. No estar equivale casi a no existir. 

Por otro lado las sociedades se distinguen entre sí por estar más o menos adaptadas al medio, una de ellas que no tuviese desarrollo al respecto sería considerada una sociedad en vías de desarrollo, mientras que su opuesto como una de carácter avanzado. El ocaso de la contemplación, entendiendo por ésta la capacidad del hombre de permanecer sobre sí mismo y buscar su identidad más profunda, respondiendo a los grandes interrogantes de la vida, dando sentido a las acciones cotidianas, se ha visto atravesada por una trivialización de la vida y un vaciamiento conceptual sólo lleno por una aparente nueva oferta: la del consumo mediático en el que cada  hombre es actor y/o consumidor de sí mismo.

El hombre ha dado un enorme paso, como el de los primeros astronautas en la luna, pero en éste caso en detrimento de sí mismo: del homo sapiens al homo faber, en el que lo único importante es lo que cada uno es capaz de producir y así de pertenecer a una u otra esfera social, crítica que realiza Hannah Arendt, filósofa alemana, a Adam Smith, padre del liberalismo económico, y a Karl Marx, fundador del comunismo, por igual. Ambos, según ésta pensadora, tienen la misma responsabilidad en su esmero por hacer del hombre un objeto capaz de producir, consumir y ser consumido, dejando de lado al sujeto-persona que anhela respuestas. 

Acontece, así, el surgimiento de la desigualdad entre iguales, pues mientras pertenecer al medio de comunicación, aparecer en él, surge como una posibilidad para todos, y de hecho lo es, la misma no hace otra cosa que manifestar lo que de desiguales hay entre los hombres, sin hacer referencia a la pluralidad humana, aspecto que nos enriquece y que será motivo de otra reflexión, sino a la exposición mediática que, utilizando conceptos antes manifestados, se resuelve como una aparente igualdad en la mediatización, lo que podría ser en la inmediatez, pero que se constituye como factor que diluye el concepto de hombre social en el de un hombre aparentemente social, siguiendo con el esquema griego de la vida en la polis.

Así queda por preguntarnos de qué forma los medios y las redes sociales son capaces de acortar distancias y no de ponerlas de manifiesto, sin por ello entrar en una crítica al progreso mediático que, en tal caso, no ha sido acompañado de un progreso social, y no puede constituir un mal en sí mismo, o en el autor de todos los males. Hasta qué punto seguimos siendo sociales, cuando las aplicaciones de un smartphone nos dejan todo al alcance de la mano sin necesidad de contacto con el otro. Aparecer, y por tanto aparentar ser algo o alguien, como vemos por estos días en una nueva versión del reality show "Gran Hermano", ¿es un nuevo modo de ser sociales? La pregunta no es solo por el protagonista de esos hechos, sino por el lugar del otro como sujeto que nos vuelve colectivos, pues a simple vista pareciera que somos seres sociales en la individualidad y el confort de la era digital.

(*) Filósofo / Estudiante de Periodismo UCALP. @emilioroz