Se desató la tormenta del Petrolao y las pruebas de la justicia indican que el ex presidente de Brasil Lula Da Silva está cerca de ir preso. Por eso, su sucesor y actual mandataria, Dilma Rousseff, lo incorpora como jefe de gabinete y superministro con facultades especiales, cargo con el cual busca fortalecer su poder y herramientas leales que evite ir a la cárcel.

Lula aceptó asumir como titular de la Casa Civil de Brasil tras una reunión en el Palacio de Alvorada en Brasilia con dos ministros.

La información del desembarco del ex jefe de Estado en el gabinete ha sido confirmada por el líder del Partido de los Trabajadores (PT) en el Congreso, Afonso Florence.

El ex presidente reemplazará en el cargo a  Jaques Wagner, que asumirá una secretaría ejecutiva, y tomará las riendas de la estrategia política del Gobierno.

El rol de Lula tendrá dos ejes. Por un lado rescatar la imagen del gobierno, golpeado por el escándalo de corrupción en Petrobras y los pedidos de juicio político de la oposición contra Rousseff. A su vez, el ex mandatario buscaría obtener fueros ante un posible pedido de detención del juez de Curitiba Sergio Moro, a cargo de la causa Petrobras y responsable de llevar a Lula ante un tribunal para declarar por el posible delito de lavado de dinero y enriquecimiento.

El rol de Lula desde la Casa Civil es tan fuerte que podrá nombrar y sacar ministros del gabinete de la jefa de Estado; también tendrá herramientas para intentar bloquear el juicio político que la oposición impulsa en el Congreso contra Rousseff.