25-04-2024
"En defensa de los despidos estatales"
Por Belen Marty @belenmarty

"Tome señorita, su número", me dijo animado un señor de unos 40 años al entrar al local la AFIP mientras cortaba con su mano el troquel de números. Agarro el papel sin pensar demasiado y lo miro: no era personal de seguridad, no estaba atendiendo al publico ni asesorando a los que llegaban. Su misión laboral era, exclusivamente, la entrega del número de espera.

Mucho se ha criticado en las redes sociales, radio y televisión sobre los más de 50 mil despidos a empleados públicos realizados bajo la orden del Ejecutivo desde el 10 de diciembre pasado. A eso hay que sumarle la ola de piquetes, carteles en vía pública y jugosas declaraciones de los dirigentes de sindicatos de trabajadores del Estado.

¿Pero qué implican estos despidos políticamente incorrectos? ¿Cómo cree Mauricio Macri que creará más trabajo despidiendo personal? La respuesta es muy simple: quita a los empleados de puestos con muy baja o nula productividad y les da la posibilidad de que trabajen creando mayor riqueza y valor que en el sector público.

Si nos ponemos a pesar sería muy fácil alcanzar la panacea del pleno empleo: sumamos al sector público a todos los argentinos en edad de trabajar. Pero tendríamos pleno empleo y nada para comer. Lo importante es aclarar que el empleo no es un fin en si mismo, son medios para que la gente viva mejor y pueda poner comida en sus mesas. El verdadero crecimiento consiste en producir lo que la gente demanda, ahí está el concepto de empresa. Lo contrario de eso es planificación centralizada.

Lamentablemente, las políticas gubernamentales se evalúan, por lo general, teniendo en cuenta cuántos puestos de trabajo crean. Mismo los beneficios impositivos están enfocados muchas veces como justificativo para favorecer puestos de trabajo en determinada actividad. Los políticos se dan palmaditas en la espalda cada vez que se crean nuevos puestos de trabajo con las políticas públicas. En este sentido, las guerras también han sido utilizadas como instrumento para combatir, de paso, el desempleo.

La ridiculez política de querer aumentar puestos de trabajo artificiales viene de la mano generalmente de la política publica de restringir las importaciones. Pero impedir importar para crear empleo, es como explica el economista Dwight R. Lee, igual que lo sería dinamitar los durmientes del ferrocarril y bombardear nuestras fabricas.

¿Tiene esto sentido para usted? ¿Cree que es posible generar riqueza, destruyéndola?

Una anécdota para ejemplificar el sinsentido de las políticas de empleo estatales dice así: A Milton Friedman lo llevaron a ver un masivo proyecto de infraestructura en China. Miles de trabajadores con palas estaban construyendo un canal. Friedman asombrado preguntó por qué no había ni una sola excavadora o equipo mecanizado para mover la tierra y un funcionario público respondió: "Las palas crean más trabajo". Friedman respondió: "Entonces, ¿por qué no usar cucharas en vez de palas?". Esto sería hacer menos con más trabajadores, crearía más empleo pero destruiría riqueza.

La pregunta parecería ser, ¿estamos mejor si destruimos nuestras fabricas o bombardeamos nuestros rieles? La respuesta claramente es no. Entonces, crear empleo (artificial) es muy fácil, solo se requiere un decreto, lo difícil es crear valor. La riqueza creada por los nuevos trabajos derivados de mayor tecnología nos ha hecho demandar nuevos productos y servicios que antes no conocíamos. Como ejemplo, tenemos a los miles de trabajos que creó Steve Jobs en Estados Unidos y en el mundo derivados de estos nuevos productos que no existían anteriormente (trabajos de programación, servicio técnico, ventas, diseño de aplicaciones, diseño web, etc.).

Para que un país crezca se debe alentar la productividad. Los políticos deben terminar con empleos de baja productividad (como la persona que da los numeritos en la AFIP) y reemplazarlo con libertad para que los verdaderos empresarios, emprendedores, creen empleos y procesos empresariales que generen mayor productividad. Todo resultará en que hayan productos y servicios más económicos, mayor oferta, y que cada vez el trabajador tenga que trabajar menos para alcanzar un mejor nivel de vida.

La creación de trabajo no debe ser una política pública al que el político deba aspirar por que sino, caeríamos en el pecado de justificar todo tipo de iniciativas que destruyan la riqueza en vez de crearla.

Por supuesto, para la creación de empleo real, se necesita un ambiente que se respire libertad de regulaciones, bajos impuestos, seguridad jurídica y estado de Derecho.

La solución para la creación de trabajo real radica en dejar a los emprendedores libres de ataduras burocráticas para que puedan crear valor para otros. El resto de las políticas gubernamentales solo crea pobreza y baja productividad.

Belen Marty. Exclusivo para Cadena BA. 28/02/2016

Periodista,  Lic. en Comunicación Social (Univ. Austral), Maestrando en Economía y Ciencias Políticas (Eseade). Ex corresponsal Cono Sur y Cuba de Pamam Post