Ningún medio comercial argento puso en contexto la presentación de Beyoncé en la Super Bowl, el evento deportivo con mayor audiencia de los Estados Unidos. Sin embargo, medios como The New Yorker o la BBC resaltaron el mensaje altamente político de su presentación, destacando su carácter "subversivo". Incluso la BBC tituló el epígrafe de la foto de la coreografía con un interrogante que recuerda un debate local: "¿Bailarinas o miliantes? Se refería así a la presentación estelar del último tema de Beyoncé: Formation. 

Alude ahi a su formación, por supuesto, pero reinvindicando la rebeldía radical de la negritud norteamericana. El video oficial del lanzamiento de este tema había sido el día anterior y comienza con una referencia al olvido por parte de las autoridades de los pobladores de New Orleans, azotados por el huracán Katrina en 2005. La letra es un mix pegadizo y rítmico. En una estrofa menciona despectivamente a un Bill Gates negro (¿Obama?) y se tensa cuando remata el concepto: "Yo también podría ser un Bill Gates negro, pero yo mato".

En el super Bowl, Beyoncé y las bailarinas se presentaron ataviadas con un vestuario que los medios describieron así: "La estrella lució una chaqueta de cuero negro con bandoleras cruzadas frente al pecho, como si fuera militante de una organización armada. Sus bailarinas también estaban uniformadas en cuero y boinas negras, todo en aparente alusión a las Panteras Negras, un grupo político radical que tuvo su auge en los años 60 y que abogaba por una línea dura contra el dominio blanco de la sociedad". Por si no quedaba claro, la mamá de Beyoncé posteó luego una foto con las bailarinas enarbolando el puño levantado y la consigna histórica de las Panteras: "Poder Negro".

Es cierto que Beyoncé no es Silvio Rodriguez. Es decir, no es una cantautora sino una mega estrella de la corporación Sony. Pero justamente ese detalle es lo que me resultó más interesante. ¿Qué representa este ícono, esta performance y este mensaje en pleno Super Bowl?

En el contexto de una brutal represión policial a la población negra que marca la actualidad estadounidense, representa mucho. Tengamos en cuenta, por ejemplo, que la mejor tapa del año 2015 fue, sin duda, la de revista Time, que tuvo que usar una foto que sacó con su celular el fotógrafo de medios comunitarios, David Allen. Ningún medio comercial había logrado una imagen tan espectacular y sintética sencillamente porque ninguno había cubierto las represiones de las periferias más castigadas. Estamos hablando de un país que sufre una brutal política de concentración de ingresos, con su consecuente concentración de medios para ignorarla. En ese contexto, Beyoncé en el Super Bowl rompió la gran mordaza. Que haya sido ahí y con Sony detrás nos dice otra cosa: el mercado no puede ignorar que a mayor represión la tendencia que domina es la de una mayor radicalización. Porque el mercado es, como sabemos, un voraz actor político.

Hay que mirar a Beyoncé en clave argentina y bailar con su ritmo para espantar los relatos que nos quieren hacer creer que aquello que fracasa estrepitosamente allá, acá será un éxito. La incógnita, como siempre, es si ese ritmo lo marcará la sociedad o lo facturará una corporación discográfica. Hoy, por ejemplo, leí el tuit de una hija de Tinelli que clamaba: "Quiero ser Beyoncé". Alguien tendría que avisarle que hoy esa aspiración es como querer comprar una Barbie guerrillera.

(*) Periodista. Socia  en Cooperativa de Trabajo La Vaca

Nota publicada en su muro de Facebook