19-04-2024
"Macri y el gradualismo político"
Por Belen Marty @belenmarty
"Creen muchos que la moderación es una especie de traición", aseguró el filósofo y político Edmund Burke en el Siglo XVIII. A poco más de un mes que Mauricio Macri tomó las riendas del Ejecutivo nacional parece haber tomado decisiones moderadas que lo están llevando a él (y al país) hacía una regeneración de confianza a nivel nacional e internacional.

Macri no tiene (mucho) margen de error. Está jugando al ajedrez político con una única agenda posible: hacer todo lo contrario a lo que hizo el kirchnerismo y mantener a flote un país que hasta hacer pocos meses merecía el mismo destino que el Titanic.
Pero, ¿cuáles son aquellas medidas que enviaron un empujón anímico en la población y generaron una inyección de adrenalina a una devastada economía? En primer lugar, la quita del capo cambiario y la baja de las retenciones al agro y a la industria que implicará, sin dudas, una mejora en la producción y un aumento en las exportaciones (especialmente del trigo). 

A pesar del pesimismo de algunos que aseguran que esto hará bajar la recaudación (y por ello tendrá implicancias en el abultado gasto público) lo que sucederá es que la economía comenzará a reactivarse (dado por la baja de los impuestos a la exportación) y, seguramente, el gobierno terminará recaudando más por el IVA o el impuesto a las ganancias. 

La subida del tipo de cambio oficial hará que la recaudación del derecho a la exportación de la soja se haga sobre la base del un precio más alto del tipo de cambio, por lo tanto, no tendría Macri problema con continuar con el mismo nivel del gasto.

El mayor reto de Macri: reducir el gasto

Ese, sin embargo, es una de los mayores retos que tendrá Macri en los próximos meses: reducir el déficit y por tanto, achicar el gasto, eliminar personal innecesario, desmontar los boliches creados por el exvicepresidente, controlar la inflación, y lo que parecería ser la tarea más difícil: la construcción de una política de gobernabilidad.

Aunque parezca una novedad para muchos la inflación no la crean los perversos empresarios que aumentan indiscriminadamente los precios de sus productos o servicios.

La inflación en Argentina no fue magia: fue y es producto de una emisión descontrolada realizada con el mero hecho de financiar un Estado elefante.

Para controlar la inflación no se necesitan recetas de brujas, rezos, buenas intenciones o intimidaciones políticas. Se acaba con una tajante disciplina fiscal. Sin déficit fiscal la maquinita que imprime billetes a mansalva no sería necesaria. 

Para ello mantener una mínima gobernabilidad deberá medir con precisión de cirujano la cantidad y forma de sus decretos de necesidad y urgencia y evitar repetir los errores (y horrores) de su antecesora, Cristina Kirchner. 

Marcar la cancha en materia de Derechos Humanos

Asimismo, y más allá de las políticas económicas y fiscales, deberá entender que solo con una buena gestión y gastos en infraestructura aveces no alcanza. Macri deberá ser más firme en su política internacional, marcar las diferencias (sin grises) con las países populistas en la región, separarse de una vez por todas de Venezuela, pedir por la liberación de los presos políticos y por la libertad de expresión y de prensa en Cuba. 

Apertura económica para el progreso

El Presidente ha dicho en reiteradas oportunidades, antes y después de las elecciones que su objetivo para sus cuatro años será llegar a la pobreza cero. Si ese es realmente su intención debería virar la embarcación para el lado de la apertura económica, la flexibilización de las leyes laborales y una reducción tributaria. Todo ello pondrá la nave (o a la Argentina) con el viento a favor. Resulta muy difícil crecer o avanzar con el viento en contra (impuestos, regulaciones burocráticas, situaciones no competitivas dadas por las protecciones a la industria nacional). 

Lo que vino haciendo el kirchnerismo en esta materia es ni más ni menos que escupir para arriba. La Argentina crecerá en cuanto a cree un ambiente acorde que atraiga inversiones de todas partes del mundo. 

Necesitaríamos muchos párrafos más para explicar por qué el modelo de sustitución de importaciones no funciona. Pero aquí va un primer intento: protegiendo la industria nacional se obliga a 42 millones de argentinos a comprar a precios más altos que los que podrían pagar por un mismo producto importado. 

Se ve, por un lado, los puestos de trabajo que se crean por la defensa de esa industria, pero lo que no se está viendo es a dónde iría a parar esa plata extra que está desembolzando el argentino si no tuviera que pagar el producto made in Argentina. Es decir, esos pesos extra podrían bien haber ido a parar en tres docenas de facturas, en una viaje al sur, en una nueva camisa. El panadero, la agencia de turismo y el comerciante de camisas nunca se habrán enterado de ello. Se termina beneficiando a una industria desestimando el resto.

Entender estos puntos, y realizar las modificaciones pertinentes y de manera gradual permitirá a la presidencia de Macri mejorar exponencialmente las condiciones de cada uno de los habitantes del territorio nacional. Los primeros pasos ya están dados en la dirección correcta.

Belen Marty. Exclusivo para Cadena BA. 17/01/2016
Periodista,  Lic. en Comunicación Social (Univ. Austral), Maestrando en Economía y Ciencias Políticas (Eseade). Ex corresponsal Cono Sur y Cuba de Pamam Post