07-05-2024
28-07-2014 | La nueva estrategia
"La cuenta regresiva de Massa deslegitima en el peor momento", por Eduardo Capdevila (*)
Un análisis crítico de la nueva estrategia de Massa de los carteles electrónicos que hablan de la cuenta regresiva de los días que faltan para que se vaya Cristina, en momentos en que hay un ultimatum para que país caiga o no en default y se retomen posibles medidas de ajuste.

Nunca antes desde la caída de 2001 el país había atravesado un cóctel tan explosivo como el de hoy. Si la justicia norteamericana y el establishment financiero levan el país al default, todo el esfuerzo de reestructuración y pago de la deuda desde 2005 a la fecha y los acuerdos con los organismos de crédito, serán inútiles. De vuelta la timba del riesgo país, las corridas cambiaria, la devaluación, la falta de crédito, la caída del consumo, el aislamiento. Que sea el último año de gestión de Cristina Fernández de Kirchner es anecdótico. Ella se puede ir al Calafate; pero el país se va a los caños.

En ese contexto, las expresiones denunciatorias de quienes recuerdan que los fallos favorables a los fondos buitre datan de 2 años atrás y el gobierno se dejó estar para montar una campaña de salvación propia a fin de ciclo son aceptables para el debate. Los dichos de Mauricio Macri emulando a Patoruzú pidiendo pagar todo de contado a los holdouts y seguir viaje alegremente, son tolerables sólo desde la ignorancia de quien olvida que eso dispara reclamos por más 400.000 millones de dólares.

Pero en el medio de la postura rabiosa de Elisa Carrió y entre cándida y ladina de Macri aparecen las acciones de Sergio Massa, portavoz de los llamados "problemas de la gente", eufemismo cuya vaguedad lo ubica en cualquier ideología, geografía, historia y discurso, justamente por no tenerlos.

El tigrense profundiza las frases de aforismos y elogiables logos publicitarios para instalar de positivismo y futuro.  Por ejemplo, en la campaña de 2013 llegó a repetir en los spot el trabalenguas conceptual "Algunos prefieren decir lo que la gente quiere escuchar/yo prefiero escuchar lo que la gente quiere decir".

Ante un gobierno que intentó fortalecer las instituciones y legitimidad en un discurso sostenido en un ideario inspirado en las tradiciones nacionales y populares del país, con anclaje en el primer peronismo, parte del radicalismo, vertientes del socialismo y la reivindicación de la resistencia setentista, el candidato de la juventud soñada y la sonrisa de dentífrico acentúa su discurso sin tiempo y hasta horadando las instituciones democráticas en el momento más delicado del país.

En momentos en que el país está al borde del default, Massa sorprendió con la millonaria publicidad en los carteles luminosos a la vera de las autopistas de Capital Federal y Conurbano, de fondo negro, con la leyenda "FALTAN 500 DÍAS y la firma de +A15". El número irá bajando progresivamente; la idea es instalar visualmente en la población la cuenta regresiva que falta para que termine el mandato de Cristina.

La cuenta regresiva electrónica en las cabezas de millones de automovilistas y transeúntes tal vez dispara el desaliento en los que áun militan en la causa oficialista; alegría en los que esperan un cambio; y tal vez apura realineamientos políticos internos en el movimiento peronista.

El almanaque del final es una forma de deslegitimar y anticipar el vacío de poder a quien afronta su último tramo de gestión. Justo en este momento del país jugando de visitante, con pelota del adversario y el árbitro en contra. Basta pensar un escenario y una pregunta. ¿Con qué nivel de atención, tensión o respeto se sientan empresarios, banqueros, consultoras y operadores del mercado ante funcionarios de este gobierno, que padece una enfermedad respiratoria y se acaban los tubos de oxígeno?

Con la cuenta regresiva gana el ánimo de lo inexorable. El reloj es el presente sin ideología ni historia. Como el discurso de que unos son gente y los otros no.

(*) Licenciado en Comunicación Social y profesor de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad de La Plata.