16-05-2024
"Zaffaronizar" por Mariana Moyano (*)
La conversaci贸n ven铆a m谩s o menos bien. Para lo que se ha venido diciendo y lo que nuestros o铆dos han debido soportar estoicos, no estaba mal. Era una charla, con intercambios, pareceres y, aunque bastante superficial, al menos no eleg铆a el atajo de las berretadas con punch. 

Este liviano y tenue equilibrio no era poco, si se tiene en cuenta que el entrevistado es uno de esos que un d铆a se enoj贸 y se volvi贸 un furioso enemigo de cualquier iniciativa, por m谩s tibia que fuera, que rozara siquiera al gobierno nacional. 

Por eso, eso poco era much铆simo. Al menos, no se destilaban dardos de odio, de encono, de rabia hacia 茅sta, una propuesta en la cual el oficialismo s贸lo ha tenido el rol protag贸nico de sugerir se abra la discusi贸n. 

Bueno, como dec铆a, la cosa ven铆a bien. "Un pibe entra a la c谩rcel por robar un celular, pasa un a帽o y medio y sale experto delincuente", palabra m谩s, palabra menos fue lo que el entrevistado dijo. Es un tant铆n flojo el argumento, porque reduce, pero acaricia dos zonas centrales para el avance democr谩tico: uno, pone en cuesti贸n lo que hoy tenemos en nuestras c谩rceles y dos, no es una l铆nea de pensamiento fascista. Para lo que se ha dicho, es un mont贸n. 

Me alegr茅 profunda y sinceramente porque -ahora me doy cuenta de cu谩nta candidez hubo de mi parte- dije: si esta persona, que desprecia hasta con ira todo lo que surja desde el gobierno nacional, puede distinguir entre una invitaci贸n al debate con la convocatoria a los mejores de todos los partidos pol铆ticos con representaci贸n parlamentaria, de un capricho K de hacer lo que le guste a cualquier precio, hemos avanzado algo y puede todav铆a crearse un terreno favorable a que se habilite la discusi贸n. 

Pero de pronto, quiso aclarar. Y un compendio de rastrero do帽arosismo se le plant贸 en la boca y no pudo evitar que se convirtiera en palabra p煤blica: "Porque, bueno -intent贸 precisar- est谩n los zaffaronistas que proponen que a esos delincuentes no se les haga nada y los otros que s贸lo quieren mano dura". 

Se me interrumpi贸 la respiraci贸n. Me agarr茅 la cabeza y estuve a punto de d谩rmela contra la ventana del coche. De haber podido, hubiese elegido que uno de esos gigantes martillos hidr谩ulicos perforara el asfalto, sumergirme hacia el fondo de la tierra y quedarme all铆 cobijada esperando que el ventarr贸n de la pavada pasase de largo y dejara la Argentina para internarse en alguna zona remota del continente. 

Porque usar la figura esa de que los delincuentes entran por una puerta y salen por la otra, ya cansa. Decir que en la Argentina no hay condenas, fastidia. Confundir problemas de seguridad con la letra de un c贸digo penal da bronca. Hablar de garantismo como sin贸nimo de laissez faire jur铆dico provoca burla. 

Pero usar el nombre de uno de los hombres m谩s sabios, informados, reflexivos, reconocidos y consultados del planeta en materia penal como sin贸nimo casi de celebraci贸n del delito, ofende. Ofende y enoja. Y da ganas -por 10 segundos- de ser igual de fascista que los que instalan estas ideas y responder con sus mismas reglas de juego. 

Y cuando uno se enfurece, deben saber comprender. Porque se ha vuelto inaudito tener que soportar que las opciones sean o la m谩s bochornosa ignorancia, que no les impide la caradurez de hablar, o la artima帽os铆sima tergiversaci贸n que se parece en exceso a la mentira sinverg眉enza. 

Todo esto gracias a d茅cadas de zonceras sin desmontar y a lo que el supuestamente preocupado por la institucionalidad columnista de La Naci贸n, luego de un ba帽o de cinismo lindante con la apolog铆a de la trampa, dio en llamar el "gen de la oportunidad" del referente de Tigre que mostr贸 la hilacha de la desesperaci贸n electoral. 

Da pena y un poco de asco. Porque la Argentina vuelve a quedar detenida, estancada. Porque paraliza que de un lado se lance una propuesta y de enfrente s贸lo tiren piedras cargadas de falacias, fraudes, enga帽os, tretas y embustes. 

Sobre los medios de comunicaci贸n dec铆a Pierre Bourdieu (y sobre esa misma l贸gica ya extendida a territorios no s贸lo medi谩ticos sino tambi茅n partidarios) que "hay un miedo a aburrir. Y eso les induce a otorgar prioridad al combate sobre el debate, a la pol茅mica sobre la dial茅ctica y a recurrir a cualquier medio para privilegiar el enfrentamiento entre las personas (los pol铆ticos en particular) en detrimento de la confrontaci贸n entre sus argumentos". 

Da pena, mucha, y un enorme asco porque se somete a la pol铆tica a una instancia psic贸tica. 

Como dice Esteban Rodr铆guez en su magn铆fico trabajo "Justicia Medi谩tica", la actualidad se ensimisma. La historia pasa a ocupar el lugar anecd贸tico. 驴Qu茅 otra cosa es si no eso de avalar sin chistar ni pesta帽ear la afirmaci贸n temeraria de 茅se del gen oportunista de que la teor铆a pol铆tica es casi una boludez? Y disculpen la mala palabra, pero exaspera ver c贸mo la historia y la pol铆tica son descompuestas en un c煤mulo de casos que nos acercan a lo concreto pero nos alejan de lo hist贸rico. 

Indigna presenciar c贸mo por esta fin铆sima y elaborada acci贸n ponen en primer plano el dolor de las Susanas Trimarcos y las Carolinas P铆paros para someterlas a papelones p煤blicos que se inician con hacerles confesar que no conocen los detalles de la discusi贸n, para luego terminar humill谩ndolas al casi obligarlas a opinar sobre eso que no dominan. 
Asombra escuchar c贸mo desde una supuesta equidistancia informativa se finaliza la entrevista con un penalista experto que se ha pronunciado muy duro contra la demagogia punitiva, con la consulta sobre si 茅l acaso ha sido v铆ctima alguna vez de un delito y c贸mo se obliga a este profesor de derecho a contar p煤blicamente -para poder ratificar su legitimaci贸n como voz autorizada en la tem谩tica- que tanto 茅l como su familia han sido robados en su hogar y que su padre padeci贸 11 delitos en su comercio. Blumberismo en estado puro; esa forma tan cualunque e instalada que manda que s贸lo habilita para hablar el haber sido v铆ctima. Porque si en uno no hay rencor fascista, hay sospecha de que no sabemos de qu茅 se trata un crimen. 

Eso es utilizaci贸n. Eso es uso de las personas. Y es una figura que no est谩 en el c贸digo penal, pero que deber铆a figurar en alg煤n rinc贸n de la 茅tica privada de ciertos sujetos. De muchos ya, de demasiados. 

Porque empez贸 Massa. Pero lo siguieron varios; con calcado funcionamiento. La maniobra es as铆: lanzan una afirmaci贸n; una frase repleta de lugares comunes, de aseveraciones de rampl贸n sentido com煤n, de figuras est谩ticas convalidadas y consolidadas a fuerza de discurso dominante pero que no pasan la m谩s sencilla de las pruebas de los datos objetivos. 

Uno escucha y anota mentalmente cada dislate de la oraci贸n, que s贸lo se sostiene porque est谩 atado a otro sinsentido. Y luego el siguiente disparate que puede ser dicho s贸lo porque la l贸gica del show les permite quedar entrelazados. 

Uno espera que llegue a su fin el -llam茅moslo as铆, con una generosidad infinita- argumento y ah铆 est谩 tendida la artima帽a. Porque si intentamos rebatir lo que interpretamos que quiso decir el interlocutor, sin detenernos en las sandeces expresadas, habilitamos que los dislates utilizados queden flotando para un potencial futuro contrincante de ideas. 

Pero si nos detenemos en cada una de las tonter铆as que conformaron la exposici贸n, no discutimos el fondo del esqueleto argumental expresado. Es decir, que lo que est谩n haciendo funciona como una celada. La trampa est谩 tendida de antemano: uno est谩 intentando enfrentar nada m谩s y nada menos que la organizaci贸n ideol贸gica del discurso hegem贸nico. 

Esto no es una discusi贸n sobre un c贸digo penal. Trae de la mano el debate sobre en qu茅 valores se asentar谩 la pr贸xima Argentina. Del mismo modo que la disputa en torno de la Ley de Servicios de Comunicaci贸n Audiovisual no fue sobre cantidades de licencias, sino acerca de qui茅n pone las reglas en nuestro pa铆s, si el Estado o el dinero. 

Y ac谩, la pol铆tica farandulizada pic贸 en punta. Gan贸 terreno y llen贸 de malezas el terreno porque estableci贸 que la mentira lisa y llana tiene permiso de participar junto a la pila de manipulaciones con las que uno disputa a diario. Y porque propuso como escenario de debate uno de los sitios m谩s contaminados de la realidad contempor谩nea: los sets de televisi贸n. 

Y ya que hubo tanto descaro con las analog铆as con el experto juez de la Corte, pues zaffaronicemos nosotros, pero no con la desfachatez de uno de los habilitados para abrir la boca sino con la propia pluma del exquisito penalista: "La gran falacia de la civilizaci贸n industrial (desde las alturas bajar谩 el h茅roe a protegerte y a resolver tu conflicto, eliminando a tu contraparte mala) es creada y sostenida en forma de mitolog铆a negativa por los medios masivos de comunicaci贸n social y la tecnolog铆a de la manipulaci贸n que los mismos han adquirido es cada d铆a mayor. Se genera la ilusi贸n de eficacia del sistema haciendo que se perciba s贸lo como peligro la amenaza de muerte violenta por ladrones o de violaci贸n por pandillas integradas por j贸venes expulsados de la producci贸n industrial. Son 茅stos una programada propaganda en favor del reforzamiento del poder, del control social verticalizado y militarizado de la sociedad". (1)

(1) En "Los aparatos de propaganda de los sistemas penales latinoamericanos (la f谩brica de la realidad", Eugenio Zaffaroni

(*) Periodista, conductora de "Sinton铆a Fina", por Radio Nacional los s谩bados a las 15.
Editorial del 15 de Marzo de 2014