Caamaño habló en una extensa entrevista realizada por Eduardo Anguita en su programa de radio "Hoy más que nunca", que se emite de lunes a viernes por Radio Nacional. La virtual vicejefe de Seguridad habló de todo: de los cambios en la Policía Federal, del caso Mariano Ferreyra, de los desafíos de la gestión, de la importancia de la participación ciudadana. Y contó todos los pormenores de la exitosa búsqueda de Martínez, que denunció que fue secuestrado por desconocidos.
-¿Cómo evaluaron ustedes qué pasó desde que Martínez desapareció hasta que volvió a su casa?
-Desde que nos avisaron hicimos desde el Ministerio de Seguridad todo un gran despliegue con la Policía Federal a través del Comando Radioeléctrico, que averigua en todos los hospitales, que deja un registro donde se envía a todos los lugares la búsqueda de Martínez. Después, también con búsqueda de personas que eso es más operativo, es ir a ver el lugar, nos fijamos si había cámaras en el trayecto que se suponía había hecho desde su casa hasta tomar posiblemente el subte al microcentro. Él no tiene auto y vive a unas cuadras de la avenida Corrientes. Se habló con vecinos, y se hizo una búsqueda muy exhaustiva. La causa empezó con una averiguación de paradero, que no es una causa penal, en la comisaria de la zona de su casa y después se transformó sí en privación ilegal de la libertad. Ahí actúo el fiscal Aldo de La Fuente, que también tomó todo tipo de medidas. Después de casi dos días, nos llamaron. Un apoderado, con el que yo me venía comunicando permanentemente, diciéndonos que había aparecido en Acoyte y Rivadavia. Y que iba ser llevado a la comisaría más próxima. Después, cuando llamé a la comisaría, él ya estaba ahí. Estaba yendo en una ambulancia el médico legista y después fue trasladado al Hospital Durán. Me decían que lo que él decía era que lo habían drogado y también estuvo el jefe de la policía, Enrique Capdevila. Estuvimos dos días con mucho movimiento en la búsqueda de Martínez.
-Usted llevó muchos años de fiscal y tuvo a su cargo la investigación sobre la causa Mariano Ferreyra, un caso delicadísimo. ¿Las primeras horas sin noticias de Martínez se convirtieron en el desafío más grande que tenía el Ministerio, habida cuenta de que la hipótesis de un secuestro constituía un ataque tremendo a la democracia y a la gestión de Garré y suya?
-Yo no tomé dimensión de la causa de Mariano Ferreyra hasta un tiempo después. En un primer momento hicimos en la fiscalía lo que hacíamos habitualmente ante una causa donde había homicidio: ir al lugar del hecho, revisar, caminar, mirar. Después, eso tomó una dimensión que todos conocemos: una causa súper importante donde se involucró el sindicalismo, la misma policía, grupos políticos. En este caso, tomó esa dimensión desde el primer momento, y mi pensamiento era "no puede estar pasando esto". La ministra estuvo pendiente: a cada minuto preguntaba si había algún tipo de novedad.
-Muchos testigos en causas de delitos de lesa humanidad no saben cómo proceder. Un episodio como este lleva a que cada uno asuma y tome los recaudos que tenga que tomar.
-La gente se tiene que manejar normalmente y tener los recaudos mínimos necesarios como cualquier ciudadano. Fijarse que no haya nada extraño dentro de tu ámbito, no cumplir siempre con la misma rutina. La realidad es que no hay que tener miedo y de hecho, que no es poco, de Julio López me parece que no hemos tenido durante estos años de democracia ningún otro hecho de esas características. Cuando no aparecía Martínez yo me puse en contacto con el Programa de Protección al Testigo del Ministerio de Justicia para ver que pensaban, si habían hecho una evaluación sobre el tema. Al director lo noté bastante tranquilo: me decía que iba a aparecer. A mí no me tranquilizó en ese momento, pero realmente Darío Díaz estuvo en lo correcto. Y además me explicaba que hubo unos ocho casos, que posiblemente no sean conocidos, y que aparecieron y que la mayoría de las veces, no digo que haya pasado esto con Martínez, había sido algo como voluntario. Uno también se asusta, pero la persona está, y necesita irse, retirarse a pensar o está abrumado. Deben ser situaciones complicadas.
-Usted como fiscal habrá conocido muchas causas que no tengan que ver con delitos de lesa humanidad. Que a una persona ir a testificar la incomoda, le da temor, la pone en situaciones que a uno lo llenan de adrenalina.
-Sí, exactamente. La gente habitualmente tiene miedo en determinadas circunstancias. Yo tengo testigos de la causa de Mariano Ferreyra, algún testigo protegido. Incluso, se lo ha filmado porque él estaba en el Programa de Protección a Testigos y no quiere aparecer en el juicio porque tiene miedo. Esta persona, con todas las garantías para los imputados, fue filmada en su declaración testimonial ante la jueza Wilma López, con las defensas de los imputados y ahora se supone que si no aparece eso se puede incorporar en el juicio oral.
-Cuatro meses de gestión con infinidad de frentes abiertos. ¿Cómo lo están viviendo, cómo lo evalúan, cuáles son las cosas que la comunidad tiene que saber para poder participar y criticar?
-Estamos trabajando mucho, eso es lo primero que me parece que hay que decir. Tenemos un monitoreo permanente de la ministra, que está absolutamente en todos los temas. Ella va manejando todo lo que pasa dentro del Ministerio y además nos da cierta tranquilidad a los que la acompañamos y tenemos muchos frentes. Por otro lado, hay otras secretarías que son más "divertidas" que la mía. Como la de Planificación, que va a traer patrulleros inteligentes que se entregan esta semana. Están llegando de Israel las cámaras con las que se los va a dotar, los domos, las computadoras que van adentro. Patrulleros que a cien metros van a poder detectar patentes de autos que han sido robados y que han sido cargados en el sistema. Van a dar una alerta, van a filmar todo y también cuentan con una cámara adentro del patrullero que graba todo. Y la Secretaría de Prevención del Delito, que es la que generó las mesas de participación ciudadana, que también es importante porque nosotros no nos nutrimos solamente del mapa del delito que nos acerca la policía, sino también de las denuncias que se hacen al 0800 y también de estas mesas donde nos van marcando lo que pasa en cada lugar. Estar en cercanía con los ciudadanos es algo que a nosotros nos ayuda muchísimo.
-Usted habló de un 0800, ¿recomienda que la gente llame al 911 cuando tiene un problema?
-Sí, pero el 911 es para que llegue la policía al lugar y el 0800 es para denunciar. Muchas veces en el 0800 la gente denuncia corrupción policial que es uno de los temas que nosotros abarcamos en el Ministerio. El número es 0800-555-5065.
-Cuando en un caso como el de Ferreyra aparecen barrabravas involucrados, ¿simplifica una investigación o la embarulla, al abrirse una caja de Pandora que tiene ramificaciones impredecibles?
-La causa sobre el crimen de Mariano Ferreyra era como un abanico que se iba a desplegando a medida que uno la iba investigando. Empezó con un problema entre los tercerizados y la Unión Ferroviaria (UF) y a medida que fuimos avanzando de la UF pasamos a los barrabravas, pasamos a la cabeza del sindicato de la UF como fue Pedraza, pasamos a la Policía Federal. Después, seguimos y pasamos a los negocios de Pedraza, de por qué no quería que los tercerizados se incorporen. En otras causas, donde hay barrabravas tal vez termina ahí, ésta justamente llegó a otros niveles.
-Suele decirse que la Policía Federal tiene muchos efectivos, pero pocos están en la calle y debería reconvertirse. ¿Realmente, se necesita más presencia policial en la calle o mejor organización?
-Hay que optimizar los recursos humanos que tenemos. Creo que también, teniendo en cuenta lo que dice la ministra, es necesario que haya más policías en la calle. Esto por una cuestión no sólo de evitar el delito, que a veces va a ser inevitable, pero sí para encontrar al policía en la otra cuadra. No tiene que estar específicamente el policía al lado porque, sino, necesitaríamos un policía al lado de cada uno. Pero en las inmediaciones, el saber que hay policías genera cierta tranquilidad y seguridad en la gente porque tiene a quien recurrir en caso de que pase algo. Incluso, se sale a dar vueltas y muchas veces estos delitos son resueltos inmediatamente o muy próximos porque se agarra a la gente y se secuestra lo sustraído. Así que me parece que es una buena política la que lleva adelante la ministra cuando pide que haya más efectivos. Ahora, por otro lado, es cierto que la Policía Federal tiene muchos efectivos y cuando hablás con ellos, y esto me llamó poderosamente la atención, te dicen "para nosotros salir a la calle es como un castigo, cuando te mandan a la calle estás castigado". Yo creo que cuando uno piensa en ser policía, qué se imagina, no se imagina tomando una denuncia, escribiendo a máquina, parado adentro de una garita en un banco. Me imagino que el que quiere ser policía se imagina en la calle, en acción, o algo de ese estilo. Está todo tan tergiversado por años en donde, evidentemente, el poder político no ha incursionado. La policía empezó a manejarse sola y muchos de los problemas que hoy tenemos están relacionados con eso: con una falta de control a la policía. Porque todos necesitamos que nos controlen.
-Hay que revertir una conciencia, es una tarea ardua.
-Es una tarea ardua. Sin embargo, creo que también desde el jefe de la policía, el subjefe, que están muy consolidados con el proyecto, todo el tiempo le hacen saber a la ministra "téngannos confianza, estamos trabajando, las cosas van a cambiar". También fueron importantes las selecciones que se hicieron desde el ministerio: poder romper esa hegemonía de la policía donde ellos hacían y deshacían como querían. Ahora hay un poder político que también mira, se fija y controla. También lo que la policía propone. La policía hace una propuesta, o el jefe de la policía, y nosotros miramos legajos, nos fijamos o le preguntamos por qué esta persona considera que va a ir bien acá y no en otra, por ejemplo. Todo eso hace que ellos empiecen a pensar de otra manera.
-Mencionó antes a Zaffaroni. Él dijo que recomendaría que no se hagan más convenios de capacitación policial con Estados Unidos, sino con Canadá y el Reino Unido.
-Sí, es lo que estamos haciendo. La ministra dio órdenes precisas de analizar cada vez que nos invitan o que invitan a la policía a hacer cursos. Saber quién invita, cuál es el programa, a dónde van, porque hay muchas "escuelas de las Américas" que ahora llevan otro nombre pero que están haciendo exactamente lo mismo.
• Una designación y un cambio de pàradigma
Construir una seguridad democrática: ese es el difícil norte que tiene por delante Nilda Garré y todo su equipo del ministerio de Seguridad, desde que asumieron a fines del año pasado. El nombramiento de Cristina Caamaño al frente de la Secretaría de Seguridad -en los hechos es la número dos del área- es una muestra del cambio de paradigma de esta nueva etapa.
Caamaño señaló por radio que no conocía a Garré y que la ministra la llamó por sus antecedentes, sin importarle su historia política. El dato no es menor, por la responsabilidad del cargo: Caamaño es la responsable del control directo de la Policía Federal, la Gendarmería, la Prefectura y la Policía de Seguridad Aeroportuaria. Caamaño estaba al frente de la Fiscalía de Instrucción 4 y dependía del procurador general de la Nación, Esteban Righi.
Caamaño relató: "La ministra Garré tiene una enorme fortaleza, tiene una capacidad de laburo infernal, la tiene súper clara, sabe perfectamente a dónde apunta. Para mí es re valioso poder acompañarla. La conocí el lunes 13 de diciembre y asumimos dos días después. Ella me llamó a mi celular y me dijo si podía ir al ministerio de Defensa. Yo estaba trabajando en la fiscalía y no entendí muy bien. Entonces lo llamé al Procurador, Esteban Righi, y le pregunté: '¿Vos le diste mi celular a la doctora Garré?' Me respondió: 'Sí, me llamó, no sé qué querrá pero vos andá y avisame'. Estuve tres horas y media en el despacho con ella. El sábado 11 había sido el anuncio de la Presidenta nombrándola en el ministerio de Seguridad. Nilda me dijo si yo la quería acompañar. Lo primero que le dije fue que no, que estaba equivocada, que se había equivocado de persona, que yo era fiscal, que hacía 20 años que estaba en la Justicia, que no era de su palo, que tenía la causa de Mariano Ferreyra y que para mí eso era un compromiso ético muy importante. Y que además iban a pensar que el Gobierno me estaba ascendiendo para sacarme la causa. Ella me dijo que lo pensara". Y concluyó: "Lo consulté realmente con cuatro personas y los cuatro me dijeron 'tenés que agarrar, no podes decir que no'. El primero fue Pablo Ferreyra, hermano de Mariano. Después le pregunté a Righi, a (Raúl) Zaffaroni y a un ex radical. Porque yo le había dicho a la ministra: 'Vengo de otro palo, había estado trabajando y militando con Raúl Alfonsín'. Cuando yo estaba por darle la respuesta de asumir este compromiso, Nilda me llamó y me dijo: 'La Presidenta está muy contenta con que me acompañes'".
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