El cardenal y primado de la Iglesia Católica también alertó, "sin la alegría de la belleza, la verdad se vuelve fría y hasta despiadada y soberbia, como vemos que sucede en el discurso de muchos fundamentalistas amargados".

"Pareciera que mastican cenizas en vez de saborear la dulzura gloriosa de la Verdad de Cristo, que ilumina con luz mansa toda la realidad, asumiéndola tal como es cada día", afirmó en la Homilía.

Además, advirtió que "sin la alegría de la belleza, el trabajo por el bien se convierte en eficientismo sombrío, como vemos que sucede en la acción de muchos activistas desbordados".

"Pareciera que andan revistiendo de luto estadístico la realidad en vez de ungirla con el óleo interior del júbilo que transforma los corazones, uno a uno, desde adentro", continuó.

El cardenal primado y presidente de la Conferencia Episcopal también aseguró, "las internas eclesiales son hijas de la tristeza y siempre generan tristeza".