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“Francisco, esperanza y utopía para los pobres del mundo” por Emilio López Muntaner (*) | |||
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Es el tema del que habla el mundo y fundamentalmente los argentinos. El papa Francisco es argentino. El Sumo Pontífice de la Iglesia Católica Apostólica Romana es quién hasta hace unos días atrás era el Obispo de la Ciudad de Buenos Aires, Jorge Bergoglio.
Un jesuita, con el cual a uno lo unen por naturaleza, tradición y convicción: ser argentino, latinoamericano, cristiano, peronista, y sobre todo la comunión con el pueblo.
En poco tiempo, se habló mucho, tal vez mas de lo necesario. El papado es un rol demasiado importante para la humanidad entera como para pasar inadvertido. Habrá que ir andando nomás, decía el "pelado" Angelelli y Francisco desde su rol de de conductor del cristianismo católico ha respondido positivamente. Reafirmó la opción por los pobres, por los más humildes, los excluidos de la tierra y avanza en declarar beato al padre Carlos De Dios Muria, que junto al sacerdote de origen francés Gabriel Longueville, fueron secuestrados, torturados y asesinados por la dictadura cívico militar en 1976. Ambos religiosos trabajaban con el obispo riojano Enrique Angelelli, quién encarnó la lucha por los desprotegidos y los campesinos de esa jurisdicción eclesiástica. A quien también asesinaron días mas tarde.
Mientras tanto, la alegría del mundo reposa en la mirada sobre un argentino. Es una oportunidad única para la Patria Grande, que es el continente de la esperanza, de la fe popular. Fe cristiana que es parte de la inspiración del ideario fundacional del peronismo.
Desde los medios hegemónicos, se pergeñan densas tinieblas discursivas, buscando la posibilidad de encontrar una débil costura que hilvane el clamor y la algarabía popular por Francisco en una escaramuza entre el gobierno nacional y su figura; Francisco y la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en una clara acción cristiana de reconciliación y metanoia, se muestran juntos ante el mundo con una agenda común a favor de la opción por los pobres, contra el trabajo esclavo y el colonialismo ingles en Malvinas.
El mundo debate quien será Francisco, sus primeros actos e iniciativas no dejan duda que su ejercicio pastoral se basará en el compromiso con la Fe y hará del segundo mandamiento: "amarás a tu prójimo como a ti mismo" como lo proclamaba Jesucristo su acción pastoral por un mundo mejor y una Iglesia al servicio de la Humanidad.
Lo cierto, es que el nombre Francisco para los cristianos que han echo una opción por trabajar por los excluidos, los expulsados del sistema es la conjunción del amor con la pobreza y la paz.
Por primera vez, un Papa eligió un nombre que lo referencia con San Francisco de Asís, que predicó la pobreza como un valor y propuso un modo de vida austero basado en los ideales de los Evangelios. Quién además de formar la orden religiosa de "los Franciscanos"; con la colaboración de Santa Clara, fundó la rama femenina de su orden, que recibió el nombre de "Clarisas". En estos tiempos donde luchar contra la violencia de genero y "la trata" es imprescindible, este es otro indicio del poder del nombre Francisco y del camino a recorrer desde su trascendente lugar de conductor del cristianismo católico por Jorge Bergoglio.
En la audiencia que Francisco concedió a la Presidenta le hablo de Latinoamérica como la "Patria Grande" y una emocionada Cristina Fernández de Kirchner al referirse a la categoría de Patria Grande que usara el Papa, señaló "para una mandataria argentina y latinoamericana escuchar en boca del papa el término patria grande, es impactante y hace que redoblemos los esfuerzos en esta dirección".
Patria Grande significa la identificación con el proceso regional que esta viviendo actualmente América Latina, es una agenda común en la que los intereses centrales son la integración continental, la consolidación de una identidad cultural propia y la profundización de políticas sociales y económicas de corte popular. Eso es la Patria Grande, la de José de San Martín, Simón Bolívar, José Martí, Juan Domingo Perón, Néstor Kirchner, Hugo Chávez; Lula y ahora la del Santo Padre.
Francisco representa la esperanza del cambio, la creencia de que otra Iglesia, otro mundo, otra latinoamérica es posible. ¿Quién puede arrogarse el derecho a cercenar esa utopia?.
(*) Senador provincial platense por el Frente para la Victoria; vicepresidente de la Comisión de DDHH en el Senado bonaerense.
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