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26-08-2012 | ANTICIPA "TODOS TENEMOS UN PLAN" | |||
Viggo Mortensen: "Vivà en muchos lados pero con la Argentina tengo algo especial" | |||
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Viggo Mortensen es una de esas pocas estrellas de Hollywood que no se comporta como tal. Un actor (y fotógrafo y poeta y editor independiente) que no vive obsesionado por su seguridad ni da muestras de divismo. Y que cuando le toca atender a la prensa, en este caso por el estreno de "Todos tenemos un plan", el thriller argentino que protagoniza y llega este jueves a los cines, lo hace con amabilidad y la simpatÃa que se le conoce. La misma que lo llevó a revelar su fanatismo por San Lorenzo en un móvil de CNN durante la promoción de "El Señor de los Anillos" (y en plena crisis de 2001) o verse demorado en un aeropuerto por gritar como desaforado un gol del Pipi Romagnoli que salvaba del descenso a los de Boedo. La alegrÃa colectiva de que Aragorn sea argentino, se desespere por el mate y cante tangos, según cuenta Juan Manuel Strassburgern en "Tiempo Argentino". "Vivo este reencuentro con la Argentina de una manera distinta a las anteriores", contó con una sonrisa. "Porque desde que me fui del paÃs, a los once años, siempre habÃa regresado por poco tiempo, ya sea para promocionar una pelÃcula, presentar un libro de mi editorial o ver a San Lorenzo, pero nunca para instalarme a vivir de nuevo, aunque fuera por unos meses. Y para esta pelÃcula pasé todo el último invierno acá. Obviamente que la vida de filmar una pelÃcula no es del todo la vida real. Pero casi", expresó. - ¿Y cómo lo viviste? - Me gustó mucho. A eso sumale el hecho de ser la primera vez que filmé en Argentina una pelÃcula hecha por argentinos y con un guión muy argentino. Era algo que tenÃa pendiente. Que me debÃa. Y que disfruté muchÃsimo. En la ópera prima de Ana Piterbarg (que también cuenta con Daniel Fanego, Soledad Villamil y SofÃa Gala Castiglione en los papeles principales), Viggo Mortensen interpreta dos personajes: AgustÃn, un médico de buen porvenir y vida resuelta, que planea adoptar un hijo junto a su esposa Claudia (Villamil); y Pedro, su hermano, que lleva una vida modesta en las islas del Tigre, mantiene una relación destemplada con Rosa (SofÃa Gala Castiglione) y se involucra en una serie de secuestros comandados en la zona por Adrián (Daniel Fanego). En principio, dos mundos completamente distintos pero que, con el correr de la pelÃcula, no tardan en conectarse entre sà para ¿salvación? ¿condena? de AgustÃn. Una pelÃcula de suspenso abierto que, como el Delta, no siempre permite pisar sobre tierra firme, en palabras de la propia directora. - ¿Fue un desafÃo interpretar dos papeles tan diferentes dentro de la misma pelÃcula? - SÃ. Fue interesante encontrar los matices de dos maneras de vivir tan distintas más allá de que geográficamente no estuvieran tan lejos: AgustÃn en la ciudad y Pedro en el Delta. Matices que probablemente sólo puedan distinguir un argentino o un uruguayo, pero que tenÃan que estar en la postura, la mirada y la voz de los personajes. - ¿Hay algo de la doble vida y los cambio existenciales abruptos que te interese particularmente? Por que ya en Una historia violenta, de David Cronenberg, habÃas interpretado un personaje con una inquietud similar... - SÃ, me interesa cómo vive ese tipo de situaciones una persona normal, más allá de que no creo que exista "una persona normal". Como tampoco creo que haya un plan tan especÃfico que te permita decidir el dÃa exacto en que querés cambiar tu vida. No es fijo. Son, más bien, como sueños conscientes. Deseos que tienen mucha voluntad. Situaciones que por ahà querés que ocurran y planificás pero que al final nunca salen como planeás o querés. Siempre aparece algo que te desvÃa. Y más con todo el tiempo que transcurre entre el momento en que se te ocurre ese cambio y cuando lo concretás. - ¿Tuviste ese tipo de cuentas pendientes en tu vida? - SÃ, hay cosas personales que todavÃa guardo o lamento o que aun no me siento cómodo. Puede ser una conversación, un desencuentro, la forma de haber dicho adiós o de no haber podido decir adiós. Cosas que están ahÃ. En lo profesional me pasa que veo una pelÃcula y por ahà me lamento de por qué pusieron una toma o por qué no la hice de vuelta. Te volvés loco si te matás pensando en esas cosas, pero están. - ¿Y en lo personal? - Y... Hay cosas que yo las siento como personales más allá de que a alguien puede parecerle una tonterÃa y es que a mÃ, como hincha de San Lorenzo, me molesta que este el Carrefour todavÃa. Por eso cada vez que aterrizo en Ezeiza le pido al tachero que pase por la Avenida La Plata. Necesito echar un vistazo, sólo verlo que sigue ahà y después seguir con las cosas que tengo que hacer. No me mata que esté el Carrefour, lo acepto hasta cierto punto. Pero lo quiero cambiar. - Algo curioso que se da en la pelÃcula es que, a priori, AgustÃn tiene una vida mucho mejor que la de Pedro. Sin embargo, la prefiere... - SÃ. A AgustÃn la vida de Pedro lo libera. Le parece sencilla. Igual es una situación improvisada, una oportunidad que le surje en el momento, una circunstancia. Hasta ese momento no tenÃa idea que iba a cruzarse con el hermano. Ahà se da cuenta que todo lo que tiene, una vida tranquila, una mujer linda, un departamento bien ubicado y un bebé en camino, todo lo que a cualquiera le encantarÃa tener, no lo satisface. Está paralizado. Y se miente todo el tiempo hasta que aparece el hermano. - Es el detonante... - SÃ. Ahà se ilusiona con estar más sencillo, más libre. Ahà dice: nos parecemos, puedo hacer de él, conozco el Tigre, volveré a aprender cómo se maneja una lancha. Aunque luego se da cuenta de que no es lo suyo esto de la mentira porque requiere un trabajo continuo y lo que termina haciendo es una mentira total. Desde el nuevo nombre que lleva hasta las botas que se pone. Cada persona que se cruza lo obliga a preguntarse: ¿lo conozco? ¿somos amigos? ¿me odia? No tiene idea de cómo era esa vida antes y todo le parece falso. Hasta que en un momento empieza a sentirse cómodo con la mentira, se tranquiliza y acepta el paisaje, cómo está y dónde está, y ahà nace un nuevo personaje. Desaparece la mentira y aparece una verdad. - ¿ConocÃas el trabajo previo de Daniel Fanego y Soledad Villamil? ¿Cómo fue grabar con ellos? - ConocÃa un poquito el trabajo de Fanego, no mucho, y un poco más el de Soledad. Fue muy, muy divertido trabajar con ellos. Conversamos mucho. Charlamos bastante entre nosotros y sobre los personajes que nos tocó hacer. Me encantó el villano que hizo Fanego, me pareció muy logrado e interesante. Ambos fueron muy buenos compañeros de filmación. - Fue un rodaje que tuvo mucho que ver con la naturaleza. El haber tenido una infancia en el Chaco, ¿te dio un plus a la hora de manipular las abejas, la lancha, los machetes? - SÃ, puede ser. Un poco. Sobre todo cuando hacés una toma y tenés que volver al inicio y prender de nuevo un motor y bueno, saber de eso, te ahorra tiempo. El tema es que el personaje de AgustÃn, justamente, se habÃa olvidado de todo lo que habÃa aprendido de chico. Entonces también tenÃa que hacer parecer que no sabÃa hacer esas cosas tan bien. - ¿Qué tiene la Argentina para que te haya marcado como te marcó? - Supongo que porque la primera década de tu vida no es la definitiva pero es la que te forma y te marca. Vivà en muchos lados y tengo un lado danés por parte de mi padre y otro americano, por haber vivido allá, entender la cultura y el idioma. Pero con Argentina tengo algo especial. - ¿Qué sentÃs que aportó a tu personalidad? - No sé si lo puedo identificar bien. Pero a veces lo veo en la reacción de los otros. Por ejemplo, cuando me pronuncio de determinadas maneras sobre Obama me dicen: 'Bueno, lo que pasa es que vos no sos americano, sos medio argentino' (risas). Y obviamente tengo un vÃnculo fuerte con la Argentina, en la forma de hablar, las referencias, los lugares que ahora vos podés nombrarme y conozco. Me siento muy comodo acá. Siento que es mi casa, más allá de que la casa vaya cambiando porque lo que vivà acá cuando era chico tiene poco que ver con lo que vivo ahora. - ¿Dónde estabas cuando fue lo de 2001? ¿Cómo lo viviste? - Estaba en Estados Unidos. Y obviamente me preocupé mucho cuando me enteré, me dolió mucho. Fue justo cuando se estrenaba El señor de los anillos, la primera parte. Y hasta ese momento no habÃa tenido oportunidad de hacer prensa en la Argentina. Pero en un móvil de la CNN en español, cuando terminó la nota, mandé un saludo para toda la hinchada del cuervo. Y ahà empezó el vÃnculo. - Filmaste con grandes directores todo tipo de pelÃculas, pero para la mayorÃa siempre vas a ser Aragorn, el gran guerrero de El Señor de los Anillos. ¿Es una carga o una bendición? - La verdad no me molesta. Yo entiendo que hay gente a la que sólo le gusta ver ese tipo de pelÃculas y por suerte hay gustos para todos. A mÃ, Aragorn me dio muchas oportunidades. Por más comercial que alguien pueda decir que fue El señor de los Anillos tocó culturalmente una fibra muy fuerte. Una cosa impresionante que me pasó relacionado con el personaje y la pelÃcula fue cuando estrenamos la tercera parte en Oslo, Noruega. Como la saga de Tolkien tomó mucho de la mitologÃa escandinava, allá se vive todo el fenómeno mucho más. Al punto que cuando llegamos a la ciudad nos enteramos de que un grupo importante de gente habÃa estado acampando en la calle durante semanas, pasando frÃo, perdiendo el trabajo, divorciándose para esperar la avant première y ver las tres pelÃculas juntas. Yo tenÃa que irme al dÃa siguiente, pero decidà quedarme y sorprenderlos. No te puedo explicar la emoción cuando esa noche ingresé a la sala a oscuras, prendieron las luces y empecé a narrarles un poema sobre la historia. Se pusieron como una hinchada de fútbol en la Argentina. Todos locos, llorando. Ese tipo de cosas genera todavÃa hoy la pelÃcula y me pone contento. Obama y el Gobierno nacional - En 2008, apoyaste a Dennis Kucinich, el más radical de los candidatos demócratas, aunque terminaste avalando a Obama cuando ganó la interna. ¿Qué te pareció su gobierno? - No me sorprendió su gestión. Ya desde el momento de la gente que fichó para su Gabinete como Hillary Clinton y otros, ya sabÃa que la polÃtica exterior no iba a cambiar mucho. Ni con Oriente Medio, Israel, Irak o Afganistán. Tampoco la relación con Wall Street o los bancos. SabÃa que en ese sentido iba a ser parecido a Bush, Clinton, Reagan. Pero sà tenÃa esperanzas de que cambiara cosas de la sanidad, el nuevo sistema social de ayuda medica. Pensé que eso podÃa cambiar. Y sé que él de verdad tenÃa intenciones de hacerlo. Pero al final no cambió mucho. En eso me decepcionó, no tanto como a otros que sintieron una decepción total. No esperaba algo muy revolucionario pero sà un poco más. Es cierto también que sufrió la estrategia de los republicanos, que le hiceron una oposición feroz y no les importaba que se fuera a la mierda el paÃs. Tuvieron éxito en eso. - ¿Cómo ves la situación acá? - Bueno, pasó un año y medio de lo que habÃa sido mi última visita y veo que esta todo un poco más apretado económicamente. Le está costando un poco más al gobierno federal seguir adelante con ciertas medidas que veÃa positivas. Está más difÃcil la cosa. El gobierno sufre una oposición constante, no sólo de Macri sino también de los medios. Creo que debe ser agotador tener que lidiar con todo eso. |